Emil Rodríguez Garabot
Director de Hábitat y Movilidad Sostenible de CAF
América Latina y El Caribe alberga alrededor del 50% de la biodiversidad mundial, con una riqueza inigualable de flora y fauna en ecosistemas como manglares, humedales, bosques, páramos y selvas. Estos ecosistemas cumplen funciones esenciales como la regulación climática, el suministro de agua y la seguridad alimentaria, procesos clave no sólo para la región, sino también para el equilibrio ambiental del planeta. Además, nuestra región es hogar de una diversidad cultural impresionante, con cientos de comunidades indígenas que han jugado un papel fundamental en la conservación de estos recursos mediante la aplicación de conocimientos ancestrales y una cosmovisión que promueve la armonía con la naturaleza.
En las últimas décadas este equilibrio ha comenzado a tambalearse, muestra de ello es el acelerado proceso de urbanización que ha llevado a que el 81% de la población de América Latina y el Caribe viva en áreas urbanas, ejerciendo una presión enorme sobre los recursos naturales. Este fenómeno, impulsado por modelos tradicionales de planificación, ha contribuido a la deforestación, la expansión urbana desordenada y el uso insostenible de recursos. Todo esto, sin integrar de manera adecuada la protección de la naturaleza, lo que ha agravado la vulnerabilidad de la región a fenómenos como inundaciones, incendios forestales y olas de calor, afectando principalmente a las poblaciones más desfavorecidas.
A pesar de este panorama preocupante, hay razones para ser optimistas. El concepto de BiodiverCiudad se ha posicionado a nivel global durante los últimos años, fortaleciendo el compromiso con la incorporación de la biodiversidad y servicios de los ecosistemas locales y regionales en la planificación y gestión urbana. En consonancia con nuestra voluntad de convertirnos en el Banco verde de la región, CAF ha tomado el liderazgo en el escalamiento de este concepto, desde el año 2021, se ha propuesto consolidar la Red de BiodiverCiudades de América Latina y el Caribe, promoviendo una nueva forma de desarrollo que respeta, valora y promueve la conservación de la biodiversidad, conectando ciudades y naturaleza de manera armoniosa. Ejemplos como el Programa de Desarrollo Ambiental de Sobral (PRODESOL) en Brasil, nos muestran que es posible mejorar los servicios públicos mientras se protege el medioambiente. En este proyecto, se implementan infraestructuras verdes por medio de soluciones basadas en la naturaleza, así como la recuperación de áreas degradadas y la instalación de jardines filtrantes, lo que fortalece la seguridad hídrica, el paisaje urbano y mejora la calidad de vida de las personas.
La clave para avanzar en este camino está en adoptar un enfoque interdisciplinario, donde la cohesión social y la activa participación de la población sean parte central de la solución. Asimismo, involucrar a las comunidades indígenas y rurales, reconociendo y recuperando sus saberes ancestrales vinculados estrechamente a su entorno, es esencial para proteger nuestra biodiversidad. Sólo con una visión inclusiva y colaborativa podremos construir ciudades que crezcan en armonía con la naturaleza, garantizando un futuro sostenible para todos.
Estamos en el momento de replantear el rumbo del desarrollo urbano en la región y, sin lugar a duda, el Foro Urbano Mundial (WUF12) es una gran oportunidad para abordar los desafíos globales que enfrentan los habitantes de nuestras ciudades. Es, a su vez, el espacio ideal para difundir las herramientas alternativas que generan planes y proyectos urbanos de integración de lo rural y natural en los procesos de planificación urbana, para la generación de ciudades y comunidades más verdes, justas y prósperas para todas las personas, sin exclusión.