Sergio Díaz-Granados
Presidente Ejecutivo, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Colombia
Según se dice que Jean Monnet, el arquitecto de la unidad europea, observó, todas las personas son ambiciosas, pero son ambiciosas para “ser” o para “hacer”. En el mundo actual de “política de múltiples crisis”, la acción importa más que la pompa. Los ciudadanos comunes esperan resultados concretos de los compromisos multilaterales, y es hora de cumplir.
Para ello, se debe redefinir la relación UE-ALC. El período reciente de compromiso fragmentario, enfocado solo en algunos temas o en los lazos entre ciertos países, ha dado lugar a brechas significativas en el comercio y el desarrollo sostenible. Ambas partes se beneficiarían de una agenda más amplia que vincule a las regiones en su conjunto, en lugar de acuerdos entre pequeños bloques de países que se alineen en asuntos ambientales, comerciales y de inversión.
Según un informe reciente de Elcano, ampliar y armonizar los acuerdos comerciales entre los países de ALC y la UE crearía un espacio económico inmenso: 1.100 millones de personas y un PIB total de más de 21 billones de euros, similar al de Estados Unidos. Finalizar el acuerdo UE-Mercosur sería un paso crucial en la dirección correcta.
Para hacer realidad este potencial, los políticos europeos deben ver a ALC no solo como una fuente de materias primas, sino como un socio igualitario para abordar los desafíos globales. La región tiene un historial comprobado en el diseño de soluciones innovadoras: los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, por ejemplo, nacieron en la Cumbre Río+20 y son producto de los esfuerzos de los países de ALC para construir un mundo más equitativo y resiliente.
La lucha contra el cambio climático, en particular, requerirá una inversión a gran escala y una rápida innovación, especialmente en nuevos materiales y formas de movilidad, servicios digitales y gestión de los recursos naturales. La acción climática también crea oportunidades para la transferencia transfronteriza de tecnología y el fortalecimiento de la agroindustria. El programa Global Gateway puede continuar en estos objetivos, pero debemos avanzar antes de la próxima reunión de jefes de estado y de gobierno de Europa y ALC en 2025.
CAF – Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (del cual soy presidente ejecutivo) se ha asociado con la Comisión Europea y el Banco Interamericano de Desarrollo para impulsar la nueva agenda de inversión UE-ALC. Hasta el momento, las dinámicas mesas redondas del sector privado de la asociación han identificado más de 130 proyectos para financiar, que van desde brindar conectividad digital al 85 % de los colombianos para 2026 hasta aumentar la producción de hidrógeno en Chile y Uruguay y desplegar energía renovable en Jamaica. Otras iniciativas se centran en la movilidad urbana sostenible en Bogotá, Quito, San José y São Paulo, el saneamiento y la desnutrición crónica infantil en Ecuador y la seguridad alimentaria en Guyana.
Con España ocupando la presidencia del Consejo de la UE hasta finales de este año, nuestra visión compartida de una sólida alianza birregional tendrá más posibilidades de convertirse en realidad. Al pasar de lazos fragmentados a una asociación más cohesiva, las dos regiones pueden continuar utilizando la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU como su hoja de ruta.
Con el fin de avanzar en este objetivo, CAF está trabajando con el gobierno español para fomentar el diálogo. La colaboración ya ha resultado fructífera: todos los ministros de economía y finanzas de Europa y ALC se reunirán el 15 de septiembre en Santiago de Compostela para discutir el futuro de la relación birregional.
En lugar de simplemente dar la apariencia de una estrecha colaboración, la ambición de CAF y otros actores regionales es “hacer”, como dijo Monnet. Queremos ayudar a construir una alianza UE-ALC fuerte que promueva una agenda de inversión audaz y los intereses y la prosperidad de ambas partes. A medida que los crecientes problemas existenciales exigen cada vez más una acción conjunta, los países europeos y de ALC deben basarse en el progreso reciente hacia una relación más fuerte y profunda.