Bárbara Zamora
Coordinadora de Proyectos de Desarrollo Urbano, de la Dirección de Hábitat y Movilidad Sostenible de CAF
Al hablar de salud, lo primero que nos suele venir a la mente es la ausencia de enfermedades. Es decir, pensamos que estamos sanos porque no padecemos ninguna enfermedad o dolencia.
Sin embargo, estar saludable contempla muchos otros aspectos que van más allá de no sufrir una enfermedad. Aspectos como nuestros hábitos, el tipo de relación que establecemos con el ambiente en el que vivimos, cómo aprendemos, trabajamos o nos relajamos y divertimos, son fundamentales, porque nuestra salud a menudo está condicionada por factores exógenos que la impactan de manera directa e indirecta. En ese sentido, la calidad del entorno o medio ambiente se vuelve determinante de cuan saludable puede ser la vida que vivimos.
Dado que las ciudades son los espacios de vida elegidos de manera abrumadora por los latinoamericanos y latinoamericanas (más del 80% vive en centros urbanos), la manera en que estas se desarrollan (por ejemplo los servicios y la calidad del aire que ofrecen, la facilidad para proveer alimentos saludables) pueden impactar positiva o negativamente en la salud de las personas.
Si bien muchos de los problemas históricos de las ciudades de América Latina y el Caribe tuvieron mayor visibilidad durante la pandemia COVID-19, también transitamos otras pandemias silenciosas, como el sobrepeso, que afecta a aproximadamente 57% de la población adulta de América Latina, lo que equivale a unas 300 millones de personas.
Si a lo anterior le sumamos una diferenciación por género, hay una prevalencia de obesidad en las mujeres, explicado por ejemplo con una relación entre la demora en los sistemas de transporte que reduce el tiempo para preparar y consumir alimentos saludables, los cuales son reemplazados por bebidas azucaradas o alimentos ultra procesados.
Afortunadamente, es posible influir de manera positiva en la salud si se modifica el entorno en el que vivimos. Hay muchos cambios que se pueden hacer desde la planificación, diseño y gestión de las ciudades para intervenir el entorno en el que vivimos. Por ejemplo, el estímulo de la actividad física a través de mejores espacios públicos para practicarla o un mayor y mejor acceso a alimentos saludables, el despliegue en toda la ciudad de ciclovías para promover la movilidad activa.
Otras iniciativas son crear o mejorar los espacios verdes para estimular no solamente la actividad física sino también la recreación y el esparcimiento, distribuir adecuadamente los centros de atención primaria de la salud para facilitar el acceso a ellos por parte de todas las personas, desalentar el uso del transporte particular para disminuir los niveles de contaminación del ambiente y los niveles de ruido, entre muchas otras políticas.
Añadir esos lentes de salud en todas las políticas urbanas evidencia el impacto que tiene la ciudad para darle forma a la salud de las personas. Sin salud no podemos hacer las actividades que queremos, cargamos la historia en nuestros cuerpos, por lo que la planificación, diseño y gestión de una ciudad saludable se refleja en decisiones que promuevan un estilo de vida más saludable tanto de manera individual como colectiva.
Frente a esta necesidad de promover una vida más saludable, desde CAF -banco de desarrollo de América Latina-, elaboramos la Guía para Ciudades más Saludables que analiza los marcos conceptuales, recomendaciones y ejemplos prácticos para una vida más saludable en las urbes a partir del trabajo conjunto entre la agenda de planificación urbana y salud a nivel municipal, de acuerdo con las mejores prácticas disponibles en el ámbito internacional.