Ángel Cárdenas
Gerente de Desarrollo Urbano, Agua y Economías Creativas, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Tal como pasa con la sostenibilidad ambiental y el crecimiento económico, persiste una falsa dicotomía entre cultura y economía: se tiende a pensar que la cultura debe ser protegida de un enemigo, el mercado, y que el dinero que se use para eso debe darse por perdido. Como si Hollywood, el pop surcoreano, las series turcas o la industria multinacional de los videojuegos no fueran negocios culturales que mueven cada año millones de millones de dólares, y que involucran tanto innovación como antiguas formas culturales, tanto atractivo global como contenidos de raigambre local.
Pero esta falsa dicotomía está siendo desmentida. Durante lo que va del siglo XXI, la institucionalidad global ha estado reconociendo el valor de las culturas como recursos a movilizar, no sólo como joyas a preservar en un armario acristalado.
Desde la Convención sobre la Protección, la Promoción y la Diversidad de las Expresiones Culturales de 2005 de la Unesco, las políticas culturales se han ido situando cada vez más en el centro de la agenda de desarrollo sostenible. Naciones Unidas declaró 2021 como Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, y ese mismo año la Cumbre de Líderes del G20 subrayó el papel de quienes se dedican a la cultura y a la creación como agentes clave de la resiliencia y la regeneración social y económica.
Esto es una gran noticia para América Latina y el Caribe, donde una inmensa historia de complejas confluencias de culturas creó una síntesis única de expresiones y una oferta de infraestructuras culturales tanto clásicas, como contemporáneas y alternativas. Pero en un mercado global de bienes culturales donde prevalecen grandes empresas de economías más desarrolladas, la región enfrenta una alta informalidad en la cadena de producción cultural, debilidades en innovación y baja inversión pública para el sector.
Es en este contexto que CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- trabaja para fortalecer las Economías Culturales y Creativas (E2C), con el apoyo a la formulación de políticas públicas que promuevan entre otras cosas la creación, ampliación y diversificación de los mercados, la innovación tecnológica, y el establecimiento de modelos incluyentes de gestión y gobernanza de la cultura. Así mismo, CAF considera importante seguir apoyando procesos de transformación urbana que se sustenten en proyectos de regeneración y revitalización urbana y en la construcción de infraestructuras habilitantes para el desarrollo de toda la cadena de valor de la cultura y la creatividad.
En nuestra región es evidente cómo estas economías promueven el turismo y generan riqueza. Sólo Brasil recibe más de dos millones de turistas en la semana del Carnaval (Prefeitura Rio & Fundação João Goulart, 2022), y se producen fenómenos equivalentes en países que cuentan con carnavales de talla mundial como República Dominicana, Colombia, Bolivia y Perú. La prestación de bienes y servicios turísticos el Día de los Muertos en México suscitan una derrama económica de cerca de USD 2,2 millones por la prestación de bienes y servicios turísticos en el Día de los Muertos (Gobierno de México, 2022), mientras la gastronomía de este país, ampliamente valorada a nivel internacional, genera 1,7 millones de empleos directos (SECTUR, 206). Un caso similar sucede en Perú, donde la cocina se ha convertido en uno de los atributos de su Marca País, lo que ha llevado a que el 82% de los turistas lo reconozcan como destino gastronómico.
CAF ha estado apoyando las iniciativas de E2C mediante figuras como la cooperación técnica, los créditos sectoriales de enfoque amplio, los Proyectos y Programas de Inversión (PPI) y los Programas de Intercambio de Deuda por Desarrollo (SWAP). Son ejemplos el Programa de Recalificación Urbanística de Salvador, en Brasil; el programa de apoyo sectorial a la economía naranja en Colombia; y el programa de fortalecimiento de espacios públicos para la sostenibilidad de la seguridad y la recuperación del tejido social en El Salvador.
Nuestra región es un mercado de consumo de gran envergadura, con un enorme potencial creativo que se puede desplegar con sostenibilidad, arraigo, inclusión, formación y empleos. Las E2C estimulan la colaboración entre agentes sectoriales y la creación de ecosistemas productivos. Invertir en el fortalecimiento de las Economías Culturales y Creativas impulsará territorios más innovadores, inclusivos, sostenibles y cohesionados, con crecimiento económico, desarrollo local e integración social.