Antártica
03 de octubre de 2024
El territorio Antártico, con 14 millones de km², es un ecosistema extremo y único, con biodiversidad limitada en tierra pero rica en el mar. Enfrenta amenazas como la pérdida de la capa de ozono, calentamiento global, contaminación y actividad pesquera que afectan sus ecosistemas y hábitats.
El territorio Antártico cuenta con siete países que reivindican parte su superficie conformada por 14 millones de km2. Francia, Noruega y Reino Unido reclaman soberanía sobre áreas del continente blanco y naciones colindantes como Argentina, Australia, Chile y Nueva Zelanda (Tratado Antártico, 1959).
Los territorios chilenos y argentinos juntos ocupan aproximadamente 1,4 millones de km2, zona conocida como Antártica Occidental, dividida de la Antártica Oriental por las montañas Transantárticas de 4.000 km de longitud (Libertelli, 2021).
Menos del 1% del continente está libre de hielo, presenta las condiciones climáticas más frías, secas y ventosas del planeta convirtiéndolo en el continente sumamente inhóspito y extremo, esta cualidad ha creado que los organismos que la habitan tengan características únicas propias de la región y que la biodiversidad terrestre sea limitada, en verano cuando se derrite el hielo en las costas, se pueden encontrar variedad de musgos, líquenes, hongos, gramíneas y dicotiledónea además de aves y mamíferos en época de reproducción y/o descanso. La biodiversidad marina por otro lado es superior, existen cerca de 300 especies de peces habitando las aguas antárticas, el 90% de las especies de ellos son endémicos de la región, además la comunidad bentónica antártica, es decir organismos que viven en el fondo marino, cuenta con una gran diversidad de especies (Libertelli, 2021).
Este ecosistema ha sufrido de eventos extremos durante los años, pero el más importante es el sucedido en 1980, cuando se descubrió la pérdida de una gran parte de la capa de ozono sobre la Antártica. Esta pérdida fue provocada por la presencia de clorofluorocarbonos en la atmósfera, elemento químico utilizado como refrigerante y en aerosoles. Los efectos de este “agujero” en la capa de ozono aún se pueden detectar en el aumento masivo de la radiación ultravioleta en la primavera antártica y el enfriamiento estratosférico que traen consecuencias en ecosistémicas de alta latitud (zonas centro-sur y sur de Chile y Argentina), glaciares y precipitaciones (Siegert et al, 2023; Barria, 2021).
A pesar de que la población en la Antártica es mínima, las actividades antropogénicas logran repercutir en este ecosistema tan lejano debido a procesos ambientales, lo cual afecta la dinámica ecosistémica y preocupa por la contaminación por micro plásticos y otras sustancias químicas y por la posible bioacumulación y toxicidad que puede presentar en organismos expuestos. Las emisiones de carbono acarreadas por el krill, acidifica los océanos y el calentamiento global, junto con el agujero en la capa de ozono existente en esta parte del mundo, derrite cuerpos de hielo que desencadena la estratificación del océano. Por otra parte, la actividad pesquera representa una amenaza para la biodiversidad y los hábitats antárticos (Grosu, 2023; Barria 2021).
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