Christian Asinelli
Vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
Argentina
Los índices de desigualdad de América Latina y el Caribe se ubican entre los más altos del mundo. La inequidad no solo se manifiesta en la disparidad de ingresos de los ciudadanos, sino que también está presente en otras dimensiones como la educación, la tenencia sobre la tierra o las oportunidades laborales. Esta situación impacta en las tasas de crecimiento económico y en estabilidad político-institucional, y condiciona la movilidad social en toda la región.
Según el RED 2022, publicado por CAF -banco de desarrollo de América Latina-, la expansión que se dio a lo largo del siglo XX en áreas como la educación no fue suficiente para mejorar la situación relativa de los hijos de personas menos educadas de América Latina y el Caribe. De hecho, la fracción de hijos de padres no universitarios que finalizan sus estudios es de apenas el 10%. Sin embargo, ese porcentaje no necesariamente alcanza progresos semejantes en sus oportunidades laborales.
Mientras que el 10% más rico de la región se queda con el 55% de los ingresos y el 77% de la riqueza, el 50% más pobre recoge el 10% de los ingresos y tan solo el 1% de la riqueza. Esta desigualdad se transmite de generación en generación. La falta de oportunidades para formar capital humano, obtener buenos empleos en los mercados laborales y acumular activos son factores claves detrás de la conexión intergeneracional de las desigualdades.
El RED, que se publica anualmente desde el 2004, busca establecer líneas de análisis que fomenten la construcción de sociedades más justas y sostenibles, en línea con nuestro objetivo de convertirnos en el banco verde y de la reactivación económica y social de la región. Esta misión implica que en los próximos cinco años movilizaremos 25.000 millones de dólares en operaciones verdes, y que nuestra cartera verde pasará del 26% actual al 40% al 2026.
El informe de este año utiliza una serie de mediciones y variables de largo plazo para explicar la movilidad intergeneracional en la región, y analiza la movilidad educativa, ocupacional, de ingresos, salud y riqueza de las personas según sus orígenes socioeconómicos, así como las oportunidades de formación del capital humano, el acceso a empleos de calidad y la acumulación de activos durante la vida.
La articulación de agendas vinculadas a la movilidad intergeneracional tiene el potencial de generar mejoras en todos los indicadores socioeconómicos de la región. Por eso, desde CAF trabajamos sobre una serie de ejes basados en el bienestar social con un enfoque de igualdad, inclusión y diversidad; el estímulo de la productividad, la internacionalización y las finanzas sostenibles; y el desarrollo de servicios ecosistémicos que ponderen la biodiversidad. Estos pilares también incluyen la generación de infraestructura física y digital para el desarrollo regional, la conformación de territorios resilientes y sostenibles y la transición energética.
La generación de más y mejores oportunidades para las distintas generaciones requiere de acciones transversales que incluyan a los decisores de políticas públicas, pero también a las empresas, bancos multilaterales y sociedad civil. El futuro de los latinoamericanos y caribeños depende de las medidas e intervenciones que se promuevan hoy en favor de la movilidad social y el crecimiento, de la reducción de las desigualdades y de la generación de más oportunidades para todos.