Rebeca Vidal
Ejecutiva Principal de la Dirección de Análisis Técnico y Sectorial de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
La integración productiva permite generar valor compartido entre empresas de diferentes escalas que conforman un encadenamiento productivo. Estos espacios suelen desarrollarse a partir de relaciones comerciales entre empresas grandes y sus proveedores, pero en la medida en que las estrategias de apoyo mutuo evolucionan, es posible incorporar procesos de mejora continua que permiten optimizar los recursos, hacer más eficientes los procesos, plantear estrategias para la mejora de los entornos de negocio y adoptar tecnologías digitales, entre otras ventajas.
En el plano de las tecnologías digitales, el Blockchain, el uso de Big Data y los sistemas de trazabilidad, entre otros, permiten agilizar los procesos que involucran a varias empresas, ofreciendo mayor precisión en el planteamiento, control y monitoreo de las actividades, además de hacer posible procesar un mayor número de información crítica para la toma de decisiones, y generar una ruta que permita capitalizar las lecciones aprendidas y transferir buenas prácticas, impactando positivamente la productividad y competitividad sectorial.
La vocación productiva en América Latina y el Caribe suele concentrarse en actividades primarias, intensivas en recursos naturales, que se caracterizan por un valor agregado relativamente bajo, generando brechas frente a países emergentes y más desarrollados. Esto dificulta la competencia frente a los grandes jugadores en el mercado global y se relaciona con un rezago en la adopción de nuevas tecnologías, especialmente en las MiPymes, lo cual dificulta generar mejoras estructurales en productividad, que conduzcan a un crecimiento económico sostenido.
Si bien en la región la información y medición de impacto de la incorporación de tecnologías digitales a las actividades productivas es limitada, en 2018 la firma PHC Software publicó un estudio según el cual la digitalización aumenta en 26% como mínimo la productividad laboral. En línea con esto, instituciones como la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) realizó en 2021 una encuesta en la que evidenció que 86,7% de los empresarios encuestados establecían que la automatización es una oportunidad para elevar el talento.
En los espacios de integración productiva, la digitalización se convierte en una herramienta que potencializa la implementación de mejoras en la cadena de valor, haciendo más efectiva la relación con proveedores, capturando rápidamente los requerimientos de la demanda y fomentando la asignación eficiente de recursos.
Esto supone, además, que las condiciones de proximidad geográfica que tradicionalmente han definido el desarrollo de modelos colaborativos tipo clúster puedan ser trascendidas con mayor facilidad en la configuración de nuevas alianzas entre empresas.
En el caso de Latinoamérica y el Caribe, de acuerdo con la CEPAL, en 2018, el porcentaje de empresas que usaban internet en la cadena de aprovisionamiento era el 36,9, lo cual denotaba una oportunidad de crecimiento importante en el acceso a la red para propiciar un desarrollo que permita incorporar tecnologías más avanzadas. La pandemia fue un impulso para avanzar en este sentido, haciendo necesaria la presencia en línea de las compañías, las cuales incrementaron su exposición en las redes en Colombia y México en 800%, y en Brasil y Chile en 360% (CEPAL, 2021); por su parte, BBVA señala que las ventas a través de canales digitales en 2020 aumentaron en 60% en Perú, Colombia y México con respecto al año anterior.
Existe una amplia variedad de aplicaciones de tecnología digital que han proliferado en los últimos años, dirigidas a empresas y enfocadas en la eficiencia de procesos diversos que van desde el contacto con el mercado hasta la operación interna. En este contexto, es posible encontrar opciones que favorecen el relacionamiento con diferentes actores externos, además de potenciar la inteligencia de mercado.
En procesos productivos, tecnologías cómo Blockchain, han permitido optimizar las cadenas de valor, disminuyendo reprocesos, asegurando una trazabilidad e integración de todos los actores relevantes, y convirtiéndose en una oportunidad de mercado. En esta línea de trabajo, CAF ha adelantado proyectos como el desarrollo del modelo en la cadena alimenticia, a través de la iniciativa Foodchain, desarrollado en Panamá y en proceso de implementación en Perú, para la cadena de uva de mesa, con la participación de las empresas ancla Agrícola La Guerrero y Sun Fruits. En próximas etapas se incorporará el rol del Servicio Nacional de Sanidad Agraria, lo cual optimizará también procesos administrativos. Como resultado de estas intervenciones, se estima un crecimiento aproximado de 12% en las exportaciones de uva de mesa peruana este año, con respecto a la campaña anterior. También se ha iniciado la implementación de la tecnología en Uruguay, para la cadena de carne de ovino.
Por otro lado, sistemas de trazabilidad como el planteado en Japón para el desarrollo de Farmscrapers, o rascacielos dedicados a la producción de alimentos a gran escala, contribuyen a la creación de un mercado creciente de alimentos producidos a través de sistemas de Agricultura en Ambientes Controlados (AAC). Este método admite mayor producción por metro cuadrado, con ahorros de hasta 90% en el uso de agua en comparación con la agricultura tradicional, reduciendo la vulnerabilidad frente al cambio climático, plagas y enfermedades, dado que no se usan fertilizantes químicos ni pesticidas, lo cual hace que los productos alimenticios sean mucho más inocuos y libres de residuos químicos.
En cuanto al uso de Big Data para fomentar la integración y tomar decisiones basadas en el conocimiento de las necesidades del público objetivo también existen avances y oportunidades. Las soluciones ciber-físicas (que fusionan máquinas y software inteligente) persiguen la implementación de sistemas de información que evalúen, por ejemplo, riesgos y vulnerabilidades para la gestión de crisis y comunicación de alertas alimentarias, una herramienta que comienza a ser aplicada en la Unión Europea y que ha facilitado, por ejemplo, la identificación de contaminación de alimentos por sustancias químicas, biológicas, radiológicas y nucleares.
En este frente, CAF ha impulsado la incorporación de 12 pymes del sector agro y agrologístico de Panamá al Modelo SIMAPRO, desarrollado por la OIT, el cual permite a las empresas hacer uso de una herramienta digital que optimiza procesos y también comparar el desempeño con respecto al mercado (usando Big Data proveniente de Pymes participantes de todos los países que usan la herramienta). Esto ha permitido fortalecer la estrategia de inteligencia de negocios de estas unidades productivas, reducir tiempos en los procesos y mejorar el uso de recursos, a la vez que se incorporan mejores prácticas de gestión de personas, favoreciendo las condiciones de trabajo de los colaboradores.
Los casos planteados sustentan la importancia de generar procesos de digitalización en la integración productiva, que permitan la mejora en la productividad y competitividad empresarial, impactando de manera positiva el bienestar socio económico regional.