Milnael Gómez
Especialista CAF en Movilidad Urbana
Contrario a lo que podríamos creer, carros, autobuses y motocicletas son particularmente nuevos en la historia de las ciudades. Nuestros padres y abuelos transitaban en ciudades con bajos índices de motorización donde la mayoría de viajes se realizaban en el escaso transporte público de la época o, en su defecto, a pie o en bicicleta.
Durante la segunda mitad del siglo XX estas ciudades fueron víctimas de la explosión demográfica y de la migración del campo a la ciudad, y vieron cómo sus barrios informales no planeados y su infraestructura dedicada al vehículo particular se expandieron más de lo previsto. Todos estos cambios transformaron la ciudad de nuestros padres y abuelos en una ciudad con poco espacio para sus ciudadanos y para el disfrute del espacio público.
La de hoy es una ciudad agobiada por la congestión y la contaminación, hecho que en los últimos años nos ha alentado a identificar estrategias para devolver los espacios urbanos a sus habitantes y fomentar el uso de modos de transporte más sostenibles.
Una de estas estrategias consiste en recuperar el espacio público a través de la utilización de las áreas dedicadas al parqueo de vehículos o al uso indiscriminado del automóvil para que los ciudadanos puedan disfrutarlas como lugares de esparcimiento y actividad física.
Los beneficios de la recuperación del espacio público van más allá de la redistribución de las áreas viales disponibles. Un análisis desarrollado en Reino Unido y Alemania encontró que un esquema de peatonalización bien diseñado aumenta del 20% al 40% el volumen de los peatones a lo largo del primer año. Asimismo, una publicación de la Asociación Alemana de Industria y Comercio (DIHT) de 1979, determinó, a partir de encuestas a comerciantes, que 141 zonas peatonales analizadas (el 83% de la muestra) aumentaron su volumen de negocios, frente a 24 que no experimentaron cambios y solo 5 que experimentaron una disminución.
La investigación hecha en el marco del proyecto DUMAS en el año 2000 en las ciudades griegas de Larissa y Katerini, demostró que la implementación de un esquema de peatonalización en el centro de la ciudad redujo en más de 10% los siniestros viales, en relación a aquellas ciudades de tamaño similar que no la implementaron. También se destaca la importancia del desarrollo de acciones de seguridad vial para todos los actores viales en las zonas de borde de la zona peatonalizada.
Adicionalmente a los beneficios anteriores aparecen otros más intangibles, relacionados con el bienestar social, emocional y psicológico, que son difíciles de cuantificar pero que mejoran considerablemente la relación de los habitantes con su ciudad.
La generación de espacios públicos impulsa interacción social en las comunidades, pues dichas zonas se transforman en espacios que promueven la generación y discusión de ideas, las cuales a su vez promueven la diversidad, la tolerancia y la generación de actividades culturales y deportivas permitiendo el acceso a todos los ciudadanos independientemente de su nivel de ingresos. Además, son también los ciudadanos los principales aliados en la conservación de estos lugares, ya que su uso constante garantiza el éxito de la intervención independientemente de su escala.
De acuerdo con información del Observatorio de Movilidad Urbana de CAF, en el 2014 las aceras y el espacio público eran el lugar donde se desarrollaba uno de cada cuatro viajes en las 29 ciudades de América Latina que forman parte de la iniciativa. En estas ciudades diariamente, más de 70 millones de viajes que tienen como destino el lugar de trabajo, estudio y el hogar son realizados a pie, muchas veces en condiciones que no son adecuadas para el tránsito de las personas (aceras sin accesibilidad, falta de cruces peatonales seguros, vías de alta velocidad o falta de aceras).
Más allá de los beneficios que trae para la ciudad la generación y recuperación del espacio público, también es importante identificar que las aceras, parques y plazas son parte de la infraestructura donde se desarrollan los viajes de las personas. En ese sentido, conviene plantear la necesidad de redistribuir el espacio vial disponible de forma más equitativa y sostenible entre todos los actores viales, desarrollando así espacios de calidad para todos los usuarios.
En CAF venimos trabajando en el desarrollo de planes de movilidad para modos no motorizados que garanticen la articulación del espacio para peatones y ciclistas, y permita utilizar los sistemas de transporte público de forma más eficiente. Asimismo, desarrollamos proyectos de movilidad que consideren al peatón como usuario final, y donde la accesibilidad y la seguridad vial sean factores fundamentales. A pesar de que tenemos difíciles retos por delante, será imprescindible recuperar y apropiarse de un espacio público de calidad para los habitantes de las ciudades de América Latina.