Gracias por fumar

Fragmento de uno de los textos ganadores del III Premio de Periodismo Económico Iberoamericano de IE Business School. Una pieza sobre el mercado del tabaco, escrita por Carlos Trombem y Loreto Urbina para la revista América Economía

28 de junio de 2013

A principios de noviembre se reunieron en Rio de Janeiro el brasileño Andrea Martini, el argentino Alejandro Riomayor, el colombiano Jaime Humberto Delgado y los británicos Michael Hardy y Jack Bowles. Ningún detalle del encuentro se filtró a la prensa y una portavoz de British American Tobacco (BAT) señaló a AméricaEconomía que se trató de una "reunión rutinaria" entre sus gerentes regionales. La única certeza es que, si alguno de ellos fuma, tuvo que salir a un área específica para encender un cigarrillo.

En Brasil está prohibido fumar en lugares cerrados, como lo están también la publicidad de cigarrillos y el patrocinio de eventos deportivos y culturales por parte de las tabacaleras. Desde la firma del Convenio Marco de la OMS en 2005, en toda la región los gobiernos están redoblando su artillería legal contra la industria. Y el que más lejos ha llegado es el uruguayo, que en abril prohibió la exhibición de cajetillas en los puntos de venta.

"Todo esto va más allá del cigarrillo", dice la estadounidense Lezak Shallat, coordinadora de la organización Chile Libre de Tabaco. "Se trata de proteger a las personas del bombardeo publicitario de la comida chatarra y otros productos que afectan la salud".

Para Shallat la ecuación es simple: las regulaciones más duras afectan el consumo, lo cual significa "menos cáncer, menos ataques cardiacos, etc." Pero ¿es tan así en América Latina?

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