Más inclusión financiera para mitigar efectos de la pandemia
El COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de universalizar la inclusión financiera, entendida como el acceso asequible, oportuno y adecuado a una amplia gama de servicios y productos financieros regulados, y la ampliación de su uso hacia todos los segmentos de la sociedad .
Las siguientes son algunas acciones que pueden ayudar a los gobiernos de la región a promover una mayor inclusión financiera y mitigar así los efectos de la pandemia en los colectivos más vulnerables.
- Acceso: aumentar bancarización a través de productos financieros digitales
Es crucial que todas las personas en la región tengan acceso a una cuenta, ya sea transaccional, de ahorros o una billetera electrónica, para recibir los pagos de subsidios que los gobiernos están dispersando a la población más vulnerable. Según Global Findex, en América Latina, el 45,6% (207 millones de personas) de la población adulta no tiene acceso al sistema financiero.
El gran desafío, es bancarizar a la población informal y los migrantes, para quienes se debe hacer un esfuerzo importante en términos de apertura de cuentas simplificadas y otros instrumentos como las billeteras electrónicas, mediante empresas Fintech. Al tener una cuenta o billetera electrónica (como en el caso de BIM en Perú), las personas pueden realizar pagos y actividades comerciales sin contacto físico. Pero, sobre todo, se establece una conexión inmediata entre el gobierno y el ciudadano, entre el comprador y el vendedor, y entre la empresa y el trabajador, sin la necesidad de contacto cara a cara e intercambio de billetes y monedas, que también revisten un posible foco de contagio. De hecho, países como China y Corea del Sur han restringido el uso de efectivo e incluso han retirado efectivo en circulación para desinfectarlo con el fin de reducir las fuentes de contagio.
Otro aspecto importante es apoyar a las instituciones microfinancieras (IMF) en sus procesos de digitalización de cuentas para que sus clientes no tengan que depender del efectivo. En este sentido, los bancos de desarrollo y las organizaciones internacionales podrían trabajar con ellas para realizar mejoras rápidas en sus procesos de digitalización y también promover alianzas con Fintechs que hayan desarrollado soluciones que podrían ser adecuadas para las IMF.
- Uso: diseñar programas de educación financiera dirigidos a cambios de comportamiento
Según los resultados de las encuestas de capacidades financiera en América Latina realizadas por CAF, la mayoría de las personas en la región carecen de educación financiera básica, entendida como los conocimientos, actitudes, habilidades y comportamientos necesarios para tomar decisiones financieras acertadas. Los resultados de las encuestas muestran que muchas personas en América Latina ahorran muy poco dinero, si es que lo hacen, no pueden llegar a fin de mes, no pueden planificar su jubilación, están sobreendeudados y no pueden comprar o usar seguros.
Por lo tanto, es importante que los gobiernos y las instituciones financieras diseñen programas de educación financiera dirigidos a la población vulnerable a través de canales de difusión como programas de radio, videos cortos o juegos, que han demostrado ser efectivos para las personas en pobreza y bajos niveles educativos. Estos programas deberían centrarse en cambios de comportamiento, como por ejemplo, la importancia de tener un presupuesto, ahorrar para tener colchones financieros y aumentar la resiliencia ante choques como el derivado de la covid-19.
- Calidad: productos y servicios financieros que respondan a los dolores del cliente
La calidad de los productos y servicios financieros se refiere al grado en que estos satisfacen las necesidades de las personas y las Mipyme. En este contexto, las IMF tienen que superar sus desafíos operativos actuales mientras adaptan sus productos y servicios para que sus clientes puedan enfrentar el estrés financiero generado por esta crisis. En este sentido, es clave que las IMF puedan identificar las necesidades de sus clientes en este momento, específicamente cómo apoyarlos para mitigar la crisis de salud que se convierte en una crisis financiera y alimentaria para los hogares de bajos ingresos, así como micro y pequeños empresarios atendidos por las IMF, con el objeto de que puedan responder con la adecuación de sus productos y servicios financieros que a su vez garanticen la continuidad del negocio. Las buenas prácticas pueden ir desde consejos de salud, asesoramiento técnico sobre la gestión de los flujos de efectivo, asesoría para la reorientación de los negocios de las Mipyme de acuerdo con las nuevas tendencias del mercado, productos financieros enfocados en las necesidades de salud y educación más apremiantes, hasta iniciativas digitales que puedan abordar problemas de distanciamiento social y otras ideas innovadoras.
Además, es importante que las IMF identifiquen las mejores prácticas e innovaciones para superar sus retos operacionales, la continuidad del negocio en esta coyuntura, métodos de comunicación alternativos para la interacción con los clientes, adopción de nuevas iniciativas digitales, manejo de los alivios financieros para los clientes, comunicación con los asesores que no pueden hacer trabajo de campo, estrategias para manejar la liquidez y manejar una moratoria o reprogramación de las líneas de crédito, entre otros.
- Bienestar y salud financiera: el fin último de la inclusión financiera
La crisis actual ha puesto de manifiesto la imperiosa necesidad de que los individuos y las Mipyme aumenten su bienestar financiero entendido como el estado en el que una persona puede satisfacer plenamente sus obligaciones financieras actuales y en curso, puede sentirse seguro de su futuro financiero, y es capaz de tomar decisiones que le permitan disfrutar la vida (Consumer Financial Protection Bureau).
Según un estudio de CAF y BBVA Research basado en los resultados de las encuestas de capacidades financieras, en los siete países de la región donde se realizó esta medición, en promedio, el 69% de las personas puede continuar cubriendo sus gastos por menos de tres meses después de perder su principal fuente de ingresos y 15% solo por una semana. Estas cifras destacan la vulnerabilidad financiera de una gran parte de la población de la región. De hecho, según las cifras de un estudio realizado por CAF en estos 7 países, el índice promedio de bienestar financiero se ubica en 59 sobre 100.
Como mencionó Elisabeth Rhyne en un blog reciente, si la salud financiera hubiera sido una prioridad de política pública, los responsables de la formulación de políticas habrían estado más preparados para afrontar las consecuencias económicas de esta crisis, ya que habrían instado y apoyado a las personas y Mipymes a construir un colchón financiero que les ayudara a mitigar las consecuencias de la pandemia.
En este sentido, es crucial que los gobiernos y las entidades financieras incorporen la salud financiera como una prioridad mediante la realización de mediciones sistemáticas que permitan a las personas y a las Mipyme definir e implementar estrategias para aumentar su salud financiera, de modo que puedan ser más resilientes y menos vulnerables a choques como el que estamos viviendo en la actualidad.