¿Cómo abordar el desafío de la informalidad urbana en la era de los datos?
11 de julio de 2022
Este artículo también se publicó en El País de Uruguay.
Estamos viviendo una época sin precedentes, donde la información se produce en una cantidad y velocidad nunca antes vistos en la historia. En el ámbito urbano, esto ha revolucionado la planificación y gestión de las ciudades a lo largo y a lo ancho de América Latina y el Caribe. Las Naciones Unidas, haciendo eco de la “era de los datos”, destacan el valor estratégico de la información para desarrollar políticas públicas y monitorear el avance de los países en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los nuevos datos, herramientas y tecnologías ofrecen oportunidades no sólo para complementar las fuentes tradicionales de información, sino también para enriquecer el entendimiento de las dinámicas de las ciudades y sus habitantes, especialmente en territorios históricamente excluídos.
La falta de datos en áreas informales no solo dificulta el diseño de políticas públicas efectivas, sino que quita a estas comunidades de las herramientas necesarias para reclamar por sus derechos a la ciudad en forma efectiva. Sin datos adecuados sobre lo existente o lo necesario, resulta dificil integrar en forma equitativa, sostenible y efectiva a las comunidades afectadas.
En este contexto, definir qué y cómo se genera información en estos territorios es un aspecto crucial, ya que los datos (o la falta de ellos) estructuran las prioridades y las respuestas institucionales. Para ello, resulta clave entender que la forma en que se generan, analizan y utilizan los datos pueden reproducir e incluso profundizar patrones de exclusión e inequidad de las comunidades. Qué datos se recopilan, sobre qué aspectos, con qué propósito, quién los recopila y con qué herramientas, y qué actores tienen acceso a ellos son interrogantes que revelan las dimensiones políticas del proceso de generación de conocimiento en la era de las ciudades (Duarte, 2019).
Propender a la justicia de datos es asegurar que la propiedad y el control de los datos creados sobre individuos y comunidades permanezcan accesibles, comprensibles y utilizables para dichos grupos. La brecha digital es un desafío específico y muy relevante en las áreas informales, donde el acceso a recursos y habilidades tecnológicas se encuentra en seria desventaja frente a los habitantes de la ciudad formal.
La feminización de la pobreza urbana hace que las mujeres se vean desproporcionadamente afectadas por contextos de segregación espacial, sufriendo mayor riesgo de pobreza, menor poder de negociación y acceso a recursos. A pesar de ello, los datos sobre las poblaciones viviendo en barrios informales no suelen captar adecuadamente las actividades, necesidades o intereses de las mujeres que habitan en ellos. La falta de información de calidad sobre aspectos de la vida de las mujeres es aún más problemática particularmente cuando los métodos de levantamiento fallan en representar adecuadamente la realidad, de tal manera que las mujeres parecen ser más dependientes y menos productivas de lo que realmente son. Esto sucede, por ejemplo, con el diseño de encuestas de hogar, que en muchos casos asumen o preidentifican al hombre como jefe y principal proveedor y estructuran las relaciones del nucleo familiar en torno a él, perdiendo información vital sobre las actividades de la mujer y cómo las mismas se vinculan con el sistema económico y productivo. El entendimiento de estos aspectos en contextos de informalidad impide el desarrollo de procesos de planificación e integración sociourbana que propendan a la igualdad de género y la sostenibilidad urbana.
Existen numerosos desafíos el acceso a información y el diseño de políticas públicas para la integración social y urbana de areas informales, y en este artículo solo hemos abordado algunos de ellos. Los datos por sí mismos no producen mejoras, pero proporcionan la evidencia necesaria para impulsar a la acción a los responsables institucionales, catalizar inversiones y demostrar la efectividad de las intervenciones. En última instancia, cuando los datos se utilizan, tienen un impacto: se toma una decisión, se modifica una condición y se afecta el bienestar de alguien. Si bien estamos viviendo en la era del big data, esta no reemplazará a los datos tradicionales - ambos deberán complementarse para maximir nuestro entendimiento, accionar el impacto en la integración social y urbana en nuestra región.
Mariana Poskus
Especialista en Desarrollo Urbano, CAF –banco de desarrollo de América Latina
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