Jorge Arbache
Vicepresidente de Sector Privado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
La infraestructura es una de las opciones más poderosas para impulsar la recuperación y promover un patrón de crecimiento más sostenible y sostenido en la región. No faltan razones para ello, como el alto multiplicador de la inversión, la reducción de los costes de producción, los impulsos de la productividad y la competitividad, especialmente para las micro, pequeñas y medianas empresas, el fomento de la economía circular y la descarbonización y la lucha contra la pobreza.
Pero si los beneficios son tan evidentes, ¿por qué nuestra región registra un déficit de inversión alto y creciente en el sector? Son muchas las explicaciones y una de las más inmediatas está asociada a las dificultades fiscales que ya estaban atravesando varios gobiernos, pero que se vieron agravadas por la pandemia, lo que debería limitar aún más la capacidad de inversión pública en el sector durante los próximos años. En este contexto, la participación del sector privado en los proyectos se vuelve aún más necesaria e incluso crítica.
Aunque con una participación creciente, la presencia privada e internacional en proyectos de infraestructura en la región sigue siendo modesta, lo que se debe, al menos en parte, a la aún incipiente industria del Project Finance (PF) y APP, modalidades que aún tienen mucho potencial y pueden llenar muchos de los vacíos en nuestra amplia agenda de inversiones.
Las bajas tasas de interés en los países avanzados y la alta liquidez en estos mercados, combinados con la búsqueda de la diversificación de las cadenas de valor globales y el aprovechamiento de oportunidades derivadas de la necesidad de reducir las brechas de inversión en infraestructura, han alentado a los fondos e inversionistas internacionales a considerar con más atención a mercados como los de América Latina.
Tras el impacto provocado por la pandemia, cuando el número de nuevos negocios en PF se redujo significativamente, los vientos comenzaron a cambiar y, para fines de este año, se espera que los negocios superen a los de 2019, año prepandémico, con un salto del 32% a nivel global. Las estadísticas también son alentadoras para la región, y se estima que los recursos involucrados en las operaciones de PF este año superarán los US $ 20 mil millones, valor muy superior al observado en el año anterior.
Si bien ya existen experiencias y resultados satisfactorios de participación privada en proyectos en la región, será necesario hacer mucho más si queremos escalar y elevar la agenda de infraestructura a la condición de vector de transformación y crecimiento. Después de todo, PF y APP requieren condiciones adecuadas y apropiadas para la identificación y mitigación de riesgos y para que los proyectos estén alineados con los principios rectores de muchos de los inversionistas y fondos extranjeros.
La buena noticia es que los gobiernos de la región son cada vez más conscientes de la necesidad de contar con una política clara para el sector, los beneficios de una arquitectura legal y regulatoria moderna, así como la necesidad de impulsar programas de estímulo a la infraestructura para atraer al sector privado. También están atentos a temas como la incorporación de los ODS en programas y proyectos y la importancia de controlar la pandemia y aumentar el ritmo de vacunación como factores que atraen inversiones.
En este sentido, países como Brasil y Colombia están reformando y modernizando su normativa y fortaleciendo las autoridades correspondientes, mientras que otros, como Panamá, República Dominicana, Paraguay y Costa Rica, están introduciendo marcos legales y desarrollando los sistemas pertinentes.
¿Qué más podrían hacer los países de la región para acelerar la participación del sector privado en la infraestructura? Las experiencias internacionales sugieren algunos temas y, entre ellos, una gobernanza sólida, que implica la creación o fortalecimiento de un organismo regulador fuerte y bien preparado y una unidad central de planificación, coordinación y toma de decisiones, encargada de desarrollar estrategias. También será útil para esta unidad promover la estandarización de procesos, procedimientos y documentos y asegurar la transparencia y la rendición de cuentas.
Otros temas son asegurar que los principios ASG y las mejores prácticas internacionales en asuntos ambientales y sociales se incorporen en los proyectos desde el principio; que existe una cartera continua de proyectos bien estructurados y financiables para salir al mercado; legislación sencilla y de fácil comprensión para proteger a inversores, proyectos y consumidores; e incorporación de nuevas tecnologías y digitalización. Medidas como estas ayudarán a brindar más confianza a todos los involucrados en la industria.
La atracción de inversionistas extranjeros también está convergiendo con la necesidad de promover y compartir conocimientos sobre PF y APP en la región, desarrollar habilidades profesionales especializadas y atraer financiamiento y el mercado de capitales global, ya que los mercados locales aún no cumplen con todas las expectativas de financiamiento y financiamiento, soluciones necesarias, en particular para proyectos grandes y complejos.
Las instituciones financieras multilaterales también pueden contribuir a la formación y fortalecimiento de la industria a través de capacitación, cooperación técnica para el desarrollo institucional, asesoría financiera y modelación de APPs, atracción de fondos no reembolsables para la elaboración de proyectos y políticas de instrumentos de mitigación de riesgos, así como a través de instrumentos financieros como deuda y fondos de deuda, garantías, apoyo en la emisión de bonos, operaciones en moneda local, entre otros instrumentos financieros y no financieros que pueden ayudar a incrementar la calidad y calificación de los proyectos y disminuir sus costos.
Solo con una buena infraestructura no se puede llegar lejos, pero sin ella no se llega a ninguna parte. El desarrollo del sector requiere nuevos modelos de negocio y nuevos actores y la incorporación de ideas con visión de futuro.