Si para el 2030 América Latina es capaz de cerrar la brecha de digitalización con la OCDE, generaríamos un impacto en la productividad que nos permitiría crecer por encima del 3% anual – de acuerdo a balance preliminar de CEPAL para 2019 la región registraba tasas de crecimiento promedio de 0,1%, mientras que las proyecciones para 2020 se sitúan en torno al 1,3%.
Esta convergencia generaría, además, más de 700.000 millones de dólares de crecimiento extra hasta el 2030 y la creación de más de 400.000 empleos anuales.
Pero todos estos condicionantes están supeditados a la capacidad de manejar eficientemente los datos, el conocimiento y la innovación, áreas en que la región todavía tiene mucho camino por recorrer y que determinará el lugar de América Latina en el Siglo XXI.
Actualmente, 244 millones de latinoamericanos -el 38% de la población- no tienen acceso a Internet, una brecha social que ahonda la desigualdad en materia de acceso al conocimiento y oportunidades. Esto significa que aquellos con y sin acceso inmediato a información no pueden realizar transacciones comerciales o usar a servicios financieros y del gobierno; ni tampoco realizar trámites en línea. Esta brecha se acentúa al interior de los países de la región, entre la población urbana y rural, así como entre hombres y mujeres y entre los jóvenes y los adultos mayores.
Un reciente estudio del Centro de Estudios de Telecomunicaciones de América Latina indica que para llegar a los niveles de digitalización de la OCDE al 2025, se requerirían 160.000 millones de dólares de inversión, un 60% más que la inversión estimada. Y buena parte de estas inversiones deberían enfocarse en universalizar la conexión de banda ancha, que tiene como principal enemigo a la insuficiente interconexión entre los diferentes países y a las infraestructuras actuales.
Estas ineficiencias, sumadas a las asimetrías en los flujos de tráfico de datos entre la región y EEUU y Europa -principales generadores de contenidos- resultan en unos costos de tránsito altos para América Latina y en una baja calidad en el acceso a contenidos e información por parte de las empresas y hogares.
Es crucial, entonces, el desarrollo y consolidación de una infraestructura de interconexión desde y para la región. Estudios de CAF muestran que una mejor infraestructura de interconexión regional permitiría reducir el costo de tránsito internacional en 38%, hecho que implicaría una reducción de hasta un 8,3% en las tarifas reales de banda ancha. Por eso, estamos invirtiendo un volumen importante de recursos en definir la factibilidad del primer gran Hub Digital de interconexión regional de internet en Panamá, así como apoyando al Gobierno de Chile en el estudio de factibilidad para la construcción del primer cable submarino entre América Latina y el Asia Pacífico en lo que será la primera puerta digital del pacífico. Este proyecto también ha recibido el interés de Brasil, Argentina y Ecuador.
Desde la óptica global de la infraestructura, la revolución digital implica que si bien la disponibilidad de infraestructura energética, de transporte, de servicios de abastecimiento de agua potable y saneamiento, seguirán siendo un elemento central de la integración del sistema económico y territorial de nuestros países, la digitalización impactará disruptivamente el desarrollo de nuevas capacidades de recolección, procesamiento y análisis de datos.
El transporte y las cadenas logísticas inteligentes, la conducción autónoma, el desarrollo de smart grids permitirán agregar nuevas fuentes de provisión y distribución a las redes eléctricas, la gestión de recursos hídricos, entre otra infinidad de cuestiones dependerán críticamente de la incorporación intensiva de conectividad asociada a tecnologías de gestión y procesamiento de datos.
Por todo esto, la apuesta de la Agenda Digital de CAF es clara: expandir el ecosistema digital de América Latina mediante el desarrollo de infraestructuras de comunicaciones de banda ancha que soporten la extensión de servicios basados en internet para hogares, gobiernos y empresas.
Para ello seguiremos trabajando fundamentalmente en los siguientes frentes:
- El despliegue de infraestructuras digitales: mediante el desarrollo de redes troncales nacionales, interregionales en sus dimensiones tanto fijas cómo móviles y cables submarinos que soporten los servicios avanzados de comunicación de información, como la explotación de infraestructuras de datos públicos para generar valor social y económico.
- La modernización institucional para la economía digital: apoyando el desarrollo de políticas públicas que favorezcan la conectividad, la accesibilidad, la seguridad, la confianza, los derechos de los usuarios y la libre competencia en la prestación de servicios digitales.
- El desarrollo de industrias digitales: promoviendo acciones para mejorar y facilitar el acceso a una mayor oferta de bienes, servicios y productos digitales. Creando valor desde la región para la región.
- La digitalización de los hogares: apoyando iniciativas de inclusión digital, con medidas orientadas tanto a la conectividad como a la penetración de plataformas soportadas en Internet que contribuyan a la mejora de la calidad de vida.
- La digitalización de la producción de los sectores económicos: con base en tecnologías maduras y emergentes (IoT, cloud, Big Data) para mejorar la productividad y eficiencia de los mismos.
- La digitalización del Estado y Servicios Públicos Digitales: promoviendo el uso de la conectividad, las nuevas tecnologías y el uso de datos en los diversos sectores de la administración pública, a nivel nacional y subnacional, con el fin de mejorar la eficiencia del sector público y la entrega de servicios a los ciudadanos y empresas.
América Latina no puede quedarse atrás en la construcción de la agenda digital. Está en todos nosotros, independientemente del rubro, el generar las condiciones para que la digitalización se traduzca en oportunidades de progreso y calidad de vida para los latinoamericanos.