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El importante rol catalítico que desempeña la CAF para captar y movilizar recursos, le ha permitido canalizar unos US$ 50.000 millones hacia proyectos que contribuyan al desarrollo sostenible de sus países accionistas y a la integración regional, a través de operaciones de cofinanciamiento y de innovadores productos financieros como los préstamos A/B, destinados a aumentar las inversiones para el sector privado, del cual la CAF es el principal financiador a largo plazo. Cabe destacar, también, la participación accionaria de la entidad en numerosos fondos de inversión, orientados a apoyar la dotación de infraestructura -en especial del área privada-, atender a la micro, pequeña y mediana empresas, procesos de privatización y la constitución de una compañía que emitirá seguros contra riesgo político.
Esta acción ha sido posible gracias al continuo aumento del capital social de la CAF por parte de los países accionistas, de la reinversión de las utilidades y de la excelente recuperación de cartera a través de los años, aunado a la captación de recursos en diversas fuentes externas, como las líneas de crédito procedentes de importantes entidades financieras del mundo industrializado y de organismos multilaterales, o los recursos obtenidos en los mercados internacionales de capital, donde la CAF posee un reconocido prestigio y solvencia que le han permitido acceder a ellos en las condiciones más competitivas para un emisor latinoamericano, dadas las altas calificaciones de riesgo que le han asignado y elevado las principales agencias del mundo (Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch-IBCA) y que actualmente son las más altas de la región.
En rueda de prensa ofrecida hoy en Caracas, el presidente ejecutivo de esta entidad financiera, Enrique García -de nacionalidad boliviana- señaló que en estas tres décadas América Latina ha transitado un difícil camino, buscando diferentes alternativas económicas y políticas para solucionar los problemas que la aquejan, en especial los relacionados con la pobreza, la inequidad y la exclusión social.
Añadió que la institución que preside nació en una época en que primaba la visión de desarrollo hacia adentro, con un modelo de economía cerrada que empezó a ser reemplazado hacia finales de la década de los ochenta, cuando los países iniciaron un profundo proceso de reformas estructurales de sus economías para responder a los desafíos de un mundo que inexorablemente marchaba hacia el proceso de globalización.
Señaló que hoy el desarrollo no puede organizarse en compartimentos estancos a escala nacional, pues se requiere de vastos recursos -cada vez más escasos-, de alta tecnología y de mercados ampliados. “El progreso para alcanzar el desarrollo se hace en forma mucho más eficiente y rápida a través del esfuerzo colectivo, entre pueblos afines como los nuestros, unidos en un proceso integracionista que hoy funciona con nuevos actores y parámetros de eficiencia y competitividad internacionales”.
En este sentido, la CAF se ha convertido en una firme impulsora de la integración regional, incorporando a su base accionaria y operativa a siete países situados fuera de la región andina -y esperando el ingreso de otros-, lo que produjo una complementariedad de visiones especialmente entre el Mercosur y la Comunidad Andina y llevó a la CAF a financiar proyectos de infraestructura de alto impacto geoestratégico y adecuada preservación del medio ambiente, verdaderos vasos comunicantes que están creando corredores de exportación y facilitando las interconexiones principalmente a nivel vial, energético, fluvial y de las telecomunicaciones.
A su juicio, la región ha experimentado un progresivo y positivo cambio y la propia CAF ha asentado firmemente los pilares de su misión institucional en el desarrollo sostenible y la integración. “Lo importante es tener siempre presente el concepto de sostenibilidad del desarrollo en el largo plazo -señaló- que integra las variables económicas, sociales y ambientales. De este modo, nuestros países se harán menos vulnerables a los choque externos, a las asimetrías en el sistema mundial del comercio y a la volatilidad de los flujos internacionales de capital”.
García hizo énfasis en que la CAF -a través de préstamos, cooperación técnica, líneas de crédito y diversos servicios financieros- atiende en forma integral todas las áreas que conducen al desarrollo sostenible, desde las relacionadas con el logro de la estabilidad macroeconómica, la apertura comercial, privatización y fortalecimiento de los sistemas financieros hasta las reformas destinadas a establecer el marco para hacer más gobernable y eficiente el proceso y brindar al sector privado los incentivos para invertir y producir con competitividad. “La agenda de actividades de la CAF es muy heterogénea -acotó- y en ella también ocupan lugar importante los temas destinados a combatir la pobreza e incrementar el empleo, a preservar el ambiente y otras áreas como la ciencia, la tecnología y la cultura, vistas como una forma de adhesión a los mejores valores de los pueblos y al desarrollo humano sostenible”.
Finalmente, señaló que la institución presenta una sana cartera crediticia, satisfactorios índices de liquidez, eficiencia administrativa y rentabilidad, logros a los que ha contribuido decisivamente el apoyo brindado en estas tres décadas tanto por los gobiernos como por los accionistas de la CAF, hecho que se ha manifestado en los aumentos del capital autorizado de la institución y en la aprobación de una serie de enmiendas a su convenio constitutivo, relacionadas con la gobernabilidad y el fortalecimiento de sus políticas financieras y operativas.
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