¿Una nueva geografía de las inversiones?

13 de octubre de 2022

¿Qué tienen en común el nearshoring y el impuesto al carbono? Ambos influirán en la geografía global de la inversión extranjera directa. El primero, porque atraerá negocios a países geográficamente cercanos a Estados Unidos; el segundo, porque alterará la competitividad de producir y exportar desde países con altas emisiones de carbono.

El nearshoring resulta de la política estadounidense de aumentar la resiliencia y diversificar las fuentes de abastecimiento de su mercado interno y de las cadenas productivas en las que participa. Esta política ganó fuerza en la administración del presidente Trump debido a cuestiones geopolíticas, pero la guerra en Ucrania y el largo cierre de la economía china ocasionado por la pandemia aceleraron ese proceso. A través de políticas industriales activas e incentivos de diversa índole, el gobierno ha venido fomentando la reubicación de empresas en partes de Asia para producir desde su propio territorio americano, pero América Latina y el Caribe (ALC) también podría beneficiarse de esta iniciativa.

Sin embargo, no está claro cuál será el alcance para los países de la región, ya que la política estadounidense prioriza la reindustrialización y la creación de empleo en Estados Unidos. La rápida reducción de los precios de las tecnologías productivas avanzadas estimulará la reubicación en EE.UU, lo que afectará las ventajas comparativas de ALC, como los costos laborales. Pero aun así, es muy probable que los efectos indirectos para la región sean significativos. Estimaciones del BID sugieren que el nearshoring podría aumentar las exportaciones de bienes y servicios producidos en la región hasta en USD 78 mil millones en los próximos años, una cifra significativa, pero los impactos podrían ser aún mayores en los ecosistemas productivos, las capacidades y la productividad y la competitividad del sector privado.

Además de la proximidad y los costos, los países de ALC ofrecen otras condiciones atractivas para el nearshoring, incluido el apoyo de los gobiernos locales, la ausencia de cuestiones geopolíticas delicadas, la afinidad cultural con los Estados Unidos y una zona horaria similar. Es razonable pensar que los países centroamericanos y México saldrían beneficiados, pero Argentina, Brasil y Chile también podrían aprovechar esas oportunidades por su parque productivo integrado y su capital humano, entre otros.

Para aprovechar al máximo los nuevos flujos de inversión, la región tendría que mejorar su atractivo, incluyendo temas como la estabilidad jurídica, sofisticación del trabajo de las agencias de atracción de inversiones, reducción de la burocracia, capacitación, digitalización, disponibilidad de empresas y servicios de apoyo empresarial, infraestructura logística y fondos de crédito. Además de apuntar a las grandes empresas multinacionales, los países también deben considerar atraer empresas multinacionales medianas, ya que tienden a valorar más las propuestas de valor de la región, además de apoyar la expansión de empresas extranjeras ya establecidas en el país y con intereses en Estados Unidos, incentivar la formación de clusters productivos y la producción dirigida también a los mercados de la región.

La aplicación de los compromisos sobre cambio climático a la agenda de comercio internacional es otra fuente probable de cambio en los flujos globales de inversión extranjera directa. El caso más emblemático en este momento es el Carbon Border Adjustment Mechanism (CBAM), un dispositivo legal que está siendo evaluado por la Unión Europea (UE). El CBAM igualará el precio del carbono entre los productos nacionales y los importados, asegurando que los objetivos climáticos de la UE no se vean socavados por la reubicación de la producción en países con políticas climáticas menos ambiciosas. El mecanismo, por ejemplo, evitaría que las empresas con sede en la UE que generan mucho carbono se trasladen a terceros países con controles de emisiones más bajos para luego exportar a la UE, lo que socavaría los esfuerzos climáticos. Los importadores de la UE comprarían certificados de carbono correspondientes al precio del carbono que se habría pagado si los bienes se hubieran producido bajo las normas de fijación de precios del carbono de la UE. Por otro lado, una vez que un productor extracomunitario pueda demostrar que ya pagó por el carbono utilizado en la producción de bienes importados de un tercer país, se podría deducir el costo correspondiente para el importador comunitario.

Los mecanismos fronterizos de ajuste de carbono ya existen en algunos estados de EE. UU, como California, y Canadá, Japón y el Reino Unido están considerando iniciativas similares. Existe una creciente masa crítica académica sobre este tema, las organizaciones multilaterales están estudiando cómo estas medidas contribuirían a reducir las emisiones y el G20 está considerando la coordinación internacional sobre el uso de mecanismos de fijación de precios del carbono. Todo esto sugiere que el tema permanecerá sobre la mesa durante los próximos años. El CBAM se implementará gradualmente y se aplicará inicialmente a una selección de bienes con un alto riesgo de fuga de carbono, incluidos el acero y el cemento. También se cubrirán el hidrógeno verde, el amoníaco y los efectos indirectos como la electricidad.

La inclusión de las emisiones indirectas en la agenda CBAM favorecerá a los países que ya cuentan o están redoblando su apuesta por matrices de energías limpias. Brasil, Costa Rica, Paraguay y Uruguay ya calificarían como destinos potenciales para inversiones sensibles al clima, pero a este grupo se sumarán otros países de la región en los próximos años. Como el transporte de hidrógeno y amoníaco puede ser muy costoso, la región podría convertirse en una opción de plataforma para procesos productivos con baja huella de carbono, con posibles impactos económicos y sociales significativos.

Los países de ALC también deben acelerar el desarrollo de sus mercados de carbono, adoptar taxonomías internacionales y mejores prácticas de reporte, combatir el lavado verde e implementar políticas ESG ambiciosas, teniendo en cuenta que los ciclos de inversión son largos y que quien llega primero sale beneficiado.

Finalmente, es razonable considerar que los países de la región que combinan la proximidad a los Estados Unidos con condiciones atractivas para la inversión verde se beneficiarán especialmente del probable realineamiento de las inversiones a nivel global.

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Autores:
Jorge Arbache
Jorge Arbache

Vicepresidente de Sector Privado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-