Una mirada a Latinoamérica en el Día Internacional de las Mipymes: avances y retos
27 de junio de 2022
En 2018 la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución para designar el 27 de junio como el Día Internacional de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (mipymes), con el propósito de generar conciencia acerca de su contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la economía global.
Desde una perspectiva global, las mipymes representan alrededor de 90% del total de empresas, entre el 60% y el 70% del empleo y aproximadamente 50% del PIB. No obstante, las potencialidades de estas empresas para realizar aportes al desarrollo económico y social son aprovechadas de manera desigual en diferentes regiones. En el caso de América Latina y el Caribe, existen importantes brechas que evidencian las oportunidades para generar un mayor impacto en la calidad de vida de las personas a través de mipymes más productivas y competitivas.
Por ejemplo, según cifras de la CEPAL, mientras las mipymes europeas aportan alrededor de 50% de las exportaciones; en el caso de nuestra región, este aporte representa tan solo 5%. La representatividad en el Producto Interno Bruto también muestra una notable disparidad. En Europa, las mipymes contribuyen con 50% de este indicador, mientras sus pares latinoamericanas alcanzan menos de 25%. Adicionalmente, nuestras mipymes muestran elevados niveles de cierre de operaciones por inviabilidad, así como dificultades para crecer en mercados y generar mayores niveles de empleo de calidad.
En este quinto año en que el 27 de junio concentra esfuerzos por fortalecer a las mipymes y promover su fortalecimiento como motores del desarrollo y el bienestar de las sociedades, nuevos retos se han sumado a las tradicionales dificultades del sector para alcanzar su potencial y propiciar su crecimiento. Los impactos de la pandemia se suman a los derivados del cambio climático, en la afectación a estas unidades productivas y en las cada vez mayores exigencias por adoptar modelos de producción limpios.
Los gobiernos de la región han desarrollado múltiples esfuerzos para apoyar el sector empresarial: desde reestructuraciones crediticias, pasando por nuevos programas de financiamiento, asistencia técnica y flexibilidad tributaria. En paralelo, la coyuntura ha sido propicia para que las empresas profundicen en sus procesos de transformación digital, aunque con una orientación marcada hacia el tema comercial. Asimismo, la ruptura y transformación de cadenas globales de valor resultó en oportunidades para diversas empresas que comenzaron a sustituir a proveedores internacionales en sus mercados aledaños. Esto benefició en particular a algunos rubros de productos agrícolas y a empresas vinculadas con los sectores de salud y alimentación.
Sin embargo, la mayoría de las mipymes tuvieron un balance negativo derivado de la pandemia, y muchas se vieron obligadas a disminuir su operación o inclusive cerrar sus puertas. A estas dificultades se suma la tendencia creciente de la inflación a nivel mundial, que por un lado incrementa los costes de las empresas, y por otro restringe el poder adquisitivo de la demanda.
Es así como ha quedado de manifiesto la necesidad de fortalecer la resiliencia de estas empresas, reduciendo sus vulnerabilidades ante futuros impactos. Diversas medidas de tipo macroeconómico podrían enfatizarse para aliviar las dificultades que experimentan las mipymes. Como complemento, también hay medidas dirigidas a las unidades productivas que pueden actuar en favor de la supervivencia empresarial, y más aún, en el incremento de la productividad, competitividad y sostenibilidad, tanto desde el punto de vista financiero como ambiental y social.
Tal como propone la Organización de las Naciones Unidas, “Los formuladores de políticas deben ir más allá de la recuperación y considerar formas de reducir y eliminar las barreras a las que se enfrentan las mipymes, mejorar su entorno y el acceso a la financiación, los mercados y la tecnología en estos tiempos tan delicados. Es fundamental que los países sigan apoyando y empoderando a las mipymes para impulsar todo su potencial e inspirando la innovación, la creatividad y el trabajo decente para todos”.
Una visión integral del desarrollo empresarial que combine elementos macroeconómicos con acceso a financiamiento adecuado, fortalecimiento de capacidades de innovación y adopción tecnológica, así como la facilitación del comercio para enlazar a las unidades productivas de escala reducida con las cadenas globales y locales de valor, configuran una receta para el logro de mipymes más resilientes, productivas, competitivas y sostenibles.
Las matrices empresariales más sofisticadas contribuyen principalmente con los ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico) y 9 (industria, innovación e infraestructura), pero en la medida en que incorporan modelos de negocio y operación más sofisticados y sostenibles, pueden impactar en todos los demás ODS, y en particular en el primero: reducción de la pobreza, alcanzando así el gran potencial que las caracteriza.
Rebeca Vidal
Ejecutiva Principal de la Dirección de Análisis Técnico y Sectorial de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
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