Desigualdad y baja movilidad social en América Latina y el Caribe

Fecha artículo: 22 de diciembre de 2022

Nuestra región sufre de amplias desigualdades, que además se arrastran desde hace décadas y quizá siglos. En América Latina y el Caribe, el 50% más pobre de la población se lleva el 10% de los ingresos, mientras el 10% más rico recibe el 55%. En términos de riqueza, la concentración es mucho mayor: el 10% más rico acumula el 77% de la riqueza y el 50% más pobre solo el 1%. Además, desde que contamos con métricas de desigualdad comparables entre regiones, los valores para nuestra región se sitúan sistemáticamente por encima de los de otras regiones del mundo.

La desigualdad ha persistido a pesar de los grandes esfuerzos que la región hizo en materia social durante las últimas décadas. Esto habla de raíces muy profundas y de una inercia en las inequidades que se transmiten de generación en generación. De esta manera, la alta desigualdad en la región se ha traducido en bajos niveles de movilidad social, y viceversa: con baja movilidad social el desafío de reducir la desigualdad parece inalcanzable. Eso se debe a que cuando las posibilidades de progreso dependen demasiado del origen familiar, el principal motor de las desigualdades es la “lotería de la cuna” en lugar de los factores que sí pueden ser afectados por el esfuerzo individual de las personas. Este es el tema central que estudia el nuevo Reporte de Economía y Desarrollo (RED) 2022, que fue lanzado a comienzos de diciembre en el marco del 176° Directorio de CAF.

El RED 2022 presenta un diagnóstico pormenorizado de las diferentes dimensiones en las que se perpetúan las desigualdades entre generaciones y plantea tres canales de reproducción de estas inequidades: las oportunidades de formación de capital humano (por ejemplo, en educación y salud), las laborales y las de acumulación de activos.

El reporte señala que hoy muchos hijos superan el nivel educativo alcanzado por sus padres. Sin embargo, mientras los hijos de padres poco educados los superan alcanzando niveles educativos bajos (primaria y, como mucho, secundaria completa), los hijos de los padres más educados son quienes mayormente logran completar la educación superior.

En el Gráfico 1 se evidencia la alta persistencia intergeneracional en los niveles educativos en la región. El 88% de los hijos de padres con educación media-alta (secundaria completa o más) también tendrá ese nivel y el 81% de quienes terminan con educación baja (menos que secundaria completa) tienen padres con ese mismo nivel educativo. Otras cifras apuntan en la misma dirección. Solo uno de cada diez hijos de padres no universitarios logra completar hacia sus 24-25 años de edad un ciclo de educación superior, mientras esa fracción es casi de uno de cada dos para quienes tienen madre o padre graduados de la universidad. Sumado a esto, existen importantes brechas socioeconómicas en la calidad de la educación recibida, brechas que también se transmiten de una generación a otra. Parte de las brechas de calidad se relacionan a los altos y crecientes niveles de segregación escolar que presenta la región.

Por otro lado, los avances en la movilidad educativa logrados no se trasladaron al mercado del trabajo. La posibilidad de acceder a ocupaciones que ofrecen buenas remuneraciones y perspectivas de carrera es casi seis veces más alta para hijos de padres que también tuvieron ese tipo de ocupaciones respecto a hijos de padres que tuvieron ocupaciones de menor calidad.

La baja movilidad educativa y la baja movilidad ocupacional configuran entonces una alta persistencia intergeneracional en los ingresos. Las estimaciones que se presentan en el RED 2022 dan cuenta de este patrón y señalan a la región como la de mayor inmovilidad en ingresos en el mundo.  

En materia de salud las noticias son mejores, ya que en las últimas décadas en América Latina y el Caribe se ha logrado reducir el traspaso de las condiciones de salud de las madres a los bebés y niños pequeños. En parte esto se debe a las mejoras en las coberturas de salud materno-infantil en la región.

En cuanto a riqueza, sin embargo, la región presenta no solo una alta concentración, sino también una alta persistencia entre generaciones. La evidencia presentada en el RED 2022 indica que son muchos los mecanismos que operan para atar la calidad y cantidad de activos acumulados por los padres con los de sus hijos. Entre ellos, se destacan la composición de los activos de ricos y pobres, las brechas socioeconómicas y territoriales de inclusión financiera, y la mayor vulnerabilidad y menores posibilidades de aseguramiento de los activos que tienen los hogares pobres ante choques cada vez más frecuentes en la región, como es el caso de los asociados al cambio climático que pueden llegar a destruir el principal activo de la mayoría de los hogares en la región: la vivienda.

El reporte encuentra, además, que las desigualdades y sus mecanismos de perpetuación afectan significativamente a ciertos grupos de la población, como los afrodescendientes e indígenas, los residentes en zonas rezagadas y las mujeres de entornos vulnerables.

El RED 2022 organiza la discusión sobre alternativas de política para reducir la alta desigualdad que caracteriza a la región en torno a los canales que reproducen las inequidades, y comprenden múltiples herramientas para propiciar mejores oportunidades para los hijos de familias más desaventajadas. Los ámbitos de acción abarcan la formación de habilidades, el acceso a mejores oportunidades laborales, y mejores capacidades y acceso a instrumentos adecuados para la acumulación de riqueza. Las opciones de política son de muy variada naturaleza y, bajo una mirada de ciclo de vida de las personas, incluyen fundamentalmente intervenciones previas a la gestación, durante la infancia, niñez y adolescencia, y en la transición a la adultez. La clave de todas ellas es brindar más y mejores oportunidades para las nuevas generaciones de la región, de manera que la “lotería de la cuna” sea cada vez menos determinante del bienestar que los jóvenes de hoy pueden alcanzar.

Dolores de la Mata

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Dolores de la Mata

Economista Principal, CAF -banco de desarrollo de América Latina-

Ph.D. en Economía en la Universidad Carlos III de Madrid (2011). Magister en Economía en la Universidad Carlos III (2007). Licenciada en Economía por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina, 2003). Anteriormente se desempeñó como profesora e investigadora en la Universidad del Rosario (Colombia), docente en la Universidad Carlos III y en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue investigadora en el IERAL de Fundación Mediterránea (Argentina). 

Lucila Berniell

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Lucila Berniell

Economista Principal, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-

Ph.D. en Economía en la Universidad Carlos III (Madrid). Máster en Economía en la misma universidad. Licenciada en Economía en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Es investigadora asociada al CEPE de la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina). Fue investigadora en el IERAL de Fundación Mediterránea (Argentina) y en el Instituto de Economía y Finanzas de la UNC, y docente en la Universidad Carlos III en España, en la Universidad Torcuato Di Tella y en las Universidades Nacionales de La Plata y Córdoba en Argentina. Sus intereses de investigación se centran en las áreas de economía de la educación, desarrollo económico, economía laboral y economía de la salud. Ver publicaciones

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