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En cuanto a la situación actual, García declaró que “no se trata únicamente de una crisis del sistema financiero, que ha puesto en riesgo los flujos de recursos dentro de los países de la región y hacia el resto del mundo, sino que significa también un fuerte golpe a la economía real”. Agregando que “lo que parecía ser un tema exclusivamente del sector hipotecario en Estados Unidos, hoy tiene efectos en el crecimiento, el empleo y, por consiguiente, genera condiciones adversas para todos los países del mundo”.
Específicamente se refirió a que los efectos de la crisis se verán reflejados en un ciclo de menor crecimiento global, y – por ende – en Latinoamérica, con mayor aversión al riesgo en los mercados de capital, un impacto desfavorable sobre los términos de intercambio, las remesas y los flujos de capital de Latinoamérica. “Lo anterior implicará un menor crecimiento en la región, deterioro en las cuentas externas y fiscales y un importante riesgo de reversión de los avances sociales, alcanzados hasta el momento”.
Sin embargo, explicó que, más allá de los impactos adversos de esta coyuntura, persisten importantes desafíos estructurales en la región, dado que “el nivel actual de ahorro doméstico de América Latina no es suficiente para cubrir las necesidades de inversión necesarias para sostener un mayor crecimiento, por lo que se requieren recursos anuales de por lo menos USD 120.000 millones de financiamiento neto externo”.
La crisis: una oportunidad
“Nosotros –declaró García – vemos que la crisis es una oportunidad para que todas las instituciones que estamos vinculadas con el desarrollo juguemos un rol anticíclico muy importante”. Mencionó que “la idea es impulsar medidas que nos ayuden, no solamente a sortear este período de inestabilidad, sino que promuevan en la región un modelo de crecimiento más sostenido y – principalmente – de mejor calidad, es decir, que no sólo sea eficiente desde el punto de vista económico, sino que cree empleo productivo, sea incluyente, respete la diversidad cultural y el medio ambiente” indicó.
En este sentido, destacó el apoyo de la CAF a sus países socios ante la crisis, reflejado en un aumento de las operaciones de crédito y cooperación técnica, mejoramiento del perfil de la deuda, líneas contingentes de crédito, mayor financiamiento al comercio y capital de trabajo, ampliación del financiamiento de inversión y catalítico, apoyo al fortalecimiento institucional y de políticas, mejoras en las condiciones financieras y, por último, el fortalecimiento del Fondo de Financiamiento Compensatorio de la Corporación.
De hecho, la CAF puso en funcionamiento, en el mes de septiembre, una línea de crédito contingente de liquidez por USD 1.500 millones, la cual está dirigida a apoyar a sus países socios que encuentren dificultades en el acceso a financiamiento en los mercados de capital. Adicionalmente se ofreció un incremento en las líneas de crédito que la Institución posee en la actualidad para el sistema financiero de la región, que de USD 1.500 millones pasaron a USD 2.000 millones.
15% de aumento en aprobaciones
La Corporación aprobó para este año una cifra récord superior a los US$ 7.500 millones, lo que representó un aumento de cerca de 15% con respecto al año anterior. Del total aprobado, 37% estuvo dirigido al financiamiento de proyectos de infraestructura económica, de integración y social. Dentro del área de desarrollo social, que incluye gobernabilidad y capital social, se destinaron USD 544 millones, para financiar proyectos concentrados en educación, agua y saneamiento, contingencia ante desastres y preservación ambiental.
Resalta en 2008 que más de la mitad de las operaciones aprobadas (USD 3.938 millones) se consignaron al sector productivo. Específicamente, más del 75% de dicho monto fue canalizado a través de instituciones bancarias, atendiendo así al sistema financiero de la región, debido a las restricciones a las que se han enfrentado los países para acceder a los mercados de capital. Cabe mencionar, además, la creciente actividad de la CAF en el sector microfinanciero y de PyME.
Más allá de las operaciones crediticias y de estructuración financiera, la CAF tiene un programa integral de apoyo a los países, con recursos de carácter no reembolsable, destinados particularmente al fortalecimiento institucional, impulso a estrategias y políticas que estimulen el crecimiento económico, la inclusión social y la promoción de la identidad cultural de la región. En 2008 se aprobó un monto récord de USD 55 millones con recursos de este tipo.
La dimensión latinoamericana de la CAF
Durante este año la Corporación continuó consolidando su dimensión latinoamericana, al tiempo que avanzó en su proceso de internacionalización. En este sentido, Enrique García puntualizó los avances alcanzados en la formalización de Argentina, Brasil, Panamá y Uruguay como miembros plenos, la próxima incorporación de Guatemala como accionista y el aumento de capital por parte de Chile. Además, en los próximos días Paraguay suscribirá la modificación de su condición de miembro Serie C a Serie A y próximamente se realizará la firma para el aumento de capital de Trinidad y Tobago en la Corporación.
Por otro lado destacó el fortalecimiento de la labor de promoción de la Corporación en España y el resto de la Unión Europea, región con la cual cada vez se estrechan mayores lazos. De hecho, 2008 fue testigo de la firma de una carta de intención para la incorporación de Portugal como accionista de la CAF y la aprobación, por parte del Parlamento italiano, para el ingreso de este país como accionista.
Solidez financiera a favor de la región
El desafío central que enfrenta la CAF de cara al futuro es atender las mayores necesidades de financiamiento de sus países accionistas y preservar su acceso competitivo a los mercados internacionales de capital. De hecho, la CAF se constituye como la principal fuente multilateral de financiamiento en sus países fundadores y la principal fuente multilateral de financiamiento de infraestructura en América Latina. “Esto no sería posible sin la solidez financiera de la Institución, reflejada en el crecimiento continuo del patrimonio, consistente mejora en las calificaciones de riesgo – incluso durante crisis financieras – y el férreo compromiso por parte de sus accionistas, que le permiten captar recursos en forma estable y competitiva, fortaleciendo su rol catalítico y anticíclico” finalizó Enrique García.
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