América Latina: ¿tendremos suficiente energía para todos?
La región tiene la matriz energética más limpia del mundo, pero deberá mejorar su eficiencia para competir globalmente y abastecer a la creciente demanda local
Los avances sociales y el asombroso crecimiento económico de la última década han acercado a América Latina a los estándares de las economías más avanzadas, pero también han traído consigo nuevos retos y desafíos, como por ejemplo de qué forma se puede asegurar que todos los latinoamericanos accedan a servicios de energía estables.
A medida que crece la clase media y la urbanización, coinciden los expertos, también aumenta la demanda energética, especialmente de electricidad, gas natural y producción de derivados del petróleo. A esta realidad cabe sumarle que hoy en día unos 30 millones de latinoamericanos no tienen acceso a electricidad y otros 34 millones no tienen acceso a agua potable.
Y por si fuera poco, el calentamiento global obliga a plantearse un nuevo paradigma energético basado en fuentes alternativas y menos dependiente de los combustibles fósiles.
Ante este panorama América Latina debe enfrentar un triple reto:
- Alcanzar la seguridad en el suministro
- La equidad en el acceso a servicios energéticos
- La sostenibilidad medioambiental
Para tener éxito serán imprescindibles las inversiones en infraestructuras modernas y eficientes, que soporten la creciente demanda y posibiliten que la región compita con garantías a nivel global.
Según el informe Energía: una visión sobre los retos y oportunidades en América Latina y el Caribe, la producción y el consumo energético en la región deberá articularse con políticas sostenibles y, al mismo tiempo, involucrar a sectores como el automotriz, el petroquímico, el agroalimentario, el minero o el de servicios. Esto ayudaría a mejorar la competitividad y la integración regional y fomentaría las inversiones tanto del sector público como del privado.
La respuesta a estos retos parece estar en administrar de forma inteligente los recursos energéticos de los que se disponen. En otras palabras, optimizar los procesos productivos y el uso de energía para lograr la eficiencia energética. A pesar de algunas experiencias exitosas en diversos sectores, la eficiencia energética no se ha incorporado plenamente en la agenda de las políticas públicas de la mayoría de los países de la región.
Estas son algunas recomendaciones para lograr la eficiencia energética en América Latina:
- Estimular las inversiones públicas y privadas en eficiencia energética
- Articular las políticas de uso eficiente de energía en las etapas de la cadena energética y sectores de consumo.
- Creación de metas a corto, mediano y largo y monitoreo de los resultados.
- Marcos legales acompañados de marcos regulatorios dinámicos y capaces de adaptarse a la evolución tecnológica y a las condiciones de los mercados.
- Acuerdos regionales que busquen el desarrollo de infraestructura que preste servicios regionales (laboratorios, por ejemplo)
- Coordinación entre sectores como transporte, industria, vivienda, salud o educación.
- Mantenimiento de una estabilidad económico-financiera
- Enfrentar las pérdidas de energía desde una perspectiva empresarial y social
- Trabajar de forma integral desde la política pública e involucrar a todos los actores -desde el Estado a las empresas y diferentes agrupaciones u organizaciones civiles- de la sociedad.
La matriz energética más limpia del mundo
América Latina tiene la matriz energética más limpia del mundo, con una participación de las fuentes renovables del 25%. Esto se debe principalmente a la elevada participación de la hidroelectricidad y de biocombustibles en varios países de América del Sur.
Adicionalmente, la región tiene un importante potencial de recursos renovables (hidroelectricidad, energía solar, energía eólica, biomasa, entre otros) que puede ayudar a que esta matriz sea todavía más limpia en los próximos años.
De todas formas el petróleo y sus derivados dominan con 41% la distribución energética regional, seguidos de gas natural (29%), biomasa (14%), hidroenergía (8%), carbón natural y coque (4%), otras fuentes renovables (3%) y energía nuclear (1%).
A nivel global las energías renovables representan el 13% del consumo total y el 20% de la generación de energía eléctrica. En América estas cifras casi se triplican, ya que estas suponen el 66% de la generación y el 30% del consumo de energía total, según la Agencia Internacional de Energía. En Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, por ejemplo, los programas de hidroelectricidad de bajo costo hoy en día ya pueden competir con las alternativas termoeléctricas.
Sectores clave para América Latina
- Hidroelectricidad: América Latina es una de las regiones con mayor potencial hidroeléctrico del mundo pero solo ha desarrollado un 23% de su capacidad. Entre los principales factores que impiden el desarrollo de ese potencial destacan los relacionados con el retraso de numerosos proyectos de generación de energía hidroeléctrica, la dificultad para obtener licencias ambientales o los conflictos con las comunidades afectadas directamente por los emprendimientos.
- Energía eólica: la energía eólica es la más competitiva entre todas las fuentes de electricidad, encontrándose en segundo lugar por detrás de las centrales hidroeléctricas. En América del Sur la capacidad instalada pasó de 435 MW en 2008 a 4.137,6 MW en 2013; en Centroamérica la expansión ha sido similar, pasando desde los 226 MW a 2.355 MW durante el mismo período. En resumen, este estado de la energía eólica en la región: la expansión del parque generador eólico latinoamericano ha respondido a la competitividad económica de esta tecnología; los avances tecnológicos han permitido incrementar los factores de carga obtenidos; La rápida incursión de la energía eólica en América Latina ha respondido a la introducción de políticas de fomento a las energías renovables.
Más sobre el trabajo de CAF en este tema en la sección de energía.