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La región tiene la matriz energética más limpia del mundo, pero deberá mejorar su eficiencia para competir globalmente y abastecer a la creciente demanda local
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Los avances sociales y el asombroso crecimiento económico de la última década han acercado a América Latina a los estándares de las economías más avanzadas, pero también han traído consigo nuevos retos y desafíos, como por ejemplo de qué forma se puede asegurar que todos los latinoamericanos accedan a servicios de energía estables.
A medida que crece la clase media y la urbanización, coinciden los expertos, también aumenta la demanda energética, especialmente de electricidad, gas natural y producción de derivados del petróleo. A esta realidad cabe sumarle que hoy en día unos 30 millones de latinoamericanos no tienen acceso a electricidad y otros 34 millones no tienen acceso a agua potable.
Y por si fuera poco, el calentamiento global obliga a plantearse un nuevo paradigma energético basado en fuentes alternativas y menos dependiente de los combustibles fósiles.
Ante este panorama América Latina debe enfrentar un triple reto:
Para tener éxito serán imprescindibles las inversiones en infraestructuras modernas y eficientes, que soporten la creciente demanda y posibiliten que la región compita con garantías a nivel global.
Según el informe Energía: una visión sobre los retos y oportunidades en América Latina y el Caribe, la producción y el consumo energético en la región deberá articularse con políticas sostenibles y, al mismo tiempo, involucrar a sectores como el automotriz, el petroquímico, el agroalimentario, el minero o el de servicios. Esto ayudaría a mejorar la competitividad y la integración regional y fomentaría las inversiones tanto del sector público como del privado.
La respuesta a estos retos parece estar en administrar de forma inteligente los recursos energéticos de los que se disponen. En otras palabras, optimizar los procesos productivos y el uso de energía para lograr la eficiencia energética. A pesar de algunas experiencias exitosas en diversos sectores, la eficiencia energética no se ha incorporado plenamente en la agenda de las políticas públicas de la mayoría de los países de la región.
Estas son algunas recomendaciones para lograr la eficiencia energética en América Latina:
La matriz energética más limpia del mundo
América Latina tiene la matriz energética más limpia del mundo, con una participación de las fuentes renovables del 25%. Esto se debe principalmente a la elevada participación de la hidroelectricidad y de biocombustibles en varios países de América del Sur.
Adicionalmente, la región tiene un importante potencial de recursos renovables (hidroelectricidad, energía solar, energía eólica, biomasa, entre otros) que puede ayudar a que esta matriz sea todavía más limpia en los próximos años.
De todas formas el petróleo y sus derivados dominan con 41% la distribución energética regional, seguidos de gas natural (29%), biomasa (14%), hidroenergía (8%), carbón natural y coque (4%), otras fuentes renovables (3%) y energía nuclear (1%).
A nivel global las energías renovables representan el 13% del consumo total y el 20% de la generación de energía eléctrica. En América estas cifras casi se triplican, ya que estas suponen el 66% de la generación y el 30% del consumo de energía total, según la Agencia Internacional de Energía. En Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, por ejemplo, los programas de hidroelectricidad de bajo costo hoy en día ya pueden competir con las alternativas termoeléctricas.
Sectores clave para América Latina
Más sobre el trabajo de CAF en este tema en la sección de energía.
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