La transformación urbana de Guayaquil, un ejemplo para el resto de América Latina
Gracias a intervenciones urbanas integrales, en pocos años Guayaquil recuperó importantes espacios públicos como malecones, parques, calles y plazas.
En las últimas décadas, Guayaquil ha experimentado uno de los procesos de renovación urbana más rápido y amplio de América Latina. En pocos años la ciudad recuperó importantes espacios públicos como malecones, parques, calles y plazas, así como edificaciones que durante los años 60 y 70 sufrieron descuido y abandono como consecuencia de una falta de planificación urbana que también propició la degeneración del centro de la ciudad.
Todo cambió a partir de los años 90, cuando una nueva política pública comenzó a transformar la ciudad a través del proyecto Malecón 2000, que se extendió a avenidas, calles y barrios con la restauración, construcción y saneamiento ambiental, que contribuyó a transformar significativamente la ciudad.
Los resultados de este proceso han permitido que hoy en día Guayaquil vuelva a ver en su centro antiguamente abandonado un espacio para recorrer, para pasear e, incluso, para vivir. El antes maltratado malecón es hoy el principal atractivo de la ciudad. El cerro Santa Ana, sector considerado de alta peligrosidad, se constituye, también, en uno de los principales atractivos de la urbe. El contaminado estero Salado ha pasado, gracias al Malecón del Salado y a las medidas para su descontaminación, a ser un espacio de tránsito de botes, de competencias náuticas y otras actividades lúdicas. Lo mismo ocurre con otros tantos sectores de Guayaquil que se han recuperado gracias a las intervenciones de las autoridades locales y una correcta planificación.
Pero más allá de temas de infraestructura física, la regeneración logró ampliar notablemente la confianza de la ciudadanía, generar sentido de orgullo y promover su participación, no sólo a través de su opinión, sino, además, como inversionistas de proyectos que resultan en beneficios y mejoras para la misma ciudadanía.
Aporte de CAF al desarrollo de la ciudad
CAF ha sido uno de los mejores aliados de esta transformación, a través de la ayuda técnica y financiar para estructurar e implementar diferentes proyectos, como por ejemplo la Metrovía, una obra que contribuye al desarrollo del transporte masivo y que favorece la movilidad en menor tiempo de viaje del 85% de los usuarios del transporte público.
Otra obra en la que CAF ha participado es el Terminal Terrestre de Guayaquil. Su historia viene de larga data, desde su inauguración en 1985, año en el que ya presentó daños. Aunque el terminal continuó operando por casi 20 años, fue en 2004 cuando se inició la intervención a través de la remodelación, reconstrucción y ampliación del nuevo terminal, que contó con el financiamiento de CAF y fue concluyó en 2008. Dos pisos fueron remodelados para buses intercantonales, interprovinciales e internacionales, con 39 andenes para cada terminal. El terminal de buses urbanos cuenta con 15 andenes. De esta manera, nuevos y funcionales servicios proveen de una experiencia agradable a los usuarios que al llegar al terminal, quienes disponen de la playa de estacionamiento remodelada, y en su interior disfrutan de sala de espera, sector comercial, locales gastronómicos y quioscos, plazas y áreas verdes, además de áreas de apoyo remodeladas para el funcionamiento general.
Otro ejemplo es el Malecón del Estero Salado, lugar emblemático de la ciudad de Guayaquil que se construyó en el 2009 a lo largo de 400 metros de superficie, como parte del proceso de regeneración urbana de la ciudad. La obra, que contó con el apoyo de CAF, se ha convertido en un espacio público destinado a todos los habitantes, que recorren sus dos plantas disfrutando de la calidad paisajística del estero y de la ciudad. En su planta alta, se pueden encontrar un puente peatonal colgante de 55 metros de longitud y cubiertas que semejan las velas de embarcaciones al viento. Espacios recreativos, jardines y plazas, esculturas y vitrales, fuentes de aguas danzantes y luces de colores y un embarcadero para emprender paseo en bote por el estero, son una contribución a la recreación y al turismo.
También CAF contribuyó a mejorar la calidad de vida de la población de escasos recursos en Guayaquil, a través de la realización de obras de alcantarillado en cooperativas varias como Bastión Popular y Los Vergeles, para mejorar la salubridad de una población estimada de 172.000 personas residentes en tres sectores urbano – marginarles. La infraestructura pública de calidad llegó también a barrios populares de la ciudad a través del Programa de Obras Viales en Zonas Densamente Pobladas de Guayaquil, con la construcción de aceras, bordillos y obras viales complementarias en los barrios.
Asimismo, el intercambiador Av. De las Américas consiguió mejorar las condiciones actuales de la infraestructura vial de la ciudad, disminuyendo los tiempos de viaje, mejorando la movilidad intrazona y descongestionó la Av. Benjamín Rosales. Esto se traduce en ahorro en el tiempo de viaje de la población, en costos operativos de los vehículos, reducción de los accidentes y disminución del impacto medio ambiental ocasionado por la emisión de gases y ruido de los automotores. Esta obra beneficia a más de 650.000 habitantes que se encuentran en el área de influencia indirecta del intercambiador.