Cómo cerrar la brecha de infraestructura en América Latina
Los países de la región deberían incrementar la inversión en infraestructura hasta 3 puntos porcentuales con respecto al PIB para cerrar la brecha que los separa de las economías avanzadas
Que 50 millones de latinoamericanos se sumaran a las filas de la clase media en los últimos quince años es indudablemente una buena noticia para la región. Pero no lo es tanto el hecho de que este crecimiento no ha ido de la mano, en líneas generales, de mejoras en las infraestructuras, especialmente las de transporte, energía, telecomunicaciones o gestión integral del agua.
El resultado de esta realidad es que la brecha que separa a los países de América Latina de las economías más avanzadas sigue limitando las aspiraciones de tener un desarrollo económico y social que incluya a todos los habitantes de la región.
Está comprobado que la creación de nuevas y mejores infraestructuras tiene un efecto directo en el aumento de la productividad, en la reducción de las desigualdades y en la calidad de los servicios públicos. Entonces, ¿porqué los países de la región no invierten masivamente en sus infraestructuras?
La respuesta, a grandes rasgos, es la siguiente: tradicionalmente el grueso del presupuesto para las infraestructuras latinoamericanas, así como para buena parte de los países en desarrollo, provenía de los gobiernos, en una práctica que hoy en día se hace imposible a la luz del contexto económico global -las perspectivas de crecimiento para América Latina en 2016 se sitúan entorno al 1%. Adicionalmente, es necesario que se elaboren planes integrales de desarrollo de las infraestructuras en cada país.
Se calcula que América Latina debería aumentar las inversiones hasta 3 puntos porcentuales con respecto al PIB si pretende entrar en la liga de las regiones desarrolladas. Y todo indica que el sector público no podrá movilizar en solitario los gastos que se necesitan. IDeAL: La Infraestructura en el Desarrollo Integral de América Latina, elaborado por CAF, para garantizar inversiones continuadas en infraestructura y asegurar la productividad de los recursos que se asignen, es imprescindible incluir al sector privado en planes a largo plazo que contribuyan a minimizar los riesgos asociados al cambio de prioridades en las nuevas administraciones.
Y es que las inversiones público-privadas representan una buena herramienta para mantener el ritmo de inversión en proyectos de infraestructura. Entre las ventajas que ofrecen está la suma de fondos adicionales, más allá de los recursos públicos, para invertir en proyectos de desarrollo y, al mismo tiempo, la incorporación del conocimiento técnico y gerencial del sector privado, aportando valor agregado y mayor eficiencia técnica.
Estado de las inversiones en infraestructura
En América Latina las inversiones en infraestructura se han producido principalmente en las áreas de transporte (mayoritariamente en carreteras), energía eléctrica (suministro y generación de electricidad), telecomunicaciones y equipamientos público. En cuanto a los sectores más rezagados aparecen los de agua y saneamiento y el transporte urbano.
De todos modos, la región afronta retos importantes en el financiamiento de infraestructura, entre los que destacan la canalización de los recursos financieros para proyectos que aporten un alto valor socioeconómico. Estos objetivos solo podrán asumirse si los países de la región se comprometen en fortalecer sus instituciones para aportar seguridad jurídica a las inversiones, al mismo tiempo que se incentiva una administración de riesgos adecuada y unas políticas de transparencia.