Sergio Díaz-Granados
Presidente Ejecutivo, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Colombia
Este artículo también se publicó en Milenio
Hace dos milenios, los discípulos de Santiago cargaron el cuerpo de su maestro desde Jerusalén, en una larga travesía de más de 4 mil kilómetros por el Mediterráneo, que culminó en lo que hoy conocemos como Santiago de Compostela. Sobre su cuerpo se levantó una capilla que, con el paso de los siglos, se convirtió en la Catedral de Santiago, un lugar emblemático para peregrinos de todos los rincones del planeta.
Esta semana, una delegación de autoridades de América Latina y el Caribe aterrizará en Santiago de Compostela cargando, como los caminantes, grandes retos, expectativas y sueños. Las delegaciones latinoamericanas y caribeñas llegan con una hoja de ruta bien definida: impulsar las relaciones económicas, comerciales y de cooperación con la Unión Europea (UE) y generar nuevas sinergias para enfrentar conjuntamente grandes desafíos globales como cambio climático, transformación digital, seguridad alimentaria o reducción de la pobreza. (Visita el especial CAF en Europa)
Este camino de diálogo lo iniciamos en Santiago de Chile en marzo pasado, y llegaremos a Santiago de Compostela el 15 de septiembre para celebrar un encuentro histórico, organizado por el gobierno de España y CAF --banco de desarrollo de América Latina y el Caribe--, que reunirá por primera vez a los 33 ministros de economía y finanzas de la región con sus 27 pares de la UE para aterrizar una agenda de inversiones europeas en sectores clave del desarrollo latinoamericano, en línea con la Agenda 2030.
Estos meses hemos acompañado a nuestros países y promovido la consolidación de un bloque latinoamericano en diversos espacios internacionales. El más reciente de ellos es la cumbre de bancos públicos de desarrollo “Finance in Common”, celebrada en Cartagena la semana pasada. Varios temas planteados volverán a ser discutidos, entre ellos la necesidad de canalizar los derechos especiales de giro (DEG), así como los cambios de deuda por protección de la naturaleza como mecanismos para elevar la capacidad de respuesta a la emergencia climática actual.
Los puntos de partida de Europa y de América Latina son distintos, pero si logramos entender esto, podremos ponernos de acuerdo rápidamente en las soluciones. En Santiago de Compostela necesitamos encontrar respuestas conjuntas para la adaptación y mitigación del cambio climático y la protección del capital natural. También tendremos que crear nuevos instrumentos que incentiven el crecimiento económico y que, a su vez, reduzcan la pobreza y las emisiones y preserven la biodiversidad para salvaguardar la vida en el planeta.
Esta es una oportunidad única para profundizar una relación mutuamente beneficiosa. Es una oportunidad para recuperar la mata atlántica en Sudamérica, para hablar de la Pampa, de los Andes, de Mesoamérica, del Trifinio, de la cuenca del Caribe. Necesitamos que la región sea vista como un espacio integral y no como pedazos de un continente. Por ejemplo, queremos que las empresas italianas, alemanas, francesas o españolas puedan venir a fabricar baterías en la región, no que se limiten a comprar litio como materia prima. Queremos que se asocien con gobiernos y con empresas latinoamericanas para desarrollar nuevas tecnologías. Tal como lo hicieron en China con la producción de ferrocarriles.
Este nuevo entendimiento de las relaciones entre la UE y la región permea en la agenda de inversiones del Global Gateway, la plataforma global de inversiones y cooperación del bloque europeo. Hasta el momento, la UE ha identificado 136 proyectos, y CAF participará en al menos 70 de ellos a escalas nacional y regional. Por ejemplo, llevaremos conectividad a 85 por ciento de los colombianos para 2026, ayudaremos a producir hidrógeno verde en Chile y Uruguay, e impulsaremos soluciones de electromovilidad en Bogotá, San José, Quito y Sao Paulo. La buena noticia es que tenemos una metodología y un compromiso a nivel de los bancos públicos de desarrollo para darle fuerza y forma a estas iniciativas
Poniendo estos proyectos en ejecución, vamos a tener una región mucho más verde, sostenible y preparada para el cambio climático, y también más productiva y con un mejor uso de las tecnologías. Para ello necesitamos la capacidad de bisagra que tienen los bancos de desarrollo para lograr que esos proyectos lleguen efectivamente a buen destino, superen el ciclo, incluso los ciclos políticos de los países, y eviten que se pierdan por el camino.
Y, en este sentido, el papel de los bancos multilaterales de desarrollo es esencial para concretar la nueva agenda de inversiones europea. Los bancos de desarrollo regionales, subregionales y nacionales necesitamos trabajar más armónicamente, compartir más información y conocimiento. No podemos vernos por separado, sino como sistema. Una demostración de que trabajando en conjunto se logran buenos resultados fue Mesa Empresarial UE-LAC, organizada por la Comisión Europea, el BID y CAF, de la que salieron las inversiones de 45 mil millones de euros por parte de la UE hacia la región.
Los latinoamericanos y caribeños esperan resultados concretos de reuniones como la de Santiago de Compostela. Por eso debemos ser ambiciosos para hacer nuestra parte en este proyecto por el desarrollo y la sostenibilidad de América Latina y el Caribe. Esta semana, todo está listo para que las delegaciones latinoamericanas y caribeñas dejen su huella en el camino latinoamericano de Santiago.