¿Cómo cerrar las brechas del sector financiero?
La brecha de género, medida en términos de liderazgo político, participación económica, salud y educación, se redujo en el último año. Sin embargo, estimaciones realizadas por el Foro Económico Mundial para 153 países señalan que tomaría un siglo desaparecer dicha brecha. Lo anterior se da en un contexto en donde las mujeres se están educando a niveles más altos, hay más emprendimientos liderados por ellas, y controlan el 80% de las decisiones de consumo. Estas tendencias muestran una creciente participación de las mujeres en temas económicos, y están siendo consideradas como una oportunidad por parte del sector financiero, visibilizándolas como un importante segmento de mercado. Aún así, se hace necesario acelerar su participación como clientes del sector financiero para contribuir con el cierre de la brecha de género.
Se estima que a nivel mundial existe una brecha de financiamiento de US$ 287 mil millones para Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) propiedad de mujeres. América Latina es la región en donde esta brecha es más alta: US$86 mil millones; significando un potencial de negocio para las instituciones financieras. Cuando se habla de igualdad de género en el sector financiero se hace referencia a que tanto hombres como mujeres tengan las mismas oportunidades de acceder y hacer uso de los productos y servicios de instituciones financieras (bancos, microfinancieras, cooperativas, entre otros); y que los sesgos de género no sean un impedimento para contar con un préstamo en condiciones equiparables.
Algunas instituciones financieras han reconocido esta oportunidad y el impacto que tiene el otorgamiento de créditos a mujeres, no solamente para contribuir con la igualdad de género, sino también por las ventajas relacionadas con contar una cartera diversa en cuanto al género. Se ha identificado que se generan más retornos desde el punto de vista financiero si se toma en cuenta que las mujeres tienen tasas de repago más altas que los hombres, niveles de mora más bajos, y tienden a ser clientes más fieles. Dentro de este segmento, las instituciones microfinancieras han tomado un liderazgo en el otorgamiento de créditos a mujeres. Históricamente, éstas han estado excluidas o sub-atendidas por la banca, lo cual ha sido aprovechado por las microfinancieras para ofrecer productos que suplan las necesidades tanto de personas naturales como jurídicas (emprendimientos o MIPyMEs lideradas por mujeres).
En América Latina existe una brecha de género en el acceso al sistema financiero de 6%. Sin embargo, la problemática se incrementa si se tiene en cuenta que las mujeres están desatendidas por el segmento financiero: están insatisfechas, no tienen el producto adecuado, no entienden los productos. Aun cuando las mujeres disponen de capacidades y herramientas para la toma de decisiones sobre productos financieros, frecuentemente se enfrentan con un obstáculo: no están diseñados pensando en sus necesidades. Una de las principales razones que limitan los servicios financieros acotados al mercado de la mujer es el desconocimiento, por parte de las instituciones financieras, de las preferencias de las mujeres.
Algunos factores aplicables a la mayoría de los productos financieros desarrollados con lentes de género son: créditos con garantías no tradicionales tales como las intangibles (joyas, familiares como garantes, mueblería); préstamos a tasas más flexibles (por ejemplo, aquellos otorgados a madres cabeza de hogar para educación); consideración de los periodos de gracia; servicios no financieros que complementen los créditos y asesoren los modelos de negocio, entre otros. De cualquier forma, es importante acompañar este tipo de productos con una disminución de procesos que puedan ser considerados como burocráticos y que representen una barrera al momento de acceder a los créditos. Cada vez más instituciones financieras, dentro de las cuales se encuentran los bancos comerciales, están apostando por atender el mercado de la mujer. Es así como desde CAF - banco de desarrollo de América Latina se ha venido acompañando a los clientes del sector financiero para que puedan ampliar los créditos otorgados a PyMEs mujeres. Lo anterior no está únicamente sujeto a que la propiedad sea mayoritariamente de mujeres, sino que también se amplía a aspectos como participación en juntas directivas, así como que dispongan de productos enfocados en mujeres, cuenten con una plantilla laboral compuesta mayoritariamente por mujeres, y tengan políticas o sellos de igualdad. Es así como se resaltan los casos de Banco Itaú y Banco Santander en Brasil, los cuales han direccionado las Líneas de Crédito otorgadas por CAF a emprendimientos y PyMEs lideradas por mujeres. El rol de CAF como banco de desarrollo implica, no solamente maximizar el uso de las Líneas de Crédito para propósitos específicos, sino también acompañar por medio de servicios no financieros y recomendaciones de políticas públicas.
En este sentido, el rol del Gobierno a través de la banca de desarrollo se hace necesario como catalizador de los préstamos otorgados a entidades financieras con enfoque de género. Si las instituciones financieras tienen acceso a recursos con características diferenciadas por parte de las de segundo piso, podrán traspasar estas condiciones ventajosas a las beneficiarias mujeres, y por ende incentivar su empoderamiento económico e inclusión financiera.
Desde CAF se han realizado recomendaciones de políticas públicas que abren el camino para una mayor participación de las mujeres en el sector financiero. La primera de ellas está relacionada con educación financiera, la cual se hace indispensable para mejorar las decisiones financieras y la autoconfianza de las mujeres al momento de optar por productos financieros. Se resalta, también, la importancia de contar con sistemas de indicadores segmentados por género, que contribuyan con la caracterización del desempeño de la oferta y demanda de financiamiento a mujeres. Por último, se recomienda el diseño de productos financieros que respondan al perfil y a las necesidades de las mujeres como usuarias del sistema crediticio.