De la manufactura a la mentefactura

Para mejorar la competitividad de un país, se hacen necesarias políticas públicas que apuesten por un crecimiento alto y sostenido de la economía

19 de junio de 2014

Hay varios puntos que definen a un país como competitivo. Se puede hablar desde el punto de vista de la calidad institucional, por ejemplo, en términos de transparencia; también respecto a las finanzas públicas, los indicadores macroeconómicos, el desarrollo de infraestructuras, el tamaño de los mercados o la capacidad regulatoria.

Pero para mejorar la competitividad de un país o de una región, es clave lograr su crecimiento. Para ello, hay decisiones en las políticas públicas que nos ayudan a detonarlo, aquellas que ayudan a elevar la competitividad y la innovación. La base es la educación pública, seguido de la ciencia, la tecnología y la innovación de un país que impulsa más generación de conocimiento.

Otro punto importante es la profesionalización de la gestión pública, fundamental para el desarrollo económico. También, la generación de infraestructuras bien focalizadas, de buena calidad, que sirvan a los propósitos de crecimiento. El punto está en elegir tres o cuatro acciones en políticas públicas que vayan a generar este crecimiento en competitividad e innovación.

La aplicación de esto da como resultado la generación de un mediano o alto valor agregado, a ofrecer más información e investigación de calidad. Se empezaría así a crear un espacio entre los mercados internacionales y pasar a ser de un país manufacturero a uno mentefacturero.

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