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Una escuela en Caricuao, Caracas, enseña a jóvenes con capacidades motoras distintas a fabricar instrumentos de cuerda
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No es fácil hacer un violín con una sola mano o sentado, pero en el Taller de Luthería de Caricuao, una parroquia populosa de Caracas, el profesor Eddy Acosta se ha adaptado a las necesidades de todos los jóvenes que acuden allí. "Cada uno viene con una problemática distinta y hay que ver cómo hacen los instrumentos así. Pero no ha sido difícil adaptarnos entre todos", comenta.
Quienes acuden al taller, lo hacen después de alguna experiencia en la que han visto mermadas sus capacidades motoras y han pasado de tener un empleo estable a una situación de inestabilidad. "Muchos de los que vienen aquí se sentían desplazados, sin oportunidad de empleo, engañados porque les ofrecían algo y al final no les daban nada. Después de estar aquí han cambiado su actitud con la sociedad".
En la parte de movilidad también han visto mejoría, hay una mayor integración de la parte afectada. Además de trabajar la parte emocional, hay un beneficio para la parte física. Así lo vivió Rafael Areasa, uno de los integrantes de este proyecto. Sufrió un accidente que lo postró en una silla de ruedas. "Perdí todo, mi mujer, mi trabajo, mi casa. Con esta oportunidad he aprendido algo nuevo y me ha gustado mucho". El profesor Acosta incide en que es precisamente en la novedad, en ver cómo los alumnos transforman la madera y reparan los instrumentos, donde reside el poder integrador del taller de Luthería. "Al final, ver que el instrumento que hiciste está en una orquesta, es maravilloso. Satisface".
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