Jorge Arbache
Vicepresidente de Sector Privado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Hay una creciente sensación en todo el mundo de que la globalización ha llegado al fin y de que se viene un nuevo orden. Para apoyar esta narrativa, los escépticos apuntan a manifestaciones como la desaceleración en el flujo de finanzas e inversiones, el auge del nacionalismo y de políticas proteccionistas, guerras comerciales, disputas por el control de la inversión extranjera y políticas contra la inmigración. A esto cabe agregar sentimientos negativos de los ciudadanos, basados en el aumento del desempleo y la desigualdad en los tiempos de la globalización.
Pero, ¿está la globalización realmente en retirada? Si medimos la integración y la interdependencia económica entre países -que son las principales características de la globalización- por flujos comerciales de bienes y servicios y por flujos financieros y de inversión, como suele hacerse, estaríamos presenciando una posible pausa. Sin embargo, si utilizamos métricas que están más en línea con la dinámica económica del siglo XXI, entonces habría signos de que la globalización se estaría acelerando en lugar de retraerse.
¿Y cuáles son estas métricas? Se trata de indicadores de integración e interdependencia económica entre países que están mucho más allá de los flujos comerciales y financieros. Considere lo que sucede en el campo de los estándares técnicos y regulatorios. En las últimas décadas hemos visto una verdadera globalización de estándares, protocolos, certificaciones, procesos y control y monitoreo en áreas relativamente simples, como la del transporte de contenedores, y de áreas más complejas como la producción de bienes y servicios, comunicaciones y cuestiones fitosanitarias, de seguridad y calidad, entre otras.
Esta estandarización reduce el tiempo, aumenta la previsibilidad, permite la identificación de riesgos y mitigantes, allana las cadenas de valor, acortando así caminos, estimulando inversiones y flujos de factores, y permitiendo la integración de la producción y de los mercados. Las perspectivas para el futuro son de ampliar el alcance y la intensidad de esta estandarización.
Considere también lo que sucede con los servicios digitales y las plataformas y redes de comercio electrónico, así como con la telefonía móvil y los sistemas operativos informáticos. Estamos siendo testigos de una masificación sin precedentes de acceso a servicios digitales que se conectan a todos y a todo. Esta conexión es posible a través de sistemas operativos y protocolos de internet estandarizados que permiten que miles de millones de usuarios se comuniquen a un costo casi cero, tengan un acceso simultáneo a contenido digital y hagan negocios desde prácticamente cualquier lugar del mundo.
La ampliación de la conectividad, la caída de los costos de informática y de los sensores, y nivel relativamente bajo de regulación en los mercados digitales están acelerando la adopción y el uso de tecnologías digitales, permitiendo el surgimiento de una nueva generación de modelos de negocio y el fomento de la integración económica. La tendencia es que esta mercantilización digital siga aumentando.
Pero todavía hay otra evidencia que apunta al avance de la globalización. Piense en los mercados financieros y de capital, que están cada vez más unidos por productos y servicios. Esto es posible gracias a la estandarización de rutinas, procesos y estándares de políticas financieras, de gestión de riesgos y de sistemas de pago. Todo esto está promoviendo la integración económica y la creciente interdependencia de las economías.
Considere también la consolidación sin precedentes de los mercados de bienes y servicios, donde cada vez un grupo menor de prestatarios influye vez más en los mercados e inversiones mundiales. La evidencia sugiere que la consolidación del mercado continuará creciendo en los próximos años.
Finalmente, a pesar de las recientes políticas basadas en las preferencias por las relaciones económicas bilaterales entre países, se han aprobado o se están negociando varios acuerdos comerciales plurilaterales que promueven la armonización técnica y los marcos regulatorios y puntos de referencia en áreas tan variadas como los servicios, las compras gubernamentales, la economía digital, la propiedad intelectual, las condiciones de trabajo, las normas fitosanitarias, la gobernanza de empresas estatales o el medio ambiente. Esta armonización también está ayudando a acercar e integrar los mercados.
Con la computación cuántica, la tecnología 5G y el Internet de las Cosas, se abren aún más grandes oportunidades para colaborar y compartir. Las actividades económicas se volverán aún más fluidas. De hecho, estamos en una era en la que los activos intangibles han ganado prominencia en la creación de valor, mientras las cadenas de valor globales continúan con la integración económica.
Por lo tanto, las conclusiones de que la globalización está llegando a su fin pueden ser precipitadas, ya que los escépticos, por lo general, no tienen en cuenta dimensiones más sofisticadas de integración de mercado y de interdependencia de las economías. Parece que la globalización no está retrocediendo, sino cambiando.
Entre los problemas que más pueden amenazar la globalización están las tensiones sociales asociadas con los impactos de las nuevas tecnologías, ciberataques que interfieren con la integridad y la seguridad de los datos y sistemas, así como fallas de uso deliberado en plataformas digitales, sistemas operativos, sistemas de pago y protocolos, creando muros y separando personas, empresas e incluso países.