Dolores de la Mata
Economista Principal, CAF -banco de desarrollo de América Latina-
Este blog está escrito por Dolores de la Mata y Federico Pena.
El año 2020 será sin lugar a duda uno de los más difíciles en la historia reciente. En términos sanitarios y sociales, la pandemia del COVID-19 se habrá cobrado la vida de casi medio millón latinoamericanos. En términos económicos, las economías de América Latina y el Caribe habrán caído en su conjunto más de un 8%. La buena noticia es que, a menos de un año desde que fuera declarada la pandemia, varias vacunas ya obtuvieron aprobaciones de emergencia por parte de organismos reguladores de reconocimiento internacional como la FDA (Estados Unidos), MHRA (Reino Unido) y EMA (Unión Europea), comenzando incluso la aplicación en la población en muchos países de la región.
Ante este panorama, se inicia una fase de nuevos desafíos para la política sanitaria. Alcanzar la inmunidad colectiva requerirá, según señalan los expertos, vacunar a entre el 60 y el 80% de la población. De este modo, la efectividad de la vacuna para detener definitivamente la propagación del virus dependerá del éxito de los países en lograr, en el menor periodo de tiempo posible, una cobertura amplia en su aplicación. En esta entrada se subrayan algunos de los principales desafíos que enfrentan los países para alcanzar este objetivo, destacando dos eslabones indispensables para garantizar una amplia cobertura, que tienen que ver con la adquisición de la vacuna por parte de los estados y la oferta de la misma a la población. Los aspectos de demanda son igualmente importantes, pero postergamos su discusión a otra entrada de este blog.
Un primer desafío se relaciona con la capacidad de adquirir las vacunas y cerrar tratos con los principales proveedores y disponerlas de manera oportuna. Hasta la fecha, los países de América Latina y el Caribe se encuentran rezagados y tienen garantizado en promedio acuerdos para recibir dosis para un 89% de su población (570 millones de dosis) frente a 323% (más de 4 mil millones) en una muestra de países de la OCDE. Teniendo en cuenta que todas las vacunas que se encuentran disponibles en el mercado requieren no una sino dos dosis para alcanzar el óptimo nivel de inmunización, esta primer barrera es crítica. De no solucionarse con rapidez, puede generar grandes demoras en el inicio de las campañas masivas de vacunación, situación que ya se está evidenciando en los países de la región donde menos del 1% (3 millones) de las dosis comprometidas han sido recibidas.
Una vez se resuelvan las adquisiciones, el segundo conjunto de desafíos tiene que ver con la capacidad de ofrecer la vacuna a la población. En particular, los países deberán fortalecer su capacidad logística para distribuirla, garantizar los recursos suficientes para cumplir con los protocolos para su correcta administración y desarrollar estrategias para focalizar las campañas de vacunación entre la población de mayor riesgo. La focalización será un elemento central en un contexto en el que la disponibilidad de dosis sea aún limitada. En términos logísticos, solo cubrir a la población de mayor riesgo implicará un esfuerzo muy grande. Contando en la población de mayor riesgo a la población de 60 años o más, a las personas diabéticas entre 20 y 60 años, y al personal del sector de la salud, la región debe vacunar a aproximadamente 126 millones de personas, equivalente al 19% de la población latinoamericana. El Gráfico 1 muestra que existe cierta heterogeneidad entre países, ya que mientras en algunos la población de riesgo representa menos del 15% de la población total (Bolivia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Haití, Nicaragua y Paraguay), en algunos de ellos supera el 25% (Puerto Rico y Cuba). Incorporar al personal docente de nivel primario y secundario sumaría, en promedio, un punto porcentual de la población total cubierta. Para dimensionar la magnitud del esfuerzo requerido para cubrir solo a este grupo, cabe destacar que en las campañas anuales de vacunación contra la gripe en países de la OCDE se logra cubrir, en promedio, al 46% de la población mayor de 65 años (equivalente a un 8% de la población total).
Gráfico 1: Porcentaje y cantidad de población por grupos priorizados para la vacunación
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Una forma de medir el “músculo” vacunatorio existente en los países de la región es cuantificar la cobertura de los programas de inmunización de rutina, generalmente de carácter obligatorio. El Gráfico 2 muestra la cobertura promedio en las últimas cinco campañas (2015-2019) de la vacuna DTP3 (tercera dosis de inmunización contra la difteria). Allí se destacan dos patrones que dan indicios sobre algunas limitaciones preexistentes en la capacidad para llevar adelante campañas masivas de inmunización. Por un lado, la cobertura promedio en los países de la región se encuentra por debajo de los países de la OCDE (87% en américa latina versus 95% en países de la OCDE). Por el otro, se destaca que ningún país tiene individualmente niveles de cobertura superiores al promedio de la OCDE.
Gráfico 2: Cobertura de inmunización contra el tétanos, difteria y tos ferina (DTP3) entre niños de 1 año. Campañas 2015-2019.
Notas: las líneas verticales refieren a promedios simples regionales.
Fuente: elaboración propia con base en datos del Global Health Observatory. OMS/UNICEF. Revisión Julio 2020
La existencia de sistemas de salud fragmentados en la región, que brindan servicios a diferentes segmentos de la población, es un elemento que puede contribuir a obstaculizar la oferta de la vacuna a grupos específicos, en especial a los más vulnerables. El Reporte de Economía y Desarrollo (RED) 2020 presenta evidencia sobre el menor acceso a servicios de salud preventivos de los beneficiarios de los sistemas de salud no contributivos (regularmente los desvinculados al trabajo formal) en relación a los beneficiarios de los sistemas de salud contributivos.
En resumen, los desafíos que enfrentan los países de la región para lograr campañas exitosas de vacunación son mayúsculos. Muchos déficits estructurales que condicionan la capacidad de respuesta de los sistemas de salud de la región no comenzaron con el nuevo coronavirus, ni han terminado con la obtención de vacunas probadas y eficaces para combatirlo. Por esto último, los países deben emprender una política ambiciosa que comprenda un menú de herramientas que, por un lado, destraben, en el muy corto plazo, la entrega efectiva de las vacunas por parte de los proveedores y, por el otro, fortalezcan todos los eslabones para garantizar su oferta de manera rápida y con amplia cobertura. A la vez, no se debe perder de vista que las campañas de vacunación deberán seguir una estrategia de focalización inteligente contemplando maximizar los beneficios no solo individuales, sino para la sociedad en su conjunto. Del éxito en estas tareas dependerá la velocidad para sobreponerse a la crisis social, sanitaria y económica desatada por la pandemia.