Las 3 D de Energía: Descarbonización, Digitalización y Descentralización
La descarbonización energética ha dinamizado el sector debido la continua incorporación de nuevas fuentes de energía y nuevos actores en el mercado eléctrico. Parte importante de ello es el ingreso de generación renovable variable, predominantemente solar, fotovoltaica, eólica terrestre y marina, que ha empezado a remplazar las formas de generación convencionales.
Además, los sistemas eléctricos en el futuro tendrán necesariamente que considerar a otros actores tales como el transporte y los servicios inteligentes, los mismos que no serán pasivos sino participantes y activos que dinamizarán los sistemas de manera acelerada y en tiempo real.
Para cumplir con este objetivo, se requiere de una inversión sustancial en innovación en tecnología, que para el concepto 3D se enmarca en la denominada “digitalización” que acompañada de nuevos modelos de negocio, que involucren los estados de situación de manera instantánea tanto de variables electricas como económicas, mejorarán el funcionamiento de las redes de transmisión y distribución de electricidad, y con ello se espera responder de forma adecuada a los crecientes desafíos de generación y consumo de energía.
La nueva tecnología trae consigo desafíos, tanto para las inversiones de energías convencionales (hidráulicas, centrales térmicas a vapor a gas natural, entre otras) que, al momento de su ingreso, se encontraban dentro de otro escenario energético con precios y expectativas diferentes a la realidad actual, así como para las nuevas formas de producción energética. Los escenarios han cambiado y muchas veces se han visto distorsionados, por ejemplo, cuando las renovables en un inicio tuvieron incentivos económicos importantes con el propósito de fomentar su producción. Ello influyó y cambió el flujo de ingreso de proyectos que, dependiendo de los modelos y condiciones de pago de cada país, implicaron la caída de algunos de estos productores. Esto además se ve potenciado por lo vertiginoso de los cambios tecnológicos de las energías renovables, así como de las políticas de promoción para estas, que cada país ha implementado a su manera.
Las redes de transporte eléctrico son un elemento importante dentro de la cadena eléctrica de generación-trasmisión-distribución y tienen que enfrentar el desafío de digitalizarse e integrar generación no gestionable y a gran escala, en el orden de los Giga W (eólicas y fotovoltaicas), así como también integrar recursos distribuidos (vehículos eléctricos y puntos de recarga). Motivo por el cual los mecanismos de control tendrán que necesariamente ser modernizados acorde a estos nuevos conceptos y roles de la generación, trasmisión y distribución.
Otra revolución energética es la “descentralización de fuentes de energía”, esto es, a medida que las tecnologías eólicas, solares y de almacenamiento tengan costos de inversión más competitivos se volverán cada vez más asequibles, y por lo tanto habrá mayor penetración de generación distribuida, concepto también a tener en cuenta dentro de estos nuevos sistemas eléctricos de potencia.
En estos nuevos modelos de negocios eléctricos en el segmento de la distribución, en el que los usuarios o clientes ya no son simples receptores de energía, ahora se vuelven actores más dinámicos, no solo con la posibilidad de entregar energía si no de escoger y comprar energía más barata en forma variable durante el día o en cualquier periodo de tiempo. Esto se debe a que ahora el cliente tiene la posibilidad de instalar recursos energéticos distribuidos que convierten necesariamente al cliente en personas más informadas, quienes desde sus ordenadores pueden ver y analizar su producción y su consumo.
Los consumidores, al volverse más proactivos, harán que necesariamente el comercializador de energía o el distribuidor, si es el caso, busque nuevas formas y productos para atraer a los clientes. En cuanto a las redes y operadores a nivel de distribución, también tendrán mayores necesidades de inversión ya sea por las infraestructuras de recarga, acometidas de viviendas y adaptaciones de instalaciones eléctricas, integrar el autoconsumo, medidores inteligentes, etc.
Esta es la dinámica a la que se ven sometidos los sistemas eléctricos de potencia que, si bien servirán para brindar un servicio acorde al desarrollo tecnológico de la sociedad, también traerán temas a solucionar y que tanto el sector especializado, como todos los actores que promueven estas inversiones, deben estar atentos a abordar y tener en cuenta. Uno de estos retos es que, dado que los consumidores podrán ser autogeneradores, desde el punto de vista del sistema eléctrico actual implicará una pérdida de demanda, ya que dejan físicamente de pertenecer a la red lo que podría afectar a los clientes que decidan permanecer en la red. Es así que al existir menos demanda son ellos quienes tendrían que hacerse cargo de los pagos de los costos fijos por la infraestructura ya operativa.
Esto necesariamente lleva a abordar el tema de cómo enfrentar el pago de inversiones, realizadas especialmente a nivel de infraestructura en distribución, ya que los actores de energía distribuida dejarían de utilizar las redes actuales.
Ante este panorama de cambios en los sistemas eléctricos el desafío de CAF es el de acompañar no solo a los agentes que aparentemente forman parte de esta nueva corriente denominada 3D, sino a todos los actores involucrados en estas nuevas cadenas. Es decir, en el ámbito de la generación donde se está frente de la fase de descarbonización, así como en el ámbito de la distribución vinculada al concepto de descentralización o bien con la generación distribuida. En el aspecto de la digitalización que además de intervenir todos los agentes de la cadena eléctrica como son generación trasmisión y distribución, están los operadores de sistemas eléctricos quienes necesariamente tendrán que actualizar sus sistemas de control scada, para vincular y cerrar la cadena de las 3D.
La CAF debe ante ello tener y jugar un rol catalizador, así como de soporte de los países de la región, apoyando la innovación y desarrollo de las infraestructuras y políticas que faciliten estos avances.