Convirtamos al ciudadano en el protagonista de las ciudades
Con vistas a la cumbre de Habitat III, la comunidad internacional lleva tiempo buscando soluciones para convertir el bienestar de las personas en el verdadero protagonista de la vida en las ciudades
Cada día unas 180.000 personas (lo equivalente a más de dos estadios Maracaná repletos) se instalan en centros urbanos. Gracias a su gran atractivo y a la multitud de oportunidades de vida que generan constantemente, las ciudades se han convertido en el hábitat preferido de más de la mitad de la humanidad.
Y la situación en América Latina es, si cabe, todavía más pronunciada: cuatro de cada cinco latinoamericanos viven en urbes, y se calcula que para el 2050 lo harán el 90% de los ciudadanos. De los que actualmente viven en zonas urbanas, entre un 25% y 50% se encuentran en condiciones precarias, habitando barriadas, favelas, villas o pueblos jóvenes.
Esta frenética urbanización ha provocado que ciudades como Bogotá, Buenos Aires, San Pablo, México DF o Lima, por citar solo algunos ejemplos, presenten problemas de contaminación y de movilidad en calles y carreteras; segregación del espacio público; falta de empleos de calidad; inseguridad ciudadana y servicios públicos no siempre asequibles y eficientes.
Y evidentemente, la principal víctima de esta realidad es el ciudadano, en muchas ocasiones el gran olvidado de las políticas de desarrollo urbano.
La buena noticia es que la comunidad internacional lleva tiempo buscando soluciones para convertir el bienestar de las personas en el verdadero protagonista de la vida en las ciudades, y las espera mostrar en Hábitat III, una cumbre global que se celebrará en octubre de este año en Quito, Ecuador. El evento, que cerrará un ciclo sin precedentes de cooperación internacional, concretará la implementación de una agenda urbana a nivel global para los próximos 20 años, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con las ratificaciones ambientales derivadas de la COP 21 de París, cuyos principales objetivos son la reducción de las desigualdades y la adaptación y mitigación al cambio climático.
Hábitat III está llamada a influir en las políticas públicas de los países, de manera que vinculen a los ciudadanos con su entorno en cada una de las dimensiones sociales, económicas, ambientales y espaciales que existen en una ciudad. Para consolidar esta nueva agenda en las ciudades de América Latina es necesario tener una visión territorial que promueva la inclusión social y productiva a través de cinco ejes transversales: cohesión social, conectividad del transporte público, formación de competencias y desarrollo de capacidades, servicios básicos y ambientales y fortalecimiento institucional.
El primero hace referencia a la generación de cohesión social a través de la creación y buen uso del espacio público, que permita integrar a todas las clases sociales y crear un sentido de apropiación y de pertenencia en las comunidades. En este sentido, es imprescindible aumentar la conectividad del transporte público, facilitando una movilidad cotidiana asequible y masiva y, paralelamente, garantizar la provisión de servicios básicos de agua y saneamiento y un buen entorno habitacional que dignifique las condiciones de vida y mejore estructuralmente los insumos básicos del bienestar ciudadano.
Adicionalmente, deberemos crear capital humano a partir de la educación y el desarrollo de competencias, promoviendo la innovación, la generación de conocimiento para que las personas puedan optar a mejores empleos, definidos en función de las demandas de los sectores productivos locales.
Para que estas medidas tengan éxito, los Estados deberán fortalecer la institucionalidad y perfeccionar la coordinación de las intervenciones a distintos niveles de gobierno y entre múltiples actores.
Mientras trabajamos en los puntos clave de Hábitat III, hay que tener muy presente que estamos ante la gran oportunidad de consolidar una planificación urbana más integral que priorice la inclusión social y productiva. Tenemos que repensar la ciudad con mira a los próximos 50 años y no mirando en el retrovisor de la historia.
A pocos meses de la cita, es el momento de hacer un llamado a todos los actores involucrados en el desarrollo urbano de las ciudades -gobiernos, ciudadanos, organismos multilaterales, sociedad civil y sector privado- para trabajar en conjunto y establecer lineamientos que fortalezcan la gobernanza de las ciudades y, al mismo tiempo, encontrar los mecanismos de financiamiento más adecuados y mejorar los sistemas de medición, monitoreo y evaluación del proceso de desarrollo de las ciudades.
La buena planificación urbana contempla una visión integral de la ciudad que incluya infraestructuras accesibles y verdes, instituciones que permitan la participación ciudadana y una gobernanza eficiente que contemple el respeto a la diversidad cultural e histórica. Y para asegurar que nuestras ciudades continúen siendo los motores de crecimiento y de oportunidades para todos los ciudadanos de América Latina, también necesitaremos políticas públicas que apuesten por el incremento de la productividad y de la competitividad que propicien la generación de nuevas fuentes de producción y empleo.