Necesitamos un mercado digital latinoamericano
Un mercado digital latinoamericano unificado contribuiría a mejorar la conectividad y el acceso a mercancías y servicios de internet en todos los países.
Un mercado digital latinoamericano unificado contaría con aproximadamente 500 millones de potenciales consumidores, equiparable a los que tiene la Unión Europea. Está demostrado que su configuración contribuiría a mejorar la conectividad y el acceso a mercancías y servicios de internet en todos los países, y generaría cuantiosos beneficios económicos.
Y por si esta lista de virtudes no fuera suficiente, agreguemos que también facilitaría el intercambio de bienes y servicios en línea y contribuiría al desarrollo con igualdad y sostenibilidad ambiental.
A pesar de todos los pros descritos arriba, el debate sobre el mercado único regional recién comienza en América Latina. En otras palabras, todavía queda mucho camino por recorrer para articular conjuntamente los desafíos políticos y regulatorios que permitan explotar todo su potencial.
Las principales trabas tienen que ver con la falta de coordinación en materia de estándares y regulación y con carencias en infraestructura y transporte de mercancías. Por eso, para lograr un mercado digital regional eficiente será necesario implementar coordinadamente las políticas públicas e iniciativas empresariales que lleven a cabo los diferentes países.
También será imprescindible mejorar las infraestructuras digitales, crear un clima emprendedor de servicios y de aplicaciones digitales y que empresas e individuos adopten las nuevas tecnologías.
Según un estudio reciente publicado por CAF -Banco de Desarrollo de América Latina-, entre los principales retos que se presentan para que el mercado digital sea una realidad se encuentra unificar unos marcos regulatorios que hasta la fecha se han desarrollado de manera independiente y en función de las necesidades nacionales. Además, los problemas relacionados con la infraestructura digital, las limitaciones de empresas e individuos para participar en las transacciones en línea o las restricciones al acceso individual a Internet también traban el aprovechamiento de sinergias transfronterizas.
Pero los beneficios sociales, económicos y tecnológicos que se pueden obtener bien valen la pena el esfuerzo. El mismo informe asegura que un mercado digital regional posibilitaría el libre movimiento de bienes, servicios digitales y capital vinculado a la industria digital, ofrecería servicios fácilmente accesibles con normativas compatibles entre países, establecería un esquema intrarregional de libre competencia -sin restricciones o barreras arbitrarias- y garantizaría la protección del consumidor y de los datos personales, independientemente de su nacionalidad o lugar de residencia.
Actualmente existen algunas iniciativas que pueden verse como el embrión del mercado único regional. Tal es el caso del mecanismo de diálogo conocido como la Agenda Digital para América Latina y el Caribe (eLAC2018), que incorpora los desafíos emergentes de la revolución digital y estudia la factibilidad un mercado digital en la región. Además, analiza el impacto de los desarrollos digitales sobre la política pública, y se ha convertido en herramienta para impulsar el acceso y la infraestructura, la economía digital, el gobierno electrónico, la gobernanza de Internet, la inclusión social y el desarrollo sostenible.
eLAC2018 se estructura en torno a 23 objetivos, interdependientes y complementarios, cuyos resultados se afectan mutuamente y que se ordenan en un mapa de referencia en cinco pilares de acción: acceso e infraestructura; economía digital, innovación y competitividad; gobierno electrónico y ciudadanía; desarrollo sostenible e inclusión; y gobernanza.
Este sería un primer paso de lo que debería ser un mercado digital latinoamericano que pueda competir con las economías avanzadas y que contribuya cerrar las brechas tecnológicas de la región. Además, un mercado digital único y eficiente será vital para introducir las nuevas tecnologías en los países de la región y mejorar nuestra competitividad internacional.