Héctor Varela
Ejecutivo Principal de la Gerencia de Infraestructura Física y Transformación Digital de CAF- banco de desarrollo de América Latina-
La historia ferroviaria de América Latina comenzó en 1837, cuando se inauguró el primer ferrocarril del continente en La Habana, Cuba y, a lo largo del siguiente siglo, se llegaron a construir 130.000 km de vía en los países de la región, conectando los puertos con el interior y atendiendo principalmente los comercios de exportación. Así, el ferrocarril transportaba el café de Brasil y Colombia, el salitre de Chile, el estaño de Bolivia y los granos y carne de Argentina.
Estas líneas fueron desarrolladas principalmente por inversores privados que aplicaban sus propios estándares técnicos, sin consideración por la integración entre países o incluso dentro de cada nación. Esta fragmentación ha dejado una red ferroviaria con seis anchos de vía distintos en América Latina y una vocación clara hacia el transporte de mercancías para la exportación. Con el tiempo, y tras alcanzar su mayor expansión a principios del siglo XX, el ferrocarril fue perdiendo protagonismo frente al crecimiento del transporte por carretera.
Hoy, las redes activas alcanzan apenas la mitad de los que llegaron a operar en su máximo histórico. Además, a diferencia de Europa o Asia, donde los trenes pueden llegar a cruzar las fronteras, en América Latina es difícil incluso la compatibilidad de circulaciones entre líneas ferroviarias de un mismo país. Esto eleva los costos y dificulta la competitividad del transporte ferroviario, tal y como pone de manifiesto el estudio realizado por CAF de Análisis de inversiones en el sector transporte terrestre interurbano latinoamericano a 2040.
Sin embargo, en el horizonte de los ferrocarriles latinoamericanos, se adivina un nuevo amanecer por el que asoma una gran oportunidad de sostenibilidad y mitigación del cambio climático. Con el transporte siendo uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, la transición hacia un sistema ferroviario moderno es fundamental. Numerosos proyectos en la región apuntan a aprovechar la eficiencia del ferrocarril para como una manera de mitigar el impacto ambiental del transporte. América Latina y el Caribe proyectan invertir más de 150,000 millones de dólares en infraestructura ferroviaria en los próximos años, con grandes proyectos en marcha en un buen número de países de la región.
Para que estas inversiones sean efectivas, es fundamental que las políticas públicas impulsen una visión de largo plazo con criterios de sostenibilidad e integración regional. Las redes ferroviarias deben ser capaces de enfrentar el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos que amenazan la infraestructura y la operación de los sistemas de transporte. También es imprescindible avanzar en aspectos clave como la intermodalidad con puertos y carreteras, y la interoperabilidad e integración de las líneas ferroviarias, y así promover corredores logísticos internacionales conectados y eficientes.
Para lograrlo, el sector ferroviario en América Latina enfrenta desafíos significativos que, lejos de limitar su desarrollo, representan una oportunidad para transformar el sector en un pilar clave para la movilidad y la sostenibilidad en la región. El papel de bancos de desarrollo, como CAF, es fundamental para financiar y promover proyectos ferroviarios que respondan a las necesidades y condiciones de cada país. Como muestra, los Diálogos del Ferrocarril que se celebrarán en Santiago de Chile esta semana, pondrán de relieve no solo el papel de los ferrocarriles en la interconexión regional, sino también su potencial para contribuir a una economía más verde, eficiente y resiliente.
Estos Diálogos, promovidos por CAF para impulsar el sector ferroviario en América Latina y el Caribe, ofrecen una valiosa oportunidad para el intercambio de experiencias y lecciones con países que ya han desarrollado sistemas ferroviarios avanzados, como España. Su experiencia en interoperabilidad, intermodalidad y resiliencia aporta conocimientos cruciales para América Latina. La adopción de estas prácticas no solo contribuirá a un ferrocarril más sostenible, sino también a una región más competitiva.
Los ferrocarriles en América Latina tienen el potencial de ser mucho más que un medio de transporte. Son la clave para una región más integrada, inclusiva, sostenible y competitiva. Desarrollar un ferrocarril sostenible y conectado es un paso importante para hacer realidad esta visión, promoviendo la cooperación y el compromiso entre los países para un desarrollo ferroviario que potencie las oportunidades de crecimiento y contribuya a un futuro bajo en carbono para América Latina que le permita alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible.