Manuel Escudero
Embajador de España ante la OCDE y Presidente de la Junta Directiva del Centro de Desarrollo
Constantemente las organizaciones están buscando formas de hacer mejor las cosas. En la economía moderna, la innovación se encuentra en el corazón del desarrollo, actuando como factor determinante del éxito o fracaso de todas las iniciativas. El mundo de los organismos de desarrollo, como CAF, no está al margen de esta realidad, por ello, el aprendizaje para el uso más eficiente de los recursos es un elemento central de nuestra agenda de trabajo.
Pero, ¿cómo aprenden las organizaciones? Al igual que en la ciencia, las organizaciones aprenden a partir de lo que hacen. Pero a diferencia del debate académico donde existen canales consolidados para el intercambio de ideas, la conversación y el consecuente proceso de aprendizaje y mejora puede no estar tan organizado. Con frecuencia el conocimiento se encuentra limitado al radio de acción de cada funcionario, de manera tácita o explícita pero de difícil acceso para el resto de los compañeros y potenciales usuarios, archivado en computadores personales o intranets locales.
Un ejemplo del potencial transformador que tiene la gestión del conocimiento sobre el desempeño de las organizaciones se reseña en Odell y Hubert (2011) con el caso particular de Fluor, una empresa que durante 20 años estuvo implementando estrategias informales de manejo de conocimiento hasta que el 1999 se adoptó una estrategia formal de gestión de conocimiento que permitió la formación de comunidades de conocimiento en toda la empresa. Al 2011 la corporación contaba con más de 40 comunidades de expertos conformadas por 20.000 miembros dedicados a la innovación y mejoramiento de prácticas. En 2009 Fluor fue nombrada como una de las North American Most Admired Knowledge Enterprises.
Sin embargo, el proceso de gestión de conocimiento para la transformación del conocimiento tácito y aislado a una herramienta útil para la innovación requiere de un esfuerzo no trivial. La complejidad de este proceso puede ser simplificada en tres movimientos:
- captura
- análisis
- reporte y adopción
Para ilustrar el punto, imagine que el conocimiento que se deriva de las actividades diarias es como un río que se desborda en infinitas ramificaciones que terminan en innumerables pozos aislados. A través de una política de manejo de conocimiento es posible encausar ese río hacia represas distintas sobre aquello que funciona y lo que no en el contexto organizacional, y con ello mover la turbina que energice la innovación y la adopción de mejores prácticas.
En esa misma línea de acción, como parte de la estrategia de gestión de conocimiento en CAF hemos desarrollado una nueva herramienta que permite a los funcionarios sacar ventaja del conocimiento llamada Quipu. Quipu consiste en un repositorio virtual que acumula las piezas de información generadas por los funcionarios en el contexto de los proyectos financiados por la institución. A través de esta herramienta es posible localizar toda la documentación relacionada con una temática específica, permitiendo acceder rápidamente al estado del arte del conocimiento interno sobre ese tema.
Esta potencialidad es particularmente relevante en el caso de los proyectos de desarrollo, pues debido a la especificidad de los contextos y problemáticas que se atienden, resultan limitadas las fuentes de aprendizaje alternativas a la experiencia misma.
Conocer el universo de conocimiento relacionado con una temática en la organización no solo permite tomar mejores decisiones sobre a las cuestiones ya existentes, sino que también abre las puertas a nuevas preguntas de investigación ¿Cuánto estamos aprendiendo de los proyectos? ¿Cuánto conocimiento estamos generado? ¿Quiénes son los originadores de ese saber? ¿Cuáles son las lecciones aprendidas? De esta manera es posible dirigir los esfuerzos de mejora hacia las áreas más relevantes para la organización, potenciando el impacto de la innovación sobre el desarrollo de nuestra región.
En CAF estamos comprometidos con el aprendizaje como vehículo para una mejor toma de decisiones sobre los proyectos de desarrollo, potenciando así su avance y permitiéndonos mejorar más vidas.