Pablo Cisneros
Ejecutivo Principal de Energía de CAF
Un caso destacable de cambio estructural en la composición de la matriz de producción eléctrica es el del sistema uruguayo. En efecto, a partir de un pasado reciente cuya estructura era hidro-térmica, clásica en varios países sudamericanos, desde el 2010 se produjo una transformación que en términos porcentuales supera, por ejemplo, las de países más avanzados de todo el mundo.
En un sistema eléctrico con más de 99,8% de hogares interconectados a la red (faltando solamente 2600 hogares), en menos de 8 años se logró el desarrollo de igual cantidad de potencia instalada eólica como la de hidroeléctrica preexistente. Pero además se instalaron plantas de generación de biomasa sostenible y plantas solares fotovoltaicas. A modo de ejemplo, entre los meses de enero y julio de 2019 únicamente un 2% de la generación provino de unidades térmicas de respaldo, siendo el 98% restante de origen puramente renovable (56% hidro, 32% eólico, 7% biomasa y 3% solar fv).
Más allá de estas importantes cifras, podría caber una duda sobre: ¿cuál fue el efecto de las renovables para mitigar el riesgo de sobrecostos de abastecimiento de la demanda?
Con la estructura de generación anterior (ej. 2005-2012 en la gráfica), los costos anuales para abastecer la demanda en valor esperado eran siempre crecientes (curva verde; que en 2012 alcanzaba casi 1000 millones de dólares). Pero adicionalmente, debido a la alta dependencia con la hidrología y con el precio de compra de hidrocarburos (que Uruguay importa), se podía enfrentar durante sequías un riesgo de sobrecostos del orden del doble de esa cifra, sometiendo a la empresa a un estrés financiero de gran magnitud (curva roja; valores con 5% de probabilidad de excedencia).
El cambio de matriz de producción a partir de la entrada de nuevas fuentes renovables actuó disminuyendo radicalmente la exposición antes descrita. En valor esperado, se produjo una disminución de costos de abastecimiento de la demanda de 500 millones de dólares y adicionalmente se redujo la exposición a sobrecostos por sequía, dado que las nuevas fuentes aportan un monto anual de energía con alta certidumbre, más allá de la intermitencia que puedan presentar en cortos períodos de tiempo.
Adicionalmente, como la expansión óptima con nuevas fuentes renovables presenta en valor esperado cierta disponibilidad de excedentes, a partir de la dinamización de intercambios de energía eléctrica entre países de la región es posible agregar resultados adicionales que mejoran aún más las finanzas de las empresas.
Además, y aprovechando las fuentes renovables y la disponibilidad de energía, UTE está implementando la primera Ruta Eléctrica de América Latina. Este proyecto implica más de 60 puntos de recarga a nivel país, en los que se instalará un Sistema de Alimentación de Vehículos Eléctricos (SAVE).
Uruguay con su servicio eléctrico a través de UTE se ha convertido y es reconocido como un país con el mayor porcentaje de energía renovable de América Latina y está entre los primeros en el mundo, en este se reconoce el espíritu innovador no solo en la creación si no en la implementación de propuestas de valor tales como la implementación de energías renovables con todos los servicios adicionales y agregados en los que se piensa incursionar.
Más allá del desarrollo alcanzado en el sector, Uruguay actualmente enfrenta desafíos en su servicio eléctrico que han sido priorizados por el nuevo Gobierno:
- Fortalecer la integración energética con Argentina y Brasil, con esto Uruguay más allá de fomentar la compra y venta tendría participación como respaldo en el intercambio a través de su infraestructura en los intercambios de energía eléctrica entre Brasil y Argentina.
- Fortalecer el rol del regulador con énfasis en la mejora del funcionamiento del mercado de generación y la fijación de precios. Para el logro de este desafío, las autoridades energéticas pueden utilizar los insumos generados en las CT que desde CAF se han venido apoyando.
Continuar con la modernización las empresas energéticas, buscando la mejora en la eficiencia, con acciones tales como:
- Reducción de perdidas aplicando tecnologías inteligentes “digitalización” para automatizar balances energéticos
- Implementación de medición inteligente por zona geográfica con sus respectivas tarifas horarias.
- Incorporación de la tecnología en procesos de Operación y mantenimiento para brigadas y cuadrillas de trabajadores.
- Disminución de costos en la parte comercial
- Mejorar los niveles de inversiones en los negocios de red
- Incentivo a la generación distribuida y el almacenamiento “descentralización” de fuentes de energía
- Permitir la compra y venta de energía a los usuarios o clientes del servicio eléctrico.
- Actualizar la regulación para admitir la incorporación de las nuevas tecnologías
- En el transporte eléctrico, impulsar la masiva instalación de los cargadores eléctricos.
Concluyendo, Uruguay, ha transformado su matriz energética posicionándole a nivel regional y mundial como energéticamente limpio, gracias a la política de Estado delineada varias décadas atrás. La nueva administración ha expresado su compromiso de continuar con ella siendo positivo el planteamiento de realizar ajustes en función del camino recorrido, entre estos se destacan la integración energética, la promoción de inversiones en los negocios de red, así como también la búsqueda de nuevos negocios relacionados con los excedentes energéticos.