José Antonio García Belaunde
Representante de CAF para Europa
Este artículo también se publicó en El Huffington Post.
La crisis provocada por la covid-19 ha hecho que las sociedades se enfrenten, repentinamente, a sus propias debilidades e inconsistencias, como si se tratara de un experimento masivo, donde se está poniendo a prueba la capacidad de resistencia de los modelos sociales, el funcionar de la economía y, de forma especial, la capacidad de respuesta y acierto de nuestros gobiernos y de las instituciones públicas.
Pero, además, la ausencia de acuerdos sobre políticas para resolver esta crisis de forma conjunta y coordinada ha vuelto a poner en evidencia la fragilidad del sistema internacional. Esto no sólo aplica a la pandemia, son muchos los desafíos futuros, como el cambio climático o la seguridad internacional, que sólo podrán resolverse a través de la cooperación internacional.
Las perspectivas son desoladoras para el futuro de nuestras economías y, si bien es cierto que de una u otra forma todos los países han aplicado medidas unilaterales para paliar los primeros embates de la pandemia, no hay duda de que el multilateralismo y mecanismos eficaces de cooperación serán clave para la reconstrucción posterior.
Teniendo en cuenta que las proyecciones de crecimiento económico en Latinoamérica son bastantes pesimistas para el 2020, con caídas en promedio del 9% del PIB y una subida del desempleo, que llegaría al 13,5% de los latinoamericanos, es imprescindible apostar por una cooperación internacional que fortalezca el intercambio de conocimiento y genere nuevas oportunidades de financiación externa.
Esta situación, paradójicamente, da pie a nuevos escenarios internacionales. Por ejemplo, CAF -banco de desarrollo de América Latina-, uno de los principales actores del desarrollo regional, está llevando a cabo una estrategia de acercamiento a varios países europeos para su incorporación a la institución como socios extra regionales, y así replicar las experiencias positivas de España y Portugal, miembros desde 2002 y 2009 respectivamente.
Como parte de esta estrategia, estamos en conversaciones con Italia para impulsar un acuerdo de incorporación como accionista del banco. Estas negociaciones habían avanzado mucho en el año 2007 y quedaron paralizadas debido a un cambio en el gobierno. También estamos conversando con el Reino Unido con esta misma perspectiva.
Otra oportunidad que surge en medio de esta compleja coyuntura internacional es la habilitación de nuevos canales de financiación internacional y de nuevas formas de atraer fondos extra regionales hacia América Latina. En este sentido, estamos proponiendo la estructuración de un fondo para financiar proyectos de infraestructura, en el que están invitados a participar a distintas economías europeas, así como de Asia y Norteamérica, para canalizar los apoyos internacionales y así financiar el desarrollo de sectores claves para la recuperación económica de América Latina.
La idea es que este fondo pueda emitir deuda en los mercados de capital, garantizada por los países desarrollados o sus instituciones multilaterales, y que esos recursos se inviertan en los países accionistas a través de préstamos que apoyen su recuperación económica financiando proyectos de infraestructura y digitalización. CAF se constituiría en el estructurador y administrador del fondo. La aprobación de cada proyecto se haría en su Directorio, integrado por los ministros de Hacienda y Economía de los países accionistas. El esquema de financiamiento se realizaría bajo condiciones de Pari Passu, y contemplaría todas las salvaguardas legales, ambientales y sociales. Nuestra aspiración es que el Fondo logre captar recursos por un monto aproximado de 30.000 millones de dólares.
Estas son solo algunas iniciativas que pueden contribuir a preservar las ganancias sociales cosechadas a inicios de siglo, y también a evitar que los efectos de la pandemia supongan una nueva década perdida para América Latina.