Desarrollo bajo en emisiones: ¿desafío u oportunidad para América Latina?

Fecha artículo: 26 de enero de 2017

Autor del post - Edgar Salinas

Ejecutivo principal de CAF de la unidad de medio ambiente y cambio climático

El clima, en un sentido amplio, se define generalmente como el estado promedio de un sistema compuesto por variables superficiales como la temperatura, la precipitación y el viento observado durante un período de 30 años.

Generalmente, los tipos de clima se pueden clasificar en: A) cálido, localizados en la zona intertropical; B) seco, localizados en las zonas subtropicales y en el interior de los continentes; C) templado, D) frío, localizados en latitudes altas, próximas a los círculos polares, y E) polares. Dichas características nos revelan que cada tipo de clima juega un papel fundamental en la formación de la idiosincrasia de los asentamientos que en ellos habitan, su cultura, modus vivendi y medios de desarrollo. En consecuencia, cambios en el clima pueden afectar la vida como la conocemos hoy en día.

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El sistema climático requiere de un balance preciso, que a su vez es regulado por otros procesos, como la distribución de temperatura por las corrientes oceánicas y sobre todo la cantidad de radiación solar que entra, es retenida y sale de la atmosfera. 

En lo relacionado a la cantidad de calor retenida dentro de la atmosfera, la comunidad científica internacional ha investigado el tema del cambio climático exhaustivamente y ha concluido unánimemente que a pesar de que el cambio climático puede atender a procesos naturales, el acelerado incremento de la temperatura global, registrado a partir de finales del siglo XIX, es en gran medida atribuible a la elevada concentración de gases de efecto invernadero emitidos por actividades emprendidas por el ser humano.

Generalmente, se tiende a asociar el crecimiento económico con los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, en parte debido al consumo de energía que en teoría sería requerido para generar dicho crecimiento. No obstante, la correlación entre PIB y emisiones de CO2 no es proporcionalmente directa, a menos que se trate de procesos de industrialización.  Bajo este supuesto, y en ausencia de un proceso de industrialización, el incremento de emisiones de CO2 no siempre podrá ser traducido en una mayor generación de riqueza. 

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Entonces, lograr un crecimiento bajo en emisiones estará en función del tratamiento que sea brindado a la industria y al consumo, los cuales son elementos de suma importancia en el desarrollo de la región latinoamericana. En materia de industrialización, América Latina, en comparación con el resto del mundo, no ha mejorado sus resultados de exportación medidos durante las dos últimas décadas, lo que contrasta con el desempeño de los países emergentes y en desarrollo de Asia.

Esto presenta una oportunidad, ya sea para promover la industria y transformación de materias primas o para participar de cadenas de valor a nivel internacional; no obstante son procesos que requieren de innovación y tecnología para así poder desacoplar las emisiones asociadas con la industrialización. En lo que a consumo se refiere, y solo analizando la matriz energética, más del 75% de la energía de la región proviene de combustibles fósiles, de acuerdo a las estadísticas publicadas por la CEPAL. Por el contrario, de los 229 GW de generación fotovoltaica, instalados y comisionados al final del añ0 2015, Europa aún lidera el conteo global con 97 GW, a pesar de contar con una pobre exposición a la radiación solar anual al ser comparada con los niveles de exposición registrados en América Latina. 

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En conclusión, a la región de América Latina se le presenta un reto de continuar en la senda del desarrollo, lo cual requiere de inversiones en distintas áreas, como lo son su fortalecimiento institucional, infraestructura, modernización del sector productivo, entre otros. Sin embargo este desafío viene acompañado de una oportunidad invaluable de poder recortar la curva de aprendizaje, realizando todas las inversiones requeridas bajo un enfoque integral de sostenibilidad, donde emprendimientos de: eficiencia energética, generación de electricidad a partir de fuentes renovables, ciudades y transporte sostenibles, mejoras en la productividad agropecuaria y conservación de bosques, no solo jugaran un papel crítico en lograr un desarrollo bajo en emisiones, sino que acarrean consigo un enorme potencial de generación de empleos y nuevas áreas de servicio.

En un momento en que la región requiere de apoyo para lograr un desarrollo bajo en emisiones, CAF reitera su compromiso con la agenda de ambiente y cambio climático, prestando servicios de asistencia técnica y acceso a fuentes de financiamiento verde orientadas a una transformación e innovación del paradigma de desarrollo convencional.

Edgar Salinas

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Edgar Salinas

Ejecutivo principal de CAF de la unidad de medio ambiente y cambio climático

Edgar Salinas, es Ejecutivo Principal de la Coordinación de Cambio Climático en CAF, bajo la Vicepresidencia de Desarrollo Sostenible. Previamente se desempeñó como Oficial de Programa en la Secretaria de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, en Bonn, responsable de la elaboración de metodologías para cuantificación de gases de efecto invernadero y a cargo de la acreditación de verificadores de proyectos verdes para las regiones de Asia y América Latina.  

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