Rebeca Vidal
Ejecutiva Principal de la Dirección de Análisis Técnico y Sectorial de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Las empresas de pequeña y mediana escala son actores fundamentales para impulsar el desarrollo sostenible de las economías, debido a su capacidad para aportar valor a la sociedad a través de soluciones que respondan a las necesidades y problemas del mercado, que no estén siendo cubiertos por otras empresas, y también por su potencial para generar empleos de calidad que permitan a los ciudadanos acceder a mejores condiciones de vida.
Estas dos condiciones básicas de la actividad empresarial son, sin embargo, apenas el punto de partida para el desarrollo de estrategias empresariales que permitan acercarse a su potencial real de realizar aportes de mayor impacto económico, social y ambiental. En este sentido, la actividad empresarial per se, siempre que se ajuste a las disposiciones legales de cada país, impacta en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) impulsados por las Naciones Unidas, y en particular en el objetivo 8, el cual refiere al trabajo decente y el crecimiento económico. Al favorecer la creación de empleo y retribuir de manera óptima a sus colaboradores, la empresa puede incidir también en el objetivo 1, enfocado en el fin de la pobreza.
Adicionalmente, dependiendo de la naturaleza del modelo de negocio y de las prácticas adoptadas por cada organización, es posible identificar impactos favorables relacionados con los objetivos 9 (industria, innovación e infraestructura) y 12 (producción y consumo responsables).
En la medida en que las empresas adoptan propósitos de negocios y prácticas más sofisticadas que se sintonizan con necesidades específicas de carácter social o ambiental, será posible sumar impactos relacionados con otros ODS.
A manera ilustrativa, las empresas vinculadas al agro pueden contribuir con el objetivo 15 (vida de ecosistemas terrestres) al adoptar prácticas tales como:
- Implementación de sistemas de gestión ambiental que prevengan y minimicen el impacto de sus actividades sobre los ecosistemas terrestres y la biodiversidad.
- Rehabilitación de tierras, protección y restauración del hábitat en las zonas de actividad.
- Incorporación de insumos y materiales que no representen riesgos para las especies animales o vegetales en peligro de extinción.
- Investigación, desarrollo e implementación de tecnologías y procesos que contribuyan con la preservación de los hábitats terrestres.
Con respecto a la dimensión social de la sostenibilidad, las empresas también podrían avanzar en el objetivo 5 (igualdad de género) en la medida en que incorporen políticas internas de diversidad que permitan, por ejemplo, que las mujeres puedan acceder a oportunidades de desarrollo laboral en términos equivalentes a los hombres. Adicionalmente, acciones relacionadas con el objetivo 10 (reducción de las desigualdades), podrían promoverse al incorporar a poblaciones vulnerables tanto en el marco de las oportunidades generadas a lo interno de la organización, como en la cadena de valor y en los productos y servicios ofrecidos.
En cada sector encontraremos diferentes recomendaciones y mejores prácticas de sostenibilidad que puedan alinearse con los diferentes ODS. Independientemente de cuál sea su actividad principal, para una empresa pequeña o mediana, algunas prácticas pueden ser de fácil implementación, pero la incorporación de las más sofisticadas puede representar un reto, debido a que suelen requerir financiamiento, tiempo y dedicación para acometer las inversiones y transformaciones necesarias.
No obstante, en los últimos años ha habido un auge y crecimiento progresivo de las fuentes de financiamiento para promover la transformación de los modelos empresariales en modalidades más sostenibles. De acuerdo con cifras del Climate Bonds Initiative (CBI), organización mundial que promueve el financiamiento verde, durante los últimos 5 años el crecimiento en la disponibilidad de financiamiento sostenible se ha incrementado a gran velocidad. Durante el primer semestre de 2021, la inversión en bonos ambientales, sociales y de gobernanza, bonos vinculados a la sostenibilidad y de transición hacia modelos sostenibles, alcanzó la cifra de 496,100 millones de dólares, lo cual representa un incremento de 59% respecto al mismo período de 2020.
Y estos mecanismos de financiamiento, se trasladan a la red de instituciones financieras y ofrecen a las empresas condiciones más favorables que los instrumentos tradicionales, en términos de tasas y plazos, de manera que representan una oportunidad para impulsar el crecimiento empresarial, y de esta manera, sus impactos económicos, sociales y ambientales.
Además, la adopción de prácticas sostenibles supone beneficios para las empresas, los cuales superan ampliamente los costos. Por un lado, con la eficiencia y mayor productividad empresarial que se alcanzan a través de ahorros en el consumo de insumos y energía, por ejemplo, se desarrolla una ventaja de largo plazo. Por otro lado, los beneficios también se relacionan con el posicionamiento favorable que la empresa puede alcanzar entre sus diferentes grupos de interés, y en particular en sus mercados objetivos, dada la percepción positiva de la marca, que incide en la preferencia de los consumidores y, por tanto, en el crecimiento de la participación de mercado.
En virtud de las oportunidades y ventajas que se derivan de los modelos sostenibles de crecimiento empresarial, es recomendable que las Pymes diseñen e implementen una estrategia que les permita transitar ese camino, partiendo de una posición inicial en la que se incluyan los aportes mínimos posibles en el marco de los ODS, identificando los objetivos que pueden estar vinculados con su propósito, y estableciendo metas claras en el corto, mediano y largo plazo, que abarquen tanto las prácticas operativas y de gestión, como la configuración de los productos y servicios y su posicionamiento en el mercado.