El estudio basado en los resultados de encuestar a más de 50
empresas de propiedad estatal en América Latina y el Caribe
reconoce que estas Juntas Directivas han logrado avances
significativos en materia de gobierno corporativo, aunque asegura
que todavía hay margen de mejora.
En este sentido, para garantizar Juntas Directivas efectivas,
los Estados deberían proporcionar un marco de actuación claro,
permitir que los directores cuenten con los mecanismos y
herramientas adecuadas para el ejercicio de sus funciones y
comprender que la gestión debe funcionar bajo criterios
profesionales y técnicos.
Prácticas concretas como contar con un cronograma anual de
reuniones con los temas a tratar en cada sesión, configurar comités
de auditoría, otorgar una remuneración a los directores o
involucrar a las Juntas Directivas en la toma de decisiones
estratégicas, son algunos ejemplos que ayudarían a fortalecer los
modelos de gobernabilidad en las empresas públicas.
"Las mejores Juntas Directivas son los que van más allá del
cumplimiento legal para asumir un rol más activo en la creación de
valor, es decir, aquellos que establecen estrategias y actúan como
una entidad colegiada con responsabilidades compartidas", explica
Juan Carlos Elorza, Director de Desarrollo Productivo y Financiero
de CAF.
Elorza asegura que el fracaso de las Juntas Directivas de
empresas de alto perfil, la competencia con el sector privado, el
auge de nuevas tecnologías y unos ciudadanos cada vez más
informados y demandantes de buena gestión de los recursos públicos
son algunas razones por las que deberían sistematizarse las buenas
prácticas en las Juntas.
A partir de los resultados obtenidos, la publicación propone las
siguientes recomendaciones que deberían contribuir a mejorar la
eficiencia de las empresas gestionadas por los Estados:
- Estructura y conformación de las Juntas Directivas:es
importante que el Estado aplique criterios rigurosos durante los
procesos de designación y conformación de las Juntas Directivas, de
manera que se elimine el modelo de nombramientos discrecionales y
se incorporen procesos más estructurados basados en la idoneidad,
el profesionalismo, la capacidad de aporte y la independencia de
los directores. Adicionalmente, las EPE deben establecer una
separación de cargos y funciones entre el Presidente de la Junta
Directiva y el Primer Ejecutivo, instaurar procesos de nombramiento
escalonados y definir estrategias para mitigar los riesgos de
sucesión.
- Rol del Estado como propietario/accionista de empresas:es
importante que el Estado otorgue a las Juntas Directivas de las
EPEs un marco de actuación para que ejerzan sus funciones de manera
efectiva, autónoma, con plena autoridad e independencia en la toma
de decisiones. Para la definición de este marco de actuación se
requiere de un proceso previo de categorización de las EPEs en
función de sus objetivos específicos y de las expectativas o
resultados esperados por el Estado. A través de una política
de propiedad se podrá establecer el nivel de injerencia del Estado
en los asuntos de las EPEs y el marco de actuación de los demás
órganos de gobierno.
- Nombramiento del Presidente Ejecutivo de las EPEs:para que
las Juntas Directivas de las EPEs cuenten con el
empoderamiento y legitimidad suficientes para ejercer control y
supervisar el desempeño de la alta gerencia, es necesario que
tengan poder sobre el proceso de nombramiento y remoción del Primer
Ejecutivo. Si existen disposiciones legales que faculten a la
función de propiedad la realización de nombramientos directos de
los Primeros Ejecutivos, se espera que las Juntas Directivas sean
consultados por el Estado y los procesos de nombramiento se lleven
a cabo bajo relaciones de coordinación y acuerdo.
- Procesos de inducción y capacitación:el Estado debe ser
consciente de la necesidad de generar capital humano y desarrollo
profesional en las personas que ha designado para administrar y
direccionar sus empresas, así como proporcionar los mecanismos
adecuados para el ejercicio de su rol. Por tanto, se recomienda al
Estado apoyar los procesos de información, formación y
fortalecimiento de los conocimientos y habilidades de los
directores de las EPEs para el desempeño adecuado de sus funciones
y responsabilidades.
- Evaluación y fortalecimiento de las Juntas Directivas de las
EPEs: el Estado debe ser el principal garante de la implementación
de procesos de evaluación de las Juntas Directivas, como una señal
de apoyo y compromiso con el buen funcionamiento de la empresa y el
fortalecimiento de la estructura, operación y desempeño de la
Junta.. Además, deben crearse mecanismos para conocer los
resultados de los procesos de evaluación, velar por la
implementación de los planes de fortalecimiento que se definan y
tomar las medidas correctivas necesarias.
- Incentivos para los directores: en gran parte de las EPEs, la
remuneración se sitúa por debajo de los niveles de mercado, hecho
que no permite atraer directores con las capacidades y la
experiencia suficiente para el cumplimiento de sus funciones. El
Estado deberá establecer sistemas de remuneración competitivos y
vinculados con los resultados y desempeño de la empresa.