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Las infraestructuras de transporte son determinantes para mejorar la accesibilidad, reducir la congestión y aumentar la productividad de América Latina.
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Siendo América Latina una de las regiones con las tasas de urbanización más altas del mundo (alrededor de 80%), es fundamental identificar qué estrategias son efectivas para reducir los costos de la congestión y mejorar la accesibilidad, y cómo esto puede mejorar de forma sustancial la calidad de vida y la productividad de la población.
Entre las iniciativas exitosas en este terreno destacan el establecimiento de vías exclusivas para vehículos con más de un pasajero, subsidios al costo del transporte, la implementación de sistemas de transporte de tránsito rápido, el incentivo al uso de la bicicleta y la extensión y mejoramiento de la red de calles, avenidas, autopistas, carreteras, ferrocarriles y medios subterráneos.
En el caso de los programas dirigidos a mejorar el transporte público, América Latina puede exhibir diversas iniciativas. Sistemas de buses de tránsito rápido como el Transmilenio en Bogotá, el Metrobús en ciudad de México, el Metrobus-Q en Quito y el Transmilenio en Santiago han logrado, en líneas generales, una reducción de la congestión vehicular, los tiempos de viaje y la contaminación.
En cuanto a la infraestructura interurbana de transporte, la evidencia disponible sugiere que su creación, mejoramiento o expansión ha tenido como principal consecuencia la disminución de los costos de transporte tanto de personas como de mercancías, ya que aumentan la productividad, incentivan el comercio, la creación de empresas y la diversificación económica, facilitan el intercambio regional e interregional e incrementan el valor de las localidades debido a su crecimiento.
En la región también se cuenta con experiencias relacionadas al subsidio en el costo del transporte, como el Vale Transporte de Brasil, en el que los empleadores formales otorgan a sus trabajadores un monto destinado a subsidiar el costo del desplazamiento entre el lugar de residencia del trabajador y su lugar de trabajo; aunque no se han encontrado evaluaciones de su efecto.
A su vez, también existe evidencia sobre el impacto de la construcción de redes de ferrocarriles, puertos y otras obras de infraestructura. Por ejemplo: en la India colonial el acceso a la red de ferrocarriles facilitó el comercio redujo los costos de transporte y aumentó el ingreso per cápita de los lugares conectados en 16%. También en la Ghana colonial el desarrollo esta infraestructura tuvo grandes efectos tanto sobre el nivel de actividad económica. Y en Estados Unidos, el desarrollo de una red de ferrocarriles a finales del siglo XIX aumentó el valor de la tierra en las zonas conectadas a la red.
Por su parte, los programas de restricción a la circulación de vehículos en la región han sido en su mayoría perjudiciales e insostenibles en el tiempo, y no se han implementado medidas más comunes como los “impuestos de congestión”.
Aunque en Latinoamérica ya se han implementado algunas de estas políticas, como llevar sistemas de transporte a zonas vulnerables –por ejemplo, el Metrocable–, o introducir el uso compartido de la bicicleta, aún se desconocen sus efectos. Un desafío en términos de conocimiento se relaciona al impacto de las nuevas plataformas tecnológicas asociadas al transporte, como Google Maps o Uber, sobre el crecimiento y la formación de las ciudades.
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