La importancia de la educación financiera para las mipyme

Fecha artículo: 22 de junio de 2021

Autor del post - Diana Mejía

Especialista Senior en Inclusión Financiera CAF - banco de desarrollo de América Latina y el Caribe

La inclusión financiera está conformada por las dimensiones de acceso, uso y calidad de los productos y servicios financieros ofrecidos por el sistema financiero a los individuos y mipymes. El análisis de cada una de estas dimensiones nos ayuda a evaluar el tipo de barreras a las que se enfrentan las mipymes y los emprendimientos en materia de financiamiento. En particular, el acceso se refiere al grado en el que consumidores nuevos o desatendidos pueden obtener productos y servicios financieros adecuados a un precio asequible. En el caso de las mipymes y emprendimientos se observa que las barreras que estos enfrentan están relacionadas con elevados costos financieros, ausencia de colaterales, exceso de trámites o procesos muy extensos y bajos montos en los créditos aprobados.

Por su parte, la dimensión de uso se refiere a la regularidad y frecuencia de utilización de servicios financieros de forma pertinente. En el caso de las mipymes, estas enfrentan barreras al uso relacionadas con la falta de educación financiera por parte de sus propietarios y administradores. Asimismo, la dimensión de calidad se refiere al grado de satisfacción de las necesidades de los clientes con los servicios ofrecidos por el mercado. Las principales barreras que enfrentan las mipymes relacionadas con calidad están relacionadas con la ausencia de productos diseñados teniendo en cuenta sus necesidades, así como la existencia de productos deficientes para la planeación y financiación de largo plazo.

Las barreras anteriormente mencionadas conllevan a un bajo nivel de bienestar financiero para las mipymes, ya que reducen las posibilidades de que estas prosperen y crezcan, mitiguen las crisis y los riesgos, inviertan en capital humano y activos, reduzcan sus costos de transacción y efectúen pagos de manera segura, limitando así sus beneficios, competitividad y crecimiento.

Con relación a la educación financiera para mipymes, la OECD desarrolló una amplia definición que involucra los siguientes elementos:

  1. Reconocer la interacción entre las finanzas personales y las del negocio.
  2. Saber a dónde acudir por asesoría.
  3. Mejorar el entendimiento del panorama financiero, los productos y los conceptos financieros de relevancia.
  4. A través de información, instrucción y asesoría objetiva, desarrollar habilidades, conocimientos, aptitudes y confianza para:
  • Ser más consciente tanto de las oportunidades financieras como de los riesgos financieros.
  • Hacer planes de negocios informados y elecciones relacionadas.
  • Gestionar sus estados financieros, planificación y riesgos de manera eficaz a corto y largo plazo.
  • Tomar las decisiones que más beneficien al negocio teniendo en cuenta la situación macroeconómica de los respectivos países.

A partir de la anterior definición, se pueden identificar una serie de barreras que impiden que las mipymes alcancen mayores niveles de educación financiera, las cuales se resumen a continuación:

  1. No se conoce el alcance de las capacidades financieras de los dueños y administradores de las mipymes.
  2. En algunos países las estrategias de inclusión o educación financiera no focalizan esfuerzos en las mipymes.
  3. La ausencia de encuestas de capacidades financieras para mipymes dificulta el diseño adecuado de programas de educación financiera y de productos financieros dirigidos específicamente a este tipo de empresas.

A pesar de no contar aún con encuestas de capacidades para mipymes, CAF ha venido realizando encuestas de medición de las capacidades financieras a individuos con representatividad nacional en, hasta el momento, ocho países de la región: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú que dan cuenta de los bajos niveles de educación financiera de la población de la región.

La naturaleza de las mipymes y de los emprendimientos en etapas tempranas demanda esquemas de apoyo para promover sus capacidades empresariales, logísticas y financieras.  Estas últimas, las financieras, son clave, dado que representan la columna vertebral de la sostenibilidad operativa de los negocios nacientes y el posicionamiento comercial. Es importante considerar que las mipymes son más frágiles en términos productivos y financieros, y enfrentan problemas inmediatos de liquidez cuando la demanda se contrae abruptamente, contexto que se ha incrementado con la crisis del COVID-19. Sin embargo, existen también empresas que se apoyan en estructuras más consolidadas y que cuentan con sistemas de apoyo para su desarrollo, como por ejemplo aquellas que hacen parte de programas de valor compartido con empresas anclas, o en programas de aceleración con incubadoras, entre otros.

La salud o bienestar financiero de una mipyme, más allá de lo rentable de su modelo de negocio, también está dada por las capacidades que se tengan a nivel gerencial.  En este sentido, los programas de educación financiera se hacen necesarios para lograr mayor estabilidad en emprendedores y microempresarios, así como la escalabilidad de sus negocios.  No obstante, es importante que los programas de educación financiera consideren mejores prácticas, como los principios derivados de la experiencia de la economía conductual, para garantizar una mayor efectividad e impacto.  En este sentido, en la medida en la que las intervenciones se diseñen considerando ejemplos y casos personalizados, métodos de entrega que sean lúdicos y que permitan poner en práctica lo aprendido, tendrán mayor probabilidad de lograr los objetivos de generar cambios conductuales en los hábitos financieros de los empresarios. 

Otro punto por considerar está en el hecho de que la educación financiera puede ser determinante para que mipymes y emprendedores consigan acceso a financiamiento, y cuando ya lo tienen, puedan acceder a este en mejores condiciones. Lo anterior está relacionado con el hecho de que, si una mipyme cuenta con prácticas que se asemejan a una gestión empresarial con una estructura formalizada, puede acercarse a instituciones del sistema financiero con mayor seguridad, inspirando confianza para los analistas de crédito al momento de solicitar financiamiento (sin dejar de lado el comportamiento financiero de la mipyme misma).  Por otro lado, cuando una empresa ya tiene acceso a crédito, mayores conocimientos y habilidades financieras le permitirán hacer un estudio de mercado para comparar entre instituciones financieras que le brinden mejores condiciones según sea la naturaleza de su negocio y estar en mayor capacidad para poder negociar y hablar en el mismo lenguaje de una microfinanciera o un banco comercial. 

En el contexto de la pandemia del COVID-19, en el que muchas empresas tuvieron que cesar operaciones temporalmente, e incluso declararse en bancarrota, la gestión financiera fue un determinante para aquellas que lograron mantenerse operativas e incluso lograr adaptar sus bienes y servicios al contexto cambiante que resultó de la crisis sanitaria.  En este sentido, incorporar dentro de los programas de educación financiera contenidos sobre preparación y gestión de crisis se hace fundamental. 

De forma complementaria, también es importante que las iniciativas de educación financiera para las mipymes consideren productos que no son la primera opción cuando los emprendedores piensan en acceso financiero.  Por ejemplo, incluir dentro de las intervenciones información relacionada con seguros que les permitan enfrentarse a riesgos de diversa índole (como el contexto generado por la pandemia del COVID-19) y que los preparen mejor para escenarios de contracción económica.  Asimismo, también se sugiere considerar habilidades digitales para que los microempresarios puedan hacer mejor uso de las plataformas electrónicas y evitar una doble brecha: financiera y digital.

Adicionalmente, se hace necesario diseñar políticas públicas que consideren la educación financiera para empresas como un aspecto prioritario. Para que los programas de educación financiera contemplen las necesidades específicas de los microempresarios, se hace necesario que los mismos sean incluidos dentro de las Estrategias Nacionales de Educación Financiera de los países.  Esto hace que se cuente con un diseño más pertinente con relación a las necesidades de los microempresarios y que existan esquemas de monitoreo y seguimiento que permitan tener aproximaciones a sus resultados e impactos. Paralelamente, los contenidos de educación financiera enfocados en temas de gestión de negocios pueden comenzar a implementarse desde etapas tempranas como la escuela, de forma tal que los jóvenes comiencen a sensibilizarse con la importancia del adecuado manejo financiero en los negocios.

De igual manera, dentro de la óptica de las políticas públicas, es útil sistematizar mejores prácticas de intervenciones de educación financiera para mipymes, de forma tal que la curva de aprendizaje se disminuya y el impacto pueda aumentar. En el entramado institucional también es importante considerar el rol de bancos de desarrollo, o de segundo piso, para llevar los contenidos de educación financiera a intermediarios financieros de una forma más sistematizada y que permita realizar una medición por resultados. 

La educación financiera para mipymes y emprendedores les permite tener una mejor gestión empresarial y tomar las decisiones que brinden mayores beneficios al negocio desde un punto de vista de la relación con la situación macroeconómica y del mercado.  De la misma forma, también les permite ser más conscientes tanto de las oportunidades financieras como de los riesgos financieros. 

Diana Mejía

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Diana Mejía

Especialista Senior en Inclusión Financiera CAF - banco de desarrollo de América Latina y el Caribe

Se desempeña como Especialista Sénior en Desarrollo Productivo y Financiero en CAF – banco de desarrollo de América Latina. Con anterioridad a esta posición, trabajó en el Banco de la República (Banco Central de Colombia), en donde fue Directora de Educación Económica y Financiera y Directora de Comunicación Institucional, entre otros cargos. Es Economista y Magíster en Economía de la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia y Master en Administración Pública de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard. Ha trabajado en diversos proyectos de inclusión y educación financiera en América Latina como la medición de las capacidades financieras de la población de varios países de la región, así como asesorías a gobiernos nacionales para el diseño e implementación de estrategias nacionales de inclusión y educación financiera. Así mismo, ha liderado proyectos de innovación, productividad y educación para el trabajo en varios países de América Latina. Ha sido autora de varias publicaciones sobre la materia.

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