Rebeca Vidal
Ejecutiva Principal de la Dirección de Análisis Técnico y Sectorial de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Entre los recursos de las empresas de menor escala para apalancar su crecimiento y desarrollo, se encuentra el fortalecimiento de sus vínculos con empresas de mayor tamaño que les permitan acceder a nuevos mercados y adoptar mejores prácticas productivas.
Estas modalidades de integración colaborativa entre empresas dan pie a la consolidación de encadenamientos productivos, en los cuales las empresas de mayor escala desarrollan estrategias que van más allá de lo comercial, para que sus proveedores de insumos y servicios incrementen capacidades y atiendan de manera adecuada a las necesidades propias y del mercado final.
De esta manera, las empresas grandes que deciden llevar adelante iniciativas de fortalecimiento de sus redes de aprovisionamiento, asumen un liderazgo que, conducido de manera óptima, redunda en ventajas a lo largo de toda la cadena. En la literatura, estas empresas líderes son conocidas como anclas, tractoras, entre otras denominaciones, y en Latinoamérica se han convertido en motores para el acceso al mercado internacional manteniendo estándares de calidad elevados, y apalancando de esta manera la competitividad de los sistemas productivos de nuestros países. Adicionalmente, la incorporación de componentes orientados a la sostenibilidad en la gestión de cadenas ha impulsado la eficiencia, así como la atención a los temas sociales y ambientales que cada día cobran mayor relevancia y preferencia en los mercados.
Con el propósito de descubrir buenas prácticas y necesidades de los encadenamientos productivos de la región para impulsar modelos sostenibles, durante el año 2022, CAF condujo un estudio en el cual se analizaron las estrategias de 20 empresas ancla originarias de cinco países (Colombia, Ecuador, México, Panamá y Perú). A través de una metodología que combinó consultas a las personas a cargo de la gestión de proveedores en cada una de las empresas y la revisión de fuentes secundarias, se identificaron prácticas que han impactado de manera positiva a las mipymes vinculadas con esas empresas de mayor escala.
La composición de la muestra analizada, si bien no es representativa del comportamiento generalizado de este tipo de compañías en la región, refleja una diversidad importante en cuanto a las actividades medulares de nuestras empresas ancla exportadoras, pues en la rama de la agroindustria se incluyeron empresas de cárnicos, lácteos, pesca, acuícolas, de frutas y vegetales, y también hubo participación de otras ramas, como metalurgia, retail, forestal, textil y de producción de electrodomésticos.
Las redes de proveedores vinculadas con las empresas participantes del estudio también cuentan con diversidad en cuanto a su extensión. La empresa ancla más pequeña contaba con 7 proveedores locales y la más grande evaluada gestiona una red de más de 10.000 proveedores en diferentes países. La escala en ventas de las empresas ancla oscila entre los 3 y 9.000 millones de USD. Adicionalmente, aquellas empresas que llevan registro de la participación de mujeres en sus redes de proveedores, reportaron un liderazgo femenino en 45% o menos de sus mipymes relacionadas.
En cuanto a la incorporación de iniciativas con enfoque sostenible en el trabajo desarrollado junto con los proveedores, tal como puede observarse en el siguiente gráfico, resalta la presencia de programas especializados en temas de productividad, y específicamente en la transferencia de buenas prácticas de producción para los diferentes rubros implicados en las cadenas.
Otro tema recurrente estuvo relacionado con el fortalecimiento de proveedores en cuanto a temas de calidad, inocuidad alimentaria y riesgos laborales, debido a la necesidad de cumplir con normativas nacionales e internacionales.
Este aspecto normativo también se refleja en la alta participación de las empresas ancla en el fortalecimiento de sus proveedores en cuanto a la gobernanza administrativa, dados los requerimientos de transparencia en la facturación, entre otros lineamientos que forman parte de los sistemas legales de cada país.
Los principales retos para promover la gestión sostenible de las cadenas de valor se evidenciaron en aspectos como el enfoque de género de los programas, así como la incorporación de elementos de eficiencia energética o reducción de consumo de combustibles sólidos. En efecto, los temas relacionados con gestión ambiental son los que, en promedio, mostraron un menor desarrollo por parte de los programas de apoyo a proveedores, lo cual se traduce en una importante oportunidad para favorecer la sostenibilidad de las cadenas productivas de la región, con enfoques que además tienen un impacto en la productividad, en la medida en que contienen de manera implícita el uso eficiente de recursos y, por tanto, ahorro de costos para las MiPymes vinculadas.
De esta manera, la región tiene como reto poder impulsar relaciones empresariales que permitan una mayor orientación, principalmente, hacia los siguientes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): 5 (igualdad de género), 7 (energía asequible y no contaminante) y 12 (producción y consumo responsables). Esta orientación permitiría un mayor equilibrio en las agendas de desarrollo productivo sostenible de nuestras matrices productivas.