Dos claves para fomentar el uso de evidencia en el mundo en desarrollo
Fomentar el uso del conocimiento científico en la toma de decisiones sobre recursos públicos es un objetivo que comparten muchas organizaciones internacionales y agencias para el desarrollo. Es una tarea compleja por muchas razones, empezando porque los incentivos de la clase política no siempre están orientados hacia el uso más eficiente de los recursos, sin embargo, hay espacios y oportunidades que dan lugar a líneas de acción con potencial de hacer una diferencia real. Aquí quiero enfatizar dos estrategias que son especialmente relevantes para agencias de desarrollo: fomentar instituciones públicas que aprenden e impulsar la colaboración norte-sur en la difusión accesible a la evidencia global disponible.
Apoyo a las capacidades institucionales
En CAF hemos trabajado con más de 200 instituciones públicas de América Latina buscando apoyarlas en el proceso de diseño e implementación de evaluaciones de impacto. A través de nuestro llamado internacional competitivo para instituciones públicas, hemos recibido más de 600 postulaciones en los últimos 5 años de agencias y gobiernos locales, regionales y nacionales. El factor más resaltante de toda esta experiencia es la enorme variedad en las capacidades de las instituciones de la región para embarcarse en el desarrollo de agendas de evaluación complejas y rigurosas.
Nuestros procesos e incluso los incentivos derivados del interés académico de ciertos proyectos nos llevan típicamente a seleccionar las instituciones con proyectos más prometedores: con mejores datos, con procesos de implementación mejor definidos, con mayor apoyo académico, con funcionarios mejor preparados y con el liderazgo más alineado. Solemos apoyar a las instituciones que nos permitirán llevar a cabo las evaluaciones de impacto con las mejores estrategias de identificación causal. Hacer esto es necesario, porque contribuye a la base de evidencia disponible para la comunidad global, y ese es uno de los grandes objetivos que perseguimos.
Hay un problema con esta lógica, sin embargo. Este proceso tiende a dejar atrás a las instituciones más débiles, y la gran mayoría de las instituciones públicas en América Latina tienen pocas o nulas capacidades de aprendizaje, es decir: tienen poca comprensión de la teoría del cambio de sus políticas, no tienen sistemas para hacer seguimiento a la implementación de la política y generar reportes sobre los procesos y sus retos, no tienen una idea clara sobre los indicadores intermedios y de resultados que serían más informativos y no tienen un proceso ni el ancho de banda para digerir y aprender de cualquier información o conocimiento que pudiese generarse como parte de la implementación. De tal manera que nuestros procesos de selección, aunque son efectivos en producir las mejores evaluaciones de impacto, dejan de lado a un grupo de instituciones que requieren mucho apoyo para mejorar sus capacidades.
Estamos en una posición para aspirar a tener muchas más instituciones públicas que reconozcan el valor de llevar registros de calidad sobre sus actividades, que dediquen algunos recursos a visualizar y analizar sus datos, que estén dispuestas a compartirlos y a aprender de ellos, aunque no sea para llevar a cabo evaluaciones de impacto con asignación aleatoria de beneficiarios. Las ganancias potenciales de pequeños cambios en los esfuerzos de nuestras instituciones por aprender pueden ser muy grandes.
En este contexto reducir la desigualdad entre instituciones tenderá a aumentar la eficiencia: por ejemplo, en educación o salud, si los gobiernos locales comparten competencias prestando servicios con el gobierno nacional, instituciones locales más capaces pueden facilitar la administración de servicios nacionales, por ejemplo, a través de la generación de mejores estadísticas de diagnóstico de la problemática local.
Una parte de esta agenda es por lo tanto cerrar la brecha entre instituciones públicas y analistas de datos; existen ganancias del intercambio sin aprovechar. Una iniciativa liderada por la Dirección de Investigaciones Socioeconómicas de CAF llamada ‘Manos en la data’ reúne a instituciones públicas con necesidades analíticas de datos con equipos de científicos de datos para colaborar en proyectos que generan prototipos de soluciones para problemas muy específicos de política pública. Estas colaboraciones son costo efectivas y pueden llevar a relaciones institucionales que exceden la vida del proyecto original, lo que beneficia a todos.
De tal manera que podemos prestar más atención a las instituciones que están rezagadas en su potencial para generar evidencia causal de calidad, ya que posiblemente manejen tanto o más recursos que las más sofisticadas.
Colaboración en la traducción de evidencia
La traducción de evidencia no es solo pasarla de un idioma a otro, se trata también del trabajo de hacer que la evidencia científica sea accesible a personas sin entrenamiento técnico.
Hay muchas instituciones que han logrado avances importantes en la generación de productos de síntesis de evidencia, por ejemplo, Campbell Collaboration, 3iE y otros han jugado un papel importante en este sentido, pero hace falta un mayor esfuerzo a una escala global. Es especialmente urgente para el mundo en desarrollo, donde una parte importante de la investigación empírica de calidad ocurre en la actualidad, pero donde hay menos debate público sobre los méritos científicos de las distintas alternativas de política pública.
El trabajo de la red ´What Works´ (´Qué funciona´, en inglés) en el reino unido es el tipo de trabajo que por su propia naturaleza es relevante globalmente. Un ciclo que incluye la producción de nueva evidencia, síntesis, traducción, diseminación, luego implementación y de nuevo evaluación, describe de alguna forma el ciclo ideal de aprendizaje de políticas, pero la traducción juega un papel crucial porque es la única forma de facilitar la adopción por parte de aquellos que están lejos de la evidencia. Algunos países en desarrollo, o algunas instituciones en estos países, pueden estar interesadas en encontrar la mejor evidencia disponible para sus alternativas de política, pero la encuentran inaccesible o difícil de contextualizar.
Es posible pensar en una colaboración amplia que siga el liderazgo de los mejores portales de evidencia y que asegure que sean accesibles para todas las audiencias, en todos los idiomas, que se actualicen regularmente y que sean suficientemente flexibles para ser transparentes hacia el usuario en cuanto a la evidencia específica que pueda ser relevante localmente, y también para cuales políticas no existe mucha evidencia de calidad sobre la cual hacerse un criterio a priori. Algunos países desarrollados han hecho avances importantes, pero el mundo en desarrollo se queda rezagado, a pesar de que el costo marginal de poner estos recursos disponibles para ellos es mínimo. Las organizaciones internacionales pueden jugar un papel importante en promover este tipo de colaboración.
La influencia en la toma de decisiones de política desde el lado de la oferta no está libre de retos; requiere un tipo especial de conexión con los actores relevantes, y posiblemente una innovación significativa en las estrategias de comunicación. La importancia de la opinión pública para la realización de los beneficios completos de la vacunación se han hecho patentes en el último año. La producción rápida de evidencia, diseminación y adopción por parte de los actores de política más importantes globalmente no ha sido suficiente; aún existen grupos importantes de personas en todo el mundo que optan por no vacunarse, en contra de la mejor evidencia científica disponible. Muchos hemos pensado que el usuario típico de la evidencia científica es aquel que toma decisiones sobre programas o políticas que afectan a la población, pero este año nos está sugiriendo que en algunos ámbitos los propios beneficiarios de las políticas tienen que ser persuadidos sobre el estado de nuestro conocimiento.