Europa es testigo de un número creciente de empresas industriales que luchan por superar la grave crisis de suministro y precios de la energía, la cual está asociada a la fuerte dependencia de energía importada. La crisis acechaba en el horizonte desde antes de la guerra de Ucrania, pero se ha acelerado desde entonces. Mientras varias empresas están reduciendo la producción, otras, especialmente las pequeñas y medianas, están cerrando sus puertas y muchas otras están despidiendo empleados y reubicando parte de sus operaciones en el extranjero como una forma de hacer frente a la situación.
De hecho, encuestas de las asociaciones industriales apuntan a un creciente interés de las empresas en trasladar plantas a otros países y analistas ya hablan de una “desindustrialización acelerada de Europa”. A modo de ejemplo, un importante productor de alambres y cables eléctricos con sede en Alemania vio, a lo largo de 2022, multiplicar por seis su costo anual de energía con relación a 2020 y la perspectiva es de más aumentos en 2023 y más problemas de suministro. Esta conjunción afecta a contratos y negocios, con implicaciones perjudiciales para la participación de mercado. La energía ha dejado definitivamente de ser un elemento de coste adicional para convertirse en un factor crítico en el destino de las operaciones industriales. Se espera que el movimiento de deslocalización avance en los próximos años, especialmente entre empresas de sectores intensivos en energía.
La incertidumbre, la inseguridad energética y de costos asociada con la geopolítica no son los únicos factores que afectan la geografía de las inversiones, ya sea en Europa o en otros lugares. Los fenómenos meteorológicos extremos están provocando escasez de energía, apagones y confinamientos y también están obligando a la reducción de la producción e incluso al cierre de fábricas, como se ha visto recientemente en Asia y Estados Unidos, lo que está generando un revisionismo sobre las ventajas y riesgos de la concentración geográfica de la producción. A esto se suman las regulaciones ambientales y los compromisos corporativos con la descarbonización, temas que son especialmente relevantes para las empresas que están más expuestas al escrutinio del gobierno, del público y de los inversores, lo que también está generando un revisionismo en la ubicación industrial. Para China, a los factores anteriores se suman el proteccionismo verde y geopolítico.
Todo ello altera el retorno de las inversiones y destaca la relevancia del powershoring como estrategia para proteger la competitividad y la productividad, garantizar la seguridad productiva y asegurar el cumplimiento de la agenda ambiental. Powershoring se refiere a la descentralización de la producción hacia países cercanos a los centros de consumo que ofrecen energía limpia, segura, barata y abundante, además de otras virtudes para atraer inversiones industriales. El Powershoring ya se está convirtiendo en uno de los principales determinantes de la ubicación industrial en el siglo XXI.
Pero, ¿serán transitorios o permanentes los factores que fomentan el powershoring? La precariedad y los precios de las energías fósiles seguirán siendo complicados durante mucho tiempo, ya sea por motivos geopolíticos, regulatorios o por falta de inversión en infraestructuras específicas. La dependencia de la energía fósil importada debería disminuir con el tiempo con la entrada en servicio de centrales de energía renovable, pero la ecologización de las matrices energéticas de las grandes economías importadoras aún llevará mucho tiempo. Se espera que las regulaciones e impuestos sobre el carbono avancen en Europa, elevando los costos domésticos y afectando la competitividad empresarial. Y la inseguridad energética asociada a los fenómenos meteorológicos extremos también seguirá pasando factura.
Por lo tanto, parece razonable afirmar que esos incentivos están enraizados en factores permanentes o casi permanentes y no transitorios, y que el powershoring sería una estrategia de mitigación de esos “fallos de mercado”. Después de todo, el powershoring reduce costos, aumenta la eficiencia y la seguridad en la producción, mejora la asignación de recursos, protege la competitividad, acelera la descarbonización en el país de origen y contribuye al cumplimiento de la agenda ambiental por parte de las empresas.
América Latina y el Caribe (ALC) está especialmente bien posicionada para ser el destino de las empresas que necesitan potenciación. Entre los habilitadores inmediatos se encuentran la matriz energética ya verde o muy verde, el aumento de la oferta de proyectos de energías renovables con costos marginales decrecientes, la implementación de proyectos de producción de hidrógeno verde, la baja exposición a tensiones geopolíticas, el creciente endurecimiento del cumplimiento ambiental y estándares ESG e inversiones en puertos y zonas industriales.
Pero, para aprovechar el powershoring y ocupar espacios, la región deberá avanzar con ambición y determinación en una agenda de regulación e incentivos para estimular la inversión en energías renovables y en redes de transmisión y distribución; poner a disposición instrumentos de reducción de riesgos para atraer inversiones, especialmente en proyectos de mayor impacto en las cadenas productivas y en la agregación de valor; asegurar la estabilidad regulatoria; aprobar leyes tributarias que fomenten la producción industrial para la exportación; aumentar las inversiones en puertos y zonas industriales; promover acuerdos comerciales y de inversión; fomentar la autoproducción de energía limpia; formar recursos humanos; fomentar mecanismos de vía rápida para la concesión de licencias ambientales y ventanilla única; capacitar y equipar a las agencias de promoción de inversiones; y proporcionar información a los inversores, especialmente a aquellos en sectores con mayor interés potencial. Y, finalmente, promover y construir procesos para agendas combinadas de powershoring y mercado de carbono. Después de todo, estas son las dos caras de la misma moneda.
El Powershoring es una oportunidad única para convertir la ventaja comparativa de la región en energía verde y la distancia de la agenda geopolítica en potentes instrumentos para promover el desarrollo económico y social. El Powershoring tendrá efectos importantes en la productividad, competitividad, tecnología e innovación y contribuirá a la formación y consolidación de cadenas de valor regionales. Ciertamente, el powershoring será muy útil y beneficioso para la región, pero será aún más útil para las empresas que entiendan las virtudes de esta estrategia.
Jorge Arbache
Vicepresidente de Sector Privado, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
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