Tiempo de cambio para restaurar la salud de los ecosistemas
El COVID-19 ha expuesto la necesidad de restaurar el equilibrio y la vida en harmonía entre el ser humano y la naturaleza. No es un secreto que el modelo y las prácticas de producción y consumo global no son sostenibles, como se verifica a través del indicador de sobregiro del Global Footprint Network. A pesar de resultar imperante continuar monitoreando y estar atentos a esta problemática, resulta aún más importante trabajar hacia soluciones que nos permitan alcanzar de manera integral los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030.
En el mundo somos casi 8 mil millones de seres humanos, quienes de forma directa o indirecta encontramos sustento en la biodiversidad y en la posibilidad de explorar los recursos naturales para la economía, el bienestar social y para reducir el hambre y la pobreza.
Es con base a esta dinámica que bosques y ecosistemas que ofrecen alimento, regulan el clima, limpian el aire y a la vez sirven como barreras naturales para evitar la propagación de enfermedades, se transforman de manera rápida e irracional en tierras degradadas.
Esto viene provocando que año a año, el día de sobregiro del uso de los recursos naturales de la tierra - indicador que mide la presión que la humanidad ejerce sobre los recursos naturales, en términos de la fecha en la cual la demanda de recursos naturales excede lo que los ecosistemas del planeta pueden renovar en el periodo de un año - se adelante cada vez más.
En el año 1969, el día de sobregiro fue el 1 de enero de 1970, pero en 2018 este día fue el 1 de agosto del mismo año. Este año, en el contexto del COVID-19, el día del sobregiro mejoro su desempeño en tres semanas con respecto al escenario anterior a la pandemia, la fecha es el 22 de Agosto de 2020. Lo que este indicador muestra, es que, de manera general, los países exceden cada vez más sus ¨presupuestos¨ ambientales anuales, generando creciente presión sobre la resiliencia de éstos y dejando en evidencia la falta de ecoeficiencia en el modelo productivo y de consumo.
Es pertinente destacar que a pesar de que el COVID 19 pueda haber generado una aparente pausa y efecto positivo en el medio ambiente (recuperación de la biodiversidad / reducción de emisiones de carbono), es posible que este escenario no sea sostenible.
Cuando la pandemia finalmente se desvanezca, ¿las emisiones de carbono y presión sobre la biodiversidad retornará rápidamente su tendencia ascendente?, ¿o podrían los cambios que vemos hoy tener un efecto más persistente, acaso transformador?
Es en el contexto de estas problemáticas y sobre la lógica de promover el desarrollo sostenible y la integración regional que desde CAF/Vicepresidencia de Desarrollo Sostenible/Dirección de Sostenibilidad Inclusión y Cambio Climático, trabajamos con los países miembros apoyándolos para alcanzar sus metas nacionales y compromisos ambientales internacionales, tales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y las Metas de AICHI para la Conservación de la Biodiversidad.
Esta labor de cooperación y asistencia técnica, intercambio de conocimiento y asesoría, se materializa a través de la movilización de recursos, la generación de herramientas de financiamiento adaptadas a los desafíos ambientales del momento y el fortalecimiento institucional para la transformación productiva hacia la ecoeficiencia, la inversión amigable con la biodiversidad y el uso sostenible del capital natural.
Desde el punto de vista del sistema financiero de los países miembros, CAF impulsa líneas de crédito verde, así como la adopción de sistemas de gestión ambiental a través de capacitaciones y otras acciones de transferencia de experticia.
El período de recuperación económica posterior a la pandemia deja a todas las partes en evidencia ante el desafío de conciliar la agenda económica con el equilibrio y la vida en harmonía con naturaleza. La visión que se comparte desde las Naciones Unidas es que resulta necesario y es posible "reconstruir mejor", buscando generar empleos verdes, impulsar nuevos modelos de negocios, fortalecer marcos regulatorios y facilitar la transición hacia un futuro ecoeficiente.