Jorge Arbache
Vicepresidente de Sector Privado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Las economías de América Latina y el Caribe están perdiendo fuerza después de una fuerte recuperación el año pasado. Impulsado por la recuperación de los principales socios comerciales, el aumento de los precios de las materias primas y las condiciones favorables de financiamiento externo, se estima que el crecimiento en la región fue de alrededor del 7% en 2021. Los avances en la vacunación y las medidas de apoyo fiscal también ayudan a explicar ese crecimiento.
Pero estimaciones recientes indican que el crecimiento en 2022 caerá al 2,5% o menos, lo que refleja la pérdida de fuerza de la economía china, las interrupciones en las cadenas de suministro, el aumento de la inflación, la aparición de la variante omicron, nuevas incertidumbres sobre el final de la pandemia, el eventual endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos, entre otros factores, incluidos los propios de cada país.
En vista de ello, y considerando el aumento de la pobreza y la desigualdad en la región en los últimos años, las autoridades deberán diseñar estrategias de recuperación económica que promuevan un rápido retorno al crecimiento. Pero, ¿qué políticas públicas deberían implementar los gobiernos?
En un momento en que el espacio fiscal ya es bastante limitado en varios países de la región debido a las políticas contracíclicas, la clave será apuntar a actividades privadas que combinen altos retornos económicos con altos retornos sociales y que sean capaces de generar resultados en plazos relativamente cortos y en términos y costos relativamente bajos para allanar el camino hacia un círculo virtuoso de crecimiento.
Para este propósito, las políticas podrían apuntar a mercados relativamente nuevos, que tienen menos restricciones y rigideces típicas que los mercados maduros, nuevos modelos de negocios y actividades innovadoras y de rápido crecimiento, así como actividades con cadenas de valor locales potencialmente largas y más resilientes. De hecho, los programas de recuperación económica son una oportunidad para que los gobiernos y el sector privado reorienten los esfuerzos a favor de sectores de alto potencial de crecimiento con una visión pragmática y un enfoque de sostenibilidad.
La gama de actividades varía según el país, pero es posible mencionar algunas que tienen un alcance regional o subregional. Consideremos, para empezar, el mercado del carbono. La región tiene el mayor potencial para ofrecer soluciones basadas en la naturaleza en un mercado estimado en billones de dólares. Los países de la región amazónica, por ejemplo, enfrentan enormes oportunidades para participar en esos mercados con un rol protagónico, impulsando innumerables proyectos, participando en el desarrollo de nuevas soluciones y tecnologías y atrayendo recursos e inversiones de alta calidad y largo plazo. Para avanzar se requerirá garantizar la integridad crediticia, fortalecer las cadenas de valor internas y garantizar una cartera de proyectos.
Piense ahora en las oportunidades del comercio electrónico y la digitalización. El comercio electrónico, que ya ha estado creciendo rápidamente, podría crecer aún más con reformas legales y regulatorias que simplifiquen y faciliten el comercio transfronterizo y sistematicen y armonicen los procedimientos, así como que promuevan infraestructuras físicas y no físicas que faciliten un mayor comercio y atraigan inversión. La digitalización de las empresas permitirá un mayor acceso a los mercados, la reducción de costos y el uso de herramientas tecnológicas avanzadas que, en definitiva, ayudarán a explorar el inmenso potencial asociado al “vaso medio vacío” de la baja productividad.
Piense también en oportunidades de nearshoring, es decir, mudarse a países de la región con bajos costos laborales y otras condiciones favorables para las empresas estadounidenses que operan especialmente desde Asia y apuntan a los mercados de América del Norte, movimiento que beneficiaría notablemente a los países de Centroamérica y Estados Unidos y el Caribe. Pero para aprovechar el inmenso potencial de ingreso al mercado más grande del mundo se necesitarán regímenes especiales de promoción de inversiones y exportaciones, simplificación burocrática, armonización regulatoria, inversiones logísticas, adecuaciones normativas a reglas de origen, regulación de la relación entre zonas francas y el territorio aduanero nacional.
Otra oportunidad es la formación y fortalecimiento de cadenas de valor para alimentos procesados y para minerales como el litio para su uso en el creciente mercado de baterías. Se trata de industrializar commodities a partir de ventajas comparativas y competitivas ya presentes en la región. Para ello serían necesarios ajustes regulatorios y tributarios, inversiones logísticas, apoyo a la prestación de servicios técnicos especializados, entre otros eslabones de la cadena de valor.
Finalmente, considere las actividades asociadas con la economía creativa, como el entretenimiento, el arte y el diseño, así como las actividades de autocuidado, como los servicios de salud, bienestar y estilo de vida. Se trata de sectores que demandan mucha cualificación y talento profesional, abundantes en la región, personalizados y poco o nada automatizables y, por tanto, de alto impacto potencial en la generación de empleo e ingresos. Para ello, se requiere desarrollar y mejorar la institucionalidad de los aspectos relacionados directa o indirectamente con los mercados, una mejor gobernanza y coordinación de políticas y actores, de manera que se den rienda suelta a las actividades y la formación y expansión de estos mercados.
Si bien cada uno de los ejemplos anteriores requiere de políticas y medidas específicas, algunas tienen un alcance transversal, como el desarrollo de capacidades, el apoyo al emprendimiento y la internacionalización de las empresas, y medidas que apoyan la inversión y el fortalecimiento de nuevas empresas con alto potencial competitivo y de mercado, incluyendo aceleradores y programas financieros orientados a los negocios. Los países que mejor sepan optimizar y potenciar las acciones de reactivación económica con una mirada prospectiva, saldrán mejor de la crisis, generarán más empleo y, probablemente, crecerán de forma más sostenible.