El cambio climático también amenaza a la gestión del agua
Aunque América Latina concentra una tercera parte del agua dulce del planeta, todavía 165 millones de latinoamericanos no cuentan con un servicio estable y seguro de agua potable, algo que contribuye a acentuar las ya importantes brechas sociales en el continente más desigual del planeta.
La disposición geográfica del agua tampoco ayuda. Mientras que algunas zonas concentran gran abundancia, en otras la disponibilidad es limitada y las sequías son frecuentes y prolongadas. Corregir esta realidad no ha sido una tarea sencilla ni costo-eficiente hasta la fecha, y todo parece indicar que, como consecuencia del cambio climático, las prácticas tradicionales de provisión de agua en zonas de escasez no tendrán la misma efectividad en el futuro.
De hecho, los efectos del cambio climático se sienten con mayor virulencia en regiones en desarrollo como América Latina, paradójicamente una que en menor medida ha contribuido a las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Actualmente, los desastres naturales son cada vez más notorios y extremos, y los que causan más estragos -inundaciones y sequías- están vinculados al agua. Según la ONU, en la última década el 48% de eventos climáticos extremos a nivel global han correspondido a fenómenos hidrometeorológicos (sequías e inundaciones), con pérdidas asociadas a inundaciones del orden de los USD 650 mil millones.
Ante esta situación, si no implementamos medidas efectivas de adaptación al cambio climático, las pérdidas de productividad de la tierra como consecuencia de situaciones de estrés hídrico desafiarían la seguridad alimentaria de cientos de comunidades de América Latina. Por eso, necesitamos acciones urgentes que prioricen la planificación resiliente de las infraestructuras, tanto a nivel de presupuesto e inversiones, como de incorporación de innovaciones tecnológicas y sistemas de información y alerta temprana.
En este sentido, cabe poner en valor algunas buenas iniciativas implementadas en la región sobre el oportuno uso de infraestructuras para aumentar la resiliencia ante los efectos climáticos. La primera de ellas corresponde a la Intendencia de Montevideo, que utiliza soluciones basadas en la naturaleza para reducir los efectos de inundaciones en la red vial, a partir del acondicionamiento de estanques de infiltración. Un segundo ejemplo corresponde a la gestión que sobre el río Bogotá se lleva a cabo para reducir el riesgo de inundaciones, mediante la creación de parques multifuncionales en la ribera del río. Además de regular las crecidas del río, esto ha contribuido a densificar la cubierta vegetal, favoreciendo el hábitat en general.
Un concepto similar al de Bogotá se prevé aplicar, con apoyo de CAF y el Fondo de Adaptación al Clima, en ciudades ubicadas en las dos orillas del Río Uruguay -en beneficio de Argentina y Uruguay- con medidas no estructurales, tales como consolidar sistemas de alerta temprana, apoyar el reasentamiento en zonas seguras y destinar zonas potencialmente inundables para uso recreativo.
También en España encontramos valiosos ejemplos que contribuyen a la planificación, monitoreo y a la toma de decisiones, tales como el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH), el cual permite la recolección a tiempo real de múltiples datos de precipitación, caudales en ríos, volumen de embalses, entre otros. Esto propicia una gestión de sequías adecuada y un mayor control de las inundaciones. Precisamente, a principios de octubre, y de la mano de CAF, se prevé que funcionarios de América Latina visiten el SAIH, con la expectativa de intercambiar experiencias y explorar posibilidades de replicar el modelo en América Latina.
Estos ejemplos evidencian que la resiliencia climática es también la consolidación de la gestión integrada del agua, un recurso cada vez más relevante para el buen desempeño económico de los países, así como para garantizar la productividad agrícola y, con ello, la seguridad alimentaria global.
Los gobiernos latinoamericanos deben adaptarse rápido a los impactos del cambio climático; particularmente en cuanto a la disposición del recurso agua se refiere, tanto para las industrias productivas como para el uso ciudadano. Reflexionar sobre ello, mediante el intercambio de experiencias que la cooperación España-América Latina se posibilitará con la V edición de los Diálogos del Agua, un foro que promueve el debate en tonto a temas críticos relacionados con la gestión del agua.
Solo a través del intercambio de conocimiento y experiencias, y con una instituciones que planifiquen eficientemente el desarrollo de infraestructuras podremos implementar con éxito una agenda que no puede esperar más.