¿Cómo beneficiarse de las nuevas tecnologías?
Las nuevas tecnologías están transformando la producción y gestión de la producción y cambiando por completo la noción de eficiencia y hasta de tiempo.
Las nuevas tecnologías están transformando el día a día de las personas y creando posibilidades jamás imaginadas. Pero las empresas también se están beneficiando. Considere las tecnologías digitales simples, como hojas de cálculo y software de control de tecnologías más avanzadas, como inteligencia artificial, computación en la nube, internet de las cosas, robots, impresoras 3D e Industria 4.0. Estas tecnologías están transformando la producción y gestión de la producción y cambiando por completo la noción de eficiencia y hasta de tiempo.
Para América Latina, cuya productividad está estancada y corresponde a apenas una fracción de la observada en países desarrollados, y cuyos indicadores de competitividad han retrocedido en los últimos años, esas tecnologías pueden ser una bendición.
De hecho, las tecnologías digitales pueden tener impactos importantes al contribuir al aumento de la producción por trabajador, a la racionalización en el uso de los recursos y a la entrada de nuestras empresas en los mercados internacionales. Si se comparten, los beneficios del aumento de la productividad y la competitividad pueden afectar no sólo la creación de riqueza, sino también a la lucha contra la pobreza, tema crucial para nuestra región. Por lo tanto, parece razonable que debamos facilitar el acceso y fomentar el empleo de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, a pesar de la importancia, hay que tener en cuenta los límites del alcance de las nuevas tecnologías en razón de la comoditización digital. La comoditización digital se refiere al impacto que la popularización del acceso y uso de tecnologías digitales estandarizadas y de uso general tienen en la competitividad. Mientras que sólo pocas empresas tienen acceso a una determinada nueva tecnología, su impacto en la competitividad aumenta rápidamente. Pero a medida que el acceso y uso de esa tecnología se diseminan, su impacto marginal disminuye y, eventualmente, desaparece.
Piense en el software de control de stocks o incluso en la computación en la nube. De esta forma, el uso de tecnologías comodizadas se convierte en un requisito de entrada y permanencia en el mercado. Es decir, esas tecnologías pasan a ayudar a poner la empresa "en el juego", pero no a "ganar el juego".
La comoditización digital es resultado del cambio en los modelos de negocios en que las tecnologías sofisticadas se comercializan a precios relativamente bajos en favor de la fidelización a las plataformas y de los estándares técnicos combinada con la reducción del ciclo de vida de las tecnologías y con el efecto de la plataforma. Una vez fidelizado, el usuario pasa a pagar por servicios de costos variables y por el uso de funciones específicas y de niveles tecnológicos más elevados.
Tener acceso a una plataforma técnica profesional, un robot, una cosechadora agrícola de última generación o plataformas de ecommerce y de medios de pago, por ejemplo, pasó a ser la etapa inicial, no la final, de una jornada más larga de admisión el uso de tecnologías, procesos productivos y canales de ventas más sofisticados.
Estamos observando una cada vez más visible distinción entre empresas que son usuarias de commodities digitales y empresas que son desarrolladoras, gestoras y distribuidoras de aquellas tecnologías, estándares y plataformas. Y también que estas las últimas están capturando una parte cada vez mayor de los beneficios privados de las materias primas digitales.
Pero también estamos aprendiendo que el empleo de commodities digitales puede tener menos impactos positivos en los países emergentes de lo que inicialmente pensó. Y esto porque, aunque se eleva el nivel de la productividad, las tecnologías no son capaces de necesariamente transformar esa ganancia en aumento de competitividad.
Adicionalmente, las commodities digitales tienden a reducir la relevancia de la mano de obra en los costos de producción. De hecho, ya se observan cambios en la geografía global de las inversiones que son desfavorables para las economías en desarrollo, ya que las tecnologías comodizadas están viabilizando la producción industrial incluso en países avanzados, donde la mano de obra es más cara.
¿Cómo, entonces, las nuevas tecnologías podrán beneficiarse de la competitividad de los países emergentes? En primer lugar, por la intensificación de su uso especialmente en actividades en que ya se tienen ventajas comparativas y competitivas y que pueden ser potenciadas por esas tecnologías y, segundo, por el uso de las ventajas comparativas y competitivas para alentar el compromiso en el desarrollo, gestión y distribución de tecnologías.
Lo que puede sonar como algo muy ambicioso, ya empieza a suceder. Uruguay se ha convertido en un desarrollador de tecnologías de rastreo de rebaños. Además de beneficiar a sus ganaderos con la entrada de la carne en mercados más exigentes, el país también está ganando con la comercialización internacional de esos conocimientos. Las agritechs brasileñas están desarrollando sofisticadas tecnologías que están aumentando la productividad de la agricultura al tiempo que están comercializando sus servicios a nivel global. Chile está desarrollando tecnologías de minería que preservan vidas y el medio ambiente y están ampliando el abanico y las fuentes de generación de riquezas. Además de generar más ingresos, esas tecnologías también diversifican la economía pueden contribuir a viabilizar actividades industriales.
Así pues, además de facilitar el acceso y fomentar el empleo de nuevas tecnologías, también debemos fomentar el desarrollo de las tecnologías más avanzadas. Y esto es posible. Reconocer la importancia del conocimiento como fuente primaria de la generación de valor en el siglo XXI será paso fundamental para fomentar el crecimiento sostenido y así encaminar soluciones a muchos de los problemas económicos y sociales de nuestra región.