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Por cada dólar invertido en prevención se ahorra luego más de siete dólares en reconstrucción, de ahí la importancia de planear, diseñar, financiar y operar infraestructura resiliente y baja en emisiones en la región. Argentina y Chile ya están trabajando en este asunto que fue discutido en la Conferencia Infraestructura para el Desarrollo de América Latina, que realizó CAF en el Hotel Alvear Icon de Buenos Aires los pasados 25 y 26 de abril.
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América Latina y el Caribe es una región especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático debido a su ubicación geográfica, distribución territorial de su población y dependencia a sus recursos naturales. En zonas como el sureste de Argentina, el sur de Chile, el sur de Perú, Costa Rica y gran parte de Colombia se prevé una disminución en el régimen de precipitaciones, y en el Caribe un aumento en la intensidad y frecuencia de los huracanes. Así mismo, en el extremo sur de la Patagonia y en la cordillera de los Andes, en especial en Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador, se espera una disminución en la superficie de los glaciares.
La alteración en los patrones climáticos afectará directa e indirectamente la infraestructura de la región, ocasionando pérdidas económicas anuales que podrían ascender entre un 1,5% y 5% del PIB para el año 2050, estima un estudio de la Cepal, por lo que la severidad de los daños dependerá de la vulnerabilidad y resiliencia de cada país y de las medidas que se tomen en el corto plazo para afrontar este desafío.
Sí se pueden minimizar los efectos del cambio climático sobre la infraestructura y la sociedad al realizar inversiones en infraestructura que incrementen la resiliencia y disminuyan las emisiones de gases de efecto invernadero. Aun cuando el costo de este tipo de infraestructura es mayor, sus beneficios sobrepasan el gasto. Esto se debe a que según el PNUD, por cada dólar invertido en prevención de desastres se ahorra luego más de siete dólares en reconstrucción, sin perjuicio de las vidas humanas que una tragedia acarrea. Asimismo, con este tipo de acciones se garantizarán años de vida útil de la infraestructura y de la inversión.
Para hacer frente a esta realidad se requiere innovar en la manera de concebir los proyectos y crear mayor conciencia acerca de los beneficios y oportunidades que representa la infraestructura resiliente y baja en emisiones. En ese sentido, en la planeación, diseño, financiamiento y operación de infraestructura, dentro y fuera de las ciudades, se deberán considerar los escenarios climáticos para aumentar su resiliencia, disminuir su vulnerabilidad y, al mismo tiempo, fomentar el desarrollo sostenible.
Por ejemplo, Argentina está tomando cartas en el asunto con el apoyo de CAF –banco de desarrollo de América Latina- a través de la construcción de un proyecto de adaptación al cambio climático. Se trata del Plan de Manejo Integral de la Cuenca del Río Luján, en la Provincia de Buenos Aires, que contribuirá a prevenir los peores efectos de eventos climáticos extremos como son las inundaciones y beneficiará a más de 2.800.000 personas que representan el 17% de la población total de la provincia.
“Este proyecto demuestra que invertir en medidas de adaptación al cambio climático, como por ejemplo para enfrentar los cambios de patrones de lluvia estacionales, es beneficioso para proteger vidas humanas y para modernizar las infraestructura existentes y hacerlas más resilientes", afirmó Ligia Castro, directora Corporativa de Ambiente y Cambio Climático de CAF.
Gracias a la nueva manera de concebir su estructuración, esta iniciativa recibió el primer crédito concesional para la adaptación al cambio climático otorgado por el Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) por USD 58,5 millones, movilizados por CAF como agencia implementadora. Estos recursos se suman a los dos créditos que la Institución ha otorgado al proyecto por USD 220 millones.
Chile es otro ejemplo en la región con su “Plan de Mitigación y Adaptación de los Servicios de Infraestructura al Cambio Climático, 2017 - 2022” que comenzó hace 10 años y recientemente actualizó su hoja de ruta hasta 2022, bajo la coordinación de los Ministerios de Medio Ambiente y Obras Públicas. Este plan contempla 30 líneas de acción y 16 objetivos específicos que se materializan en 96 medidas concretas con las que se pretende hacer frente a este fenómeno desde los ámbitos de la adaptación y mitigación, ajustando los diseños de los proyectos de infraestructura para disminuir sus daños y consecuencias negativas, pensando también en una gestión del Cambio Climático a nivel comunal, regional y nacional.
Estos y otros avances en la región, junto con los desafíos y oportunidades en el diseño, planeación, operación y financiamiento de infraestructura resiliente y baja en emisiones, se discutieron en la Conferencia Infraestructura para el Desarrollo de América Latina, organizada por CAF en Buenos Aires, Argentina, los pasados 25 y 26 de abril en el hotel Hotel Alvear Icon.
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