Nelson Larrea
Ejecutivo Principal de la Dirección de Programación de Sector Privado
Existen múltiples herramientas de conceptualización y planeamiento de negocios, como el Canvas o Lienzo, una de las más extendidas, que permite organizar los elementos que configuran la propuesta de valor de los productos y/o servicios con una estructura de costos e ingresos, entre otros aspectos. Existen también diversos métodos contables para medir el valor de la producción y cuánto incorporan las empresas en cada etapa de la cadena de producción de bienes y servicios. Por otra parte, la capacidad de los sistemas de producción en la actividad empresarial se mide tradicionalmente con base en la Productividad Total de los Factores (PTF). La PTF estima la eficiencia en la combinación de trabajo, tierra, capital, etc., para obtener un nivel de producto. Para ello es clave que todos estos factores tengan un precio de mercado para su valorización.
Sin embargo, estos cálculos tradicionales de la actividad productiva no incorporan los denominados pasivos ambientales que genera la propia actividad. Tampoco toma en cuenta el consumo de servicios ambientales que contribuyen al sostenimiento de la actividad. Ante ello, IICA-FAO-CEPAL destacan la importancia de ampliar esta medición bajo el concepto de Productividad Total de los Recursos (PTR), que sí incorpora mediciones de los valores económicos de los bienes y servicios ambientales consumidos en el proceso. En esta medición, se utilizan métodos de valoración sin mercado (precios sombra, costos de abatimiento, otros).
Como una alternativa más amplia para el análisis de estos costos, la Productividad Total de Factores Verde (PTFV), incorpora todo lo anterior y agrega las emisiones de CO2, lo que permite descontar también el impacto de las emisiones en el medio ambiente en la ecuación. Esta forma mucha más integradora de evaluar la eficiencia de los procesos de producción y negocios, podría determinar que un sector productivo tenga una elevada PTF, pero en el balance de mediano y largo plazo, ésta puede verse atenuada si tiene impactos ambientales negativos y/o consume a una tasa elevada los servicios ambientales de su entorno.
Bajo este enfoque, las herramientas de diseño de modelos de negocios, también vienen innovándose para incorporar el componente de sostenibilidad ambiental. Por ejemplo, el Ecocanvas de N. Cerantola, basado en Economía Circular, incluye un análisis del Ciclo de Vida de los productos, desagregando qué recursos son irrecuperables en la fabricación, si hay biomateriales recuperables, si se anticipa una fase de vertedero o incineración de residuos, logística inversa, etc. facilitando así una conceptualización del negocio basada en Ecodiseño.
Otro caso es el del Moonfish Circular Business Model de la Universidad Delft, para empresas pequeñas y medianas que buscan generar “valor sostenible”, para lo cual realiza un análisis de circularidad de sus procesos. Este modelo también amplía el Canvas, reorganizando los flujos de recursos y actividades en procesos que reincorporan materiales, retornan productos para mantenimiento y reparación, reciclaje u otros.
CAF, con el propósito de consolidarse como el Banco Verde de América Latina y el Caribe, a través de sus diversas operaciones, promoverá la innovación de los modelos de negocios en el sector privado de sus países miembros. Dichas innovaciones requieren de financiamiento para las adopciones tecnológicas, desarrollo de nuevos materiales y productos, entre otros que la banca de desarrollo busca alentar de forma acelerada. Por supuesto, la medición del impacto de esta transformación resulta de gran relevancia para la toma de decisiones relacionadas con la sostenibilidad y el desarrollo de mercados bajo los nuevos determinantes ambientales.