Octavio Carrasquilla
Ejecutivo Principal de Ambiente y Cambio Climático en CAF
Al menos el 82.5% de la población en América Latina y el Caribe se encuentre en ciudades, un hecho que plantea un gran desafío para mantener y mejorar la calidad de hábitat, e impulsar la competitividad, sostenibilidad y resiliencia de las ciudades.
El uso de bosques urbanos y espacios verdes públicos en el entorno urbano, bajo cualquiera de sus modalidades, arbolado urbano, parques lineales, espacios verdes públicos, cinturones verdes, corredores biológicos, áreas protegidas y bosques urbanos, representa la inversión más práctica y económicamente óptima para impactar de manera positiva en la calidad de vida de la población urbana y al mismo tiempo crear empleo.
En la actual coyuntura planteada por la pandemia COVID-19 generada por el virus SARS-Cov2, los bosques urbanos y espacios verdes juegan su rol en el mejoramiento de la calidad del aire a efectos de reducir la ocurrencia de otras enfermedades respiratorias, así como para el desarrollo de actividades recreativas y deportivas con protocolos de bioseguridad.
Los bosques urbanos y los espacios verdes brindan a las ciudades servicios ambientales como son la absorción de rayos ultravioleta y resplandor, la reducción de la fuerza de los vientos, altas temperaturas, ondas de calor y contaminación acústica, la absorción y reducción de partículas contaminantes, o el suministro de hábitat a la avifauna.
Además, tienen el potencial de facilitar servicios sociales como la protección física de los peatones, la reducción de la criminalidad, la mejora de la salud pública y la interacción e integración social, y aportan valor económico a través de la prolongación de la vida útil del pavimento, de la valoración de las propiedades y del patrimonio público o del aumento de los ingresos por tasas impositivas de carácter predial.
Es por este motivo que en CAF venimos compartiendo el conocimiento a través de metodologías y herramientas para que las ciudades latinoamericanas entiendan a los bosques urbanos y a los espacios verdes como soluciones urbanas basadas en la naturaleza. De acuerdo con los “Estudios de vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de las ciudades de Arequipa, Guayaquil y São Paulo”, al menos el 80% de las medidas que deben ser asumidas por estas tres ciudades apuntan a la puesta en valor, recuperación y aumento de sus bosques urbanos y espacios verdes para mejorar su resiliencia.
Tenemos que aprovechar mejor la fácil vinculación que tienen los bosques urbanos y los espacios verdes públicos con calles, carreteras, ciclovías, edificaciones, viviendas, plantas de tratamiento de aguas residuales, transporte público, redes eléctricas, alumbrado urbano. En este sentido, estamos vinculando la temática en varios municipios de Brasil, con la perspectiva que esta experiencia sea ampliada y escalada a otras ciudades de la región.
Al incorporar la temática de bosques urbanos y espacios verdes apoyamos a las ciudades en su cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los Acuerdos de París, las metas de AICHI y objetivos marco post 20-20 y la Nueva Agenda Urbana Hábitat III. De esta manera estamos dando valor al uso sostenible del capital natural, a la mitigación y adaptación al cambio climático.
La incorporación de los bosques urbanos y de los espacios verdes es una oportunidad que facilita la integración de las ciudades con la temática ambiental, facilita el cumplimiento de acuerdos internacionales, promueve la agenda verde, aumenta el financiamiento verde e incide de manera directa en el bienestar de la gran mayoría de la población.